Los zamoranos votan por inercia... así nos va

Anoche, uno de los grandes joyeros de Zamora, Enrique Alba, hombre que se comporta como un reportero gráfico, además de tener un gusto poético por los espacios naturales, me envió una fotografía de una desolada Sant Clara. Miles y miles de personas la leyeron, con críticas y con reflexiones sobre la imagen, fue un éxito inconcebible, porque la noticia la edité sobre las 22:30 horas, instantes en que los zamoranos se asoman poco a la ventana de las redes sociales.

Hubo opiniones de todos, pero la gran mayoría sentía pena por nuestra Zamora, una ciudad que fue y apenas ya es. Si el Estado y la Junta de Castilla y León prefieren inversiones, por cuestión de votos, en Valladolid y Burgos, y obvian la periferia, nuestra provincia en una década perderá 20.000 habitantes. Los vicarios de las dos grandes formaciones nacionales obedecerán a la cúpula de sus respectivos partidos, porque si critican las decisiones de la jerarquía no volverán a disfrutar de esta bicoca de la política.

Mientras los zamoranos voten con su inercia secular, la despoblación de nuestra provincia se acelerará hasta provocar una reforma administrativa, que conduzca la desaparición de las comarcas, que formarían parte de León, Valladolid y Salamanca.

Si los zamoranos consideran que aquí, en pueblos y ciudades, se vive muy bien, sin obreros, ni jóvenes,  ni industrias, ni progreso, voten a los partidos de Maíllo y García Carnero y al de Demetrio Madrid.

Emigraré a tierras lusas, donde gobiernan izquierdas, dignas, sin odio, sin vengarse de los partidos conservadores. Zamora, si alguien con prestigio no conforma un partido provincial, se convertirá en una provincia de residencias para mayores y un museo de arte románico, de modernismo y eclecticismo. Quo vadis, Semuret, la capital de los gallegos para los árabes?