NOCTURNOS
El tedio de amar por inercia
Hace algún tiempo que llegué a una conclusión: vivo por inercia, como sin ganas, porque soy pusilánime y no me da por volar. También hay personas, hombres y mujeres, que están juntos, bien como novios, pareja, matrimonio, por inercia, porque no hay valor, ni se toma conciencia, de que ya no tienen nada que darse, ni tan si quiera, en el lecho.
El tedio acaba con todo. Vivir bajo el mismo techo, convoca al aburrimiento. Y el ser humano, que es un animal lúdico (homo ludens), según Huizinga, se enfada cuando no se divierte. El amor es un juego que, en principio, con la compañía imprescindible del placer, dura, parece no tener fin. Y como tal, de tanto jugar con la misma persona, te devora el hastío. Y así se burlan novios y novias, parejas, maridos y esposas. No hay sexo para la cornucopia.
Por dignidad, los y las que alcanzan el grado sumo de muermo, con mimo, con ternura, con discreción, harían bien en cerrar un capítulo de su vida erótica y, si es posible, y la pluma todavía tiene tinta, escribir otro libro de amor, quizá se convierta en un best-seller.
Eugenio-Jesús de Ávila
Hace algún tiempo que llegué a una conclusión: vivo por inercia, como sin ganas, porque soy pusilánime y no me da por volar. También hay personas, hombres y mujeres, que están juntos, bien como novios, pareja, matrimonio, por inercia, porque no hay valor, ni se toma conciencia, de que ya no tienen nada que darse, ni tan si quiera, en el lecho.
El tedio acaba con todo. Vivir bajo el mismo techo, convoca al aburrimiento. Y el ser humano, que es un animal lúdico (homo ludens), según Huizinga, se enfada cuando no se divierte. El amor es un juego que, en principio, con la compañía imprescindible del placer, dura, parece no tener fin. Y como tal, de tanto jugar con la misma persona, te devora el hastío. Y así se burlan novios y novias, parejas, maridos y esposas. No hay sexo para la cornucopia.
Por dignidad, los y las que alcanzan el grado sumo de muermo, con mimo, con ternura, con discreción, harían bien en cerrar un capítulo de su vida erótica y, si es posible, y la pluma todavía tiene tinta, escribir otro libro de amor, quizá se convierta en un best-seller.
Eugenio-Jesús de Ávila

















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