NOCTURNOS
Húmedo de ti
Siento una humedad templada en mi cuerpo. No sé si he entrado en la bahía de tu carne y aún disfruto de tu gineceo, o ya salí de tus entrañas. Quizá he soñado que te amaba. Eres tan bonita que, de cuando en vez, dudo de si te amé o si aún te amo, porque nunca, un seductor como yo, aspiro a festejar tal belleza, a beberme tanto talento de una boca femenina.
No sé si tejimos una cópula de terciopelo que nos condujo al paraíso del placer en la tierra, o es mi deseo el que confunde a la realidad. Solo respondo que me huelo a ti, que mi cerebro se ha quedado con el perfume de tu sudor para respirarlo cuando te deseo y no te hallo.
Mi memoria me traiciona. Lo sé. Me cuenta que hubo un tiempo en el que tú y yo compartimos paseos, viandas, cartas, libros, arte, diversión. Pero un día, sin saber, desapareciste, me dejaste con mi sombra, mi can, al que acariciaste y permitiste que comiera pan de tu mano; mi soledad, que también me la juega con la madrugada, y mis cuitas, con este ser y no estar, con este amarte y no verte…con esta humedad que no se seca ni al sol, ni al radiador de mi calefacción de gas natural.
Creo que estoy mojado por dentro, que me alma se anegó con el río que desemboca en tu sexo, que me ahogué de tanto amarte, siendo yo un Tenorio que nunca supo nadar en el mar de la pasión.
Eugenio-Jesús de Ávila
Siento una humedad templada en mi cuerpo. No sé si he entrado en la bahía de tu carne y aún disfruto de tu gineceo, o ya salí de tus entrañas. Quizá he soñado que te amaba. Eres tan bonita que, de cuando en vez, dudo de si te amé o si aún te amo, porque nunca, un seductor como yo, aspiro a festejar tal belleza, a beberme tanto talento de una boca femenina.
No sé si tejimos una cópula de terciopelo que nos condujo al paraíso del placer en la tierra, o es mi deseo el que confunde a la realidad. Solo respondo que me huelo a ti, que mi cerebro se ha quedado con el perfume de tu sudor para respirarlo cuando te deseo y no te hallo.
Mi memoria me traiciona. Lo sé. Me cuenta que hubo un tiempo en el que tú y yo compartimos paseos, viandas, cartas, libros, arte, diversión. Pero un día, sin saber, desapareciste, me dejaste con mi sombra, mi can, al que acariciaste y permitiste que comiera pan de tu mano; mi soledad, que también me la juega con la madrugada, y mis cuitas, con este ser y no estar, con este amarte y no verte…con esta humedad que no se seca ni al sol, ni al radiador de mi calefacción de gas natural.
Creo que estoy mojado por dentro, que me alma se anegó con el río que desemboca en tu sexo, que me ahogué de tanto amarte, siendo yo un Tenorio que nunca supo nadar en el mar de la pasión.
Eugenio-Jesús de Ávila

















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.122