Martes, 04 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Martes, 01 de Noviembre de 2022
TODOS LOS SANTOS

Celebrar la vida, en el día de la muerte

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No temo a la muerte, si me llega sin avisar y sin dolor. No la celebro, no la invito a entrar en mi casa y sentarse conmigo a jugar un tute o a hablar de la vida. A mis muertos, no los tengo en el cementerio. Los llevo de aquí para allá, desde el pasado al presente, en mi memoria. Nunca cruzo el río el Día de Todos los Santos, para rezar ante mis bisabuelos, abuelos, tíos y mi inolvidable padre. Murieron sus cuerpos, pero permanecen todavía el tono de sus voces, sus maneras de caminar, sus miradas, sus sonrisas y sus gestos de amor, ternura y consejos.

 

Por lógica, formo parte de la siguiente generación de mi familia que rendirá cuentas a la vida. Me iré. No pasa nada. De aquí a mi partida, que no se demorará, solo pretendo no hacer daño a nadie, menos a las buenas personas. No obstante, seguiré combatiendo a los malandrines que pervierten el futuro de nuestra ciudad y provincia, que abusan de la gente sencilla y de su fuerza política y económica.

 

Yo, lo confieso, en este ocaso del Primero de Noviembre, que todavía no sé qué es la vida, cuando ya tengo mucho más tiempo pretérito que futuro; pero tampoco me he explicado qué es la muerte. Solo sé que la vida no es eterna y que la muerte nunca habla, ni se mueve ni llora ni sonríe. Llega, casi siempre sin advertirlo, hace su labor y se va. Cuando se presenta, provoca lágrimas, causa dolor y se escapa rodeada de tristeza, de penas, de abatimiento.

 

Sé que la muerte cuenta con un enemigo poderosísimo: el amor. Quien ama no piensa en la muerte, que es una dama egocéntrica, una vedette, una diva, que solo se satisface si pensamos siempre en ella, si la tememos, si no la olvidamos. Pero los que aman la ignoran y, si viene a deshoras, morirán enamorados. La vida es amor. Si no hay amor, solo existe la muerte.

 

Hoy, Día de Todos los Santos celebré el amor a través de mis recuerdos, hijos de la memoria. Degusté unos buñuelos a la salud de mis golosos antepasados y les pedí que me preparasen una estancia cómoda, para hablar de la vida tras la muerte.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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