2ª RFEF
El Zamora quiere ser grande y el Guijuelo lo pagó: 3-0
Los rojiblancos fueron muy superiores a un cuadro chacinero que solo había encajado un tanto en esta Liga. En diez minutos, el equipo charro se vio desbordado por la fuerza, calidad y potencial del Zamora CF
Escribía horas antes de iniciarse el partido que el Zamora hallábase ante un momento crucial de la temporada: o jugaba para ascender o se condenaba a militar entre la mediocridad de la categoría. Y la escuadra rojiblanca nos demostró a todos que quiere algo más que ser un equipo vulgar en una división devaluada por la RFEF. Endosó tres tantos al Guijuelo, elite del grupo, que solo había encajado un gol en la competición. Y lo hizo en diez minutos, los que median entre el 83 y el 93 del partido. Y sus protagonistas, jugadores que no fueron de la partida: Pana, Ribeiro y Ander. Increíble.
Después de ver los tres últimos encuentros del Zamora, que merecieron saldarse con nueve puntos, en Langreo, donde se erró una pena máxima y se fallaron dos ocasiones clarísima; en Oviedo, ante el Vetusta, y la magnífica victoria frente al Guijuelo, afirmo que Yago Iglesias ha trabajado, estudiado y analizado los males de su equipo y parece que les ha puesto remedio.
Vengo diciendo que el Zamora CF se había convertido en una escuadra altruista, una especie de Cáritas del fútbol, porque lo daba todo a cambio de nada. Regaló goles al contrario, en fallos inexplicables, en los minutos iniciales, que después desmoronaban psíquicamente al equipo. Y ahí fallaron todos.
El técnico gallego encontró la solución: jugar con Theo entre los dos centrales, Rueda, un veterano de mil batallas, y Luis Luengo, un joven con facultades. De tal manera, se corregían errores y, además, se salía con el balón jugado desde atrás. Y ahí han venido los éxitos de los tres últimos partidos.
Confieso que temía el encuentro ante el Guijuelo, un equipo hecho, compacto, con personalidad, que solo había encajado un tanto en lo que llevamos de Liga. Y la salida de los chacineros fue excelente. Durante los tres primeros minutos de juego, los verdiblancos tomaron la pelota, como si fuera de su propiedad, mientras el Zamora corría de la ceca a la meca sin robar el cuero.
Pero ese dominio, nada efectivo por cierto, no duró mucho. El cuadro rojiblanco se hizo con la pelota. La sacaba con facilidad, sin alardes, con pases en horizontal o, cuando era menester, en largo, con preferencia a la posición de Silva, que se había hecho con la línea de cal exterior diestra. Desde allí lanzó muchos centros, pero sin encontrar rematador. Por la izquierda, cuando se asociaban Prada y Viana venía el gran peligro para el Guijuelo. Las mejores oportunidades de la primera mitad fueron rojiblancas: un disparo que rechazó el portero y no se acertó a meterlo dentro, y un zambombazo de Viana que se estrelló con gran violencia contra el palo derecho.
El técnico visitante realizó sus primeros cambios antes de comenzar la segunda entrega. Se iba Garbán, ex rojiblanco, al que sustituyó Caramelo, y Willy, el organizador, con una amarilla, dejaba su posición a Aizpiri.
El Zamora seguía mandando. Tenía la pelota y no la regalaba. Se jugaba desde atrás, no se daba un pase al tun tun. Si había que dar marcha atrás, se hacía, sin vergüenza. Solo cuando había un hueco, Theo o Juanan se arriesgaban.
En el 52, el cuadro rojiblanco gozó de una doble ocasión, tras una buena acción por la izquierda. Tres minutos después, otra excelente acción rojiblanca. El Guijuelo se había perdido. Y Prada, en el 64, después de un buen contragolpe, no supo concretar solo ante Johan.
Poco después Yago da entrad a Ribeiro y Miguélez por Altube y Alex. El Zamora se quedaba sin ariete fijo. Pero los ataques rojiblancos cada vez llevaba más peligro, ante un cuadro verdiblanco que no combinaba, que buscó el fútbol directo, lo que favoreció a los rojlblancos, que así hilvanaban acciones desde atrás, para abrir a las bandas y que por esos pasillos llegara el peligro para el Guijuelo.
Y otros dos cambios claves: Pana y Ander sustituyen a Dani Hernández y Viana. Quedaba un cuarto de hora y ya no se creía en el milagro, más ante un equipo que solo había encajado un tanto en esta Liga.
Pero hete aquí que en el minuto 83, Pana, como el duque de palomo, se dijo: yo me lo guiso y yo me lo como. Recibió una pelota, porfió con el central, se fue por poderío físico para encarar al meta chacinero al que batió por bajo. La locura. El deseo se hacía realidad.
Seis minutos después, Ribeiro vuelve locos al defensa y al portero para marcar el segundo. Una gozada.
Y en el último instante, Ander marcaba un tercero y definitivo tanto con rabia.
El Zamora, porque lo demostró esta tarde noche de noviembre, quiere jugar por el ascenso. Este equipo no le gusta la mediocridad.
Escribía horas antes de iniciarse el partido que el Zamora hallábase ante un momento crucial de la temporada: o jugaba para ascender o se condenaba a militar entre la mediocridad de la categoría. Y la escuadra rojiblanca nos demostró a todos que quiere algo más que ser un equipo vulgar en una división devaluada por la RFEF. Endosó tres tantos al Guijuelo, elite del grupo, que solo había encajado un gol en la competición. Y lo hizo en diez minutos, los que median entre el 83 y el 93 del partido. Y sus protagonistas, jugadores que no fueron de la partida: Pana, Ribeiro y Ander. Increíble.
Después de ver los tres últimos encuentros del Zamora, que merecieron saldarse con nueve puntos, en Langreo, donde se erró una pena máxima y se fallaron dos ocasiones clarísima; en Oviedo, ante el Vetusta, y la magnífica victoria frente al Guijuelo, afirmo que Yago Iglesias ha trabajado, estudiado y analizado los males de su equipo y parece que les ha puesto remedio.
Vengo diciendo que el Zamora CF se había convertido en una escuadra altruista, una especie de Cáritas del fútbol, porque lo daba todo a cambio de nada. Regaló goles al contrario, en fallos inexplicables, en los minutos iniciales, que después desmoronaban psíquicamente al equipo. Y ahí fallaron todos.
El técnico gallego encontró la solución: jugar con Theo entre los dos centrales, Rueda, un veterano de mil batallas, y Luis Luengo, un joven con facultades. De tal manera, se corregían errores y, además, se salía con el balón jugado desde atrás. Y ahí han venido los éxitos de los tres últimos partidos.
Confieso que temía el encuentro ante el Guijuelo, un equipo hecho, compacto, con personalidad, que solo había encajado un tanto en lo que llevamos de Liga. Y la salida de los chacineros fue excelente. Durante los tres primeros minutos de juego, los verdiblancos tomaron la pelota, como si fuera de su propiedad, mientras el Zamora corría de la ceca a la meca sin robar el cuero.
Pero ese dominio, nada efectivo por cierto, no duró mucho. El cuadro rojiblanco se hizo con la pelota. La sacaba con facilidad, sin alardes, con pases en horizontal o, cuando era menester, en largo, con preferencia a la posición de Silva, que se había hecho con la línea de cal exterior diestra. Desde allí lanzó muchos centros, pero sin encontrar rematador. Por la izquierda, cuando se asociaban Prada y Viana venía el gran peligro para el Guijuelo. Las mejores oportunidades de la primera mitad fueron rojiblancas: un disparo que rechazó el portero y no se acertó a meterlo dentro, y un zambombazo de Viana que se estrelló con gran violencia contra el palo derecho.
El técnico visitante realizó sus primeros cambios antes de comenzar la segunda entrega. Se iba Garbán, ex rojiblanco, al que sustituyó Caramelo, y Willy, el organizador, con una amarilla, dejaba su posición a Aizpiri.
El Zamora seguía mandando. Tenía la pelota y no la regalaba. Se jugaba desde atrás, no se daba un pase al tun tun. Si había que dar marcha atrás, se hacía, sin vergüenza. Solo cuando había un hueco, Theo o Juanan se arriesgaban.
En el 52, el cuadro rojiblanco gozó de una doble ocasión, tras una buena acción por la izquierda. Tres minutos después, otra excelente acción rojiblanca. El Guijuelo se había perdido. Y Prada, en el 64, después de un buen contragolpe, no supo concretar solo ante Johan.
Poco después Yago da entrad a Ribeiro y Miguélez por Altube y Alex. El Zamora se quedaba sin ariete fijo. Pero los ataques rojiblancos cada vez llevaba más peligro, ante un cuadro verdiblanco que no combinaba, que buscó el fútbol directo, lo que favoreció a los rojlblancos, que así hilvanaban acciones desde atrás, para abrir a las bandas y que por esos pasillos llegara el peligro para el Guijuelo.
Y otros dos cambios claves: Pana y Ander sustituyen a Dani Hernández y Viana. Quedaba un cuarto de hora y ya no se creía en el milagro, más ante un equipo que solo había encajado un tanto en esta Liga.
Pero hete aquí que en el minuto 83, Pana, como el duque de palomo, se dijo: yo me lo guiso y yo me lo como. Recibió una pelota, porfió con el central, se fue por poderío físico para encarar al meta chacinero al que batió por bajo. La locura. El deseo se hacía realidad.
Seis minutos después, Ribeiro vuelve locos al defensa y al portero para marcar el segundo. Una gozada.
Y en el último instante, Ander marcaba un tercero y definitivo tanto con rabia.
El Zamora, porque lo demostró esta tarde noche de noviembre, quiere jugar por el ascenso. Este equipo no le gusta la mediocridad.
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