NOCTURNOS
Un amor tatuado en el alma
Se amaron demasiado, tanto que rompieron su tormentosa relación cuando la pasión dominaba sus cuerpos y el deseo vibraba en sus almas. Antes de despedirse para siempre, se confesaron la pena de su ruptura, la tristeza por no volverse a ver, amar, sentir; el dolor de un adiós cuando por sus venas solo circulaba amor.
De alguna manera, siempre buscan una excusa para saber uno del otro. Cualquier tontería vale para expresar a la que fuera su pareja, verbigracia: “Sigo pensando en ti, desde el alba a la madrugada. Trabajo mucho para no pensarte, no sentirte. Pero, cuando me quedo con la soledad y la calle guarda silencio, me abruman tus recuerdos”.
Se trata de amores durísimos, discutidos, bélicos. Pasiones que baten gotas de odios con yemas de amor. Sueñan con abrazarse, besarse y hacerse el amor como si fuera una obra de arte. La cópula más divina de su vida erótica. Pero el tiempo va pasando y el amor se guarda en la memoria.
Y, cuando aparezca otra persona en sus vidas, recordarán aquel amor al que se arrojó la gasolina del egoísmo y prendió con la cerilla del orgullo.
Y, cuando aparezcan las parcas, pronunciarán en silencio el nombre de aquel hombre o aquella mujer que permaneció tatuado en sus espíritus. Y se dejaron marchar. Lágrimas secas que humedecen pasiones eternas.
Eugenio-Jesús de Ávila
Se amaron demasiado, tanto que rompieron su tormentosa relación cuando la pasión dominaba sus cuerpos y el deseo vibraba en sus almas. Antes de despedirse para siempre, se confesaron la pena de su ruptura, la tristeza por no volverse a ver, amar, sentir; el dolor de un adiós cuando por sus venas solo circulaba amor.
De alguna manera, siempre buscan una excusa para saber uno del otro. Cualquier tontería vale para expresar a la que fuera su pareja, verbigracia: “Sigo pensando en ti, desde el alba a la madrugada. Trabajo mucho para no pensarte, no sentirte. Pero, cuando me quedo con la soledad y la calle guarda silencio, me abruman tus recuerdos”.
Se trata de amores durísimos, discutidos, bélicos. Pasiones que baten gotas de odios con yemas de amor. Sueñan con abrazarse, besarse y hacerse el amor como si fuera una obra de arte. La cópula más divina de su vida erótica. Pero el tiempo va pasando y el amor se guarda en la memoria.
Y, cuando aparezca otra persona en sus vidas, recordarán aquel amor al que se arrojó la gasolina del egoísmo y prendió con la cerilla del orgullo.
Y, cuando aparezcan las parcas, pronunciarán en silencio el nombre de aquel hombre o aquella mujer que permaneció tatuado en sus espíritus. Y se dejaron marchar. Lágrimas secas que humedecen pasiones eternas.
Eugenio-Jesús de Ávila

















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