DENUNCIAS
A bolardo derribado, bolardo quitado
La retirada obligada de esas barreras, vuelve a cuestionar la incongruente peatonalización de las calles del centro.
Tenemos recuerdos de calles con bolardos a ambos lados. Fue la semipeatonalización inicial, la que llenó San Torcuato de esos pivotes de elevado coste. Un día amanecía uno tumbado, otro día otro, con el consiguiente daño para el bolardo y el coste de su reposición. El vehículo causante, tampoco es que pudiera salir indemne. Cierto día, y a criterio de la policía municipal, que así lo recomendaba, se retiraron de la calzada para colocarlos en la acera, total solo unos centímetros al lado de la ubicación anterior, con el mismo resultado. Con el tiempo el destino de la calle fue otro, sirviendo todo aquello de experiencia, o no.
El ensanchamiento de aceras con la consiguiente eliminación de plazas de aparcamiento en las calles del centro que se está realizando, guardaba una sorpresa que pocos preveían. Llegaban los bolardos, que obligaban a los vehículos a circular por el carril a modo de scalextric sin la posibilidad de detenerse bajo circunstancia alguna, so pena de forzar a los que circulen detrás a parar también.
Sin terminar la obra, algunos de los pivotes amanecieron destrozados. Impedían la circulación de los vehículos especialmente al dar las curvas. Ante las evidencias, la decisión municipal, fue salir al paso. Si hay que quitarlos se quitan. Que da pie a contestar, que no los hubieran puesto, que lo hubieran pensado antes. La colocación arbitraria y sin criterio, da como resultado que la retirada será, más pronto que tarde. Triste, que tantos millones gastados sin probar nada antes. Lo que hace suponer, que el resto de la obra también se proyectó en un despacho, sin tener en cuenta el resultado. Así nos va.
Porque era demasiado evidente que los vehículos iban a tener serias dificultades para girar tal y como estaba quedando. ¿Nadie se fijó? De que algunos bolardos se situaban justo delante de las puertas cocheras tampoco. Tranquilos que no hace falta que los quiten. Irán desapareciendo con el tiempo. Como los de otras tantas calles de la ciudad. A bolardo derribado, bolardo desaparecido. El mantenimiento, brilla por su ausencia.
Manuel Herrero Alonso
Tenemos recuerdos de calles con bolardos a ambos lados. Fue la semipeatonalización inicial, la que llenó San Torcuato de esos pivotes de elevado coste. Un día amanecía uno tumbado, otro día otro, con el consiguiente daño para el bolardo y el coste de su reposición. El vehículo causante, tampoco es que pudiera salir indemne. Cierto día, y a criterio de la policía municipal, que así lo recomendaba, se retiraron de la calzada para colocarlos en la acera, total solo unos centímetros al lado de la ubicación anterior, con el mismo resultado. Con el tiempo el destino de la calle fue otro, sirviendo todo aquello de experiencia, o no.
El ensanchamiento de aceras con la consiguiente eliminación de plazas de aparcamiento en las calles del centro que se está realizando, guardaba una sorpresa que pocos preveían. Llegaban los bolardos, que obligaban a los vehículos a circular por el carril a modo de scalextric sin la posibilidad de detenerse bajo circunstancia alguna, so pena de forzar a los que circulen detrás a parar también.
Sin terminar la obra, algunos de los pivotes amanecieron destrozados. Impedían la circulación de los vehículos especialmente al dar las curvas. Ante las evidencias, la decisión municipal, fue salir al paso. Si hay que quitarlos se quitan. Que da pie a contestar, que no los hubieran puesto, que lo hubieran pensado antes. La colocación arbitraria y sin criterio, da como resultado que la retirada será, más pronto que tarde. Triste, que tantos millones gastados sin probar nada antes. Lo que hace suponer, que el resto de la obra también se proyectó en un despacho, sin tener en cuenta el resultado. Así nos va.
Porque era demasiado evidente que los vehículos iban a tener serias dificultades para girar tal y como estaba quedando. ¿Nadie se fijó? De que algunos bolardos se situaban justo delante de las puertas cocheras tampoco. Tranquilos que no hace falta que los quiten. Irán desapareciendo con el tiempo. Como los de otras tantas calles de la ciudad. A bolardo derribado, bolardo desaparecido. El mantenimiento, brilla por su ausencia.
Manuel Herrero Alonso



























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