NOCTURNOS
Amor para vivir
Te amo sin querer. He intentado olvidarte, pasar de ti, estrangularte en mi memoria. Te dejo hoy, me despedí ayer y mañana caigo en la cuenta que mi corazón te necesita. ¡Qué cursi me ha quedado eso del músculo cardiaco y la necesidad! El amor es un sentimiento un tanto remilgado. Yo me he pasado media vida escribiendo con tinta de miel. Cuando me enamoro, me pongo muy femenino, nunca feminista, ni mucho menos machista.
A veces, amé porque una mujer me desbordó, me desnutrió, me absorbió el cerebro y arrancó un trozo de alma. No sé resistirme ante la belleza cuando, como los bombones de licor, envuelve néctar de inteligencia y polen de elegancia.
En otras ocasiones, escasas, amé por inercia, porque tocaba navegar por un mar en calma, sin borrascas, con olas sin espuma y agua sin sal. Pero la pasión necesita huracanes enamorados para darse, emborracharse de erotismo, drogarse de amor. A un amor turbulento, sensual y sexual, de carne y piel, de hedonismo y éxtasis, sucede la calma, el sosiego y la tranquilidad erótica. Después del barroco llegó el neoclasicismo…también en el amor.
En esencia no he sido más que un hombre a la búsqueda, no del tiempo perdido, como Proust, sino del amor sublime, del amor como arte, del amor para vivir, sentir y morir.
Eugenio-Jesús de Ávila
Te amo sin querer. He intentado olvidarte, pasar de ti, estrangularte en mi memoria. Te dejo hoy, me despedí ayer y mañana caigo en la cuenta que mi corazón te necesita. ¡Qué cursi me ha quedado eso del músculo cardiaco y la necesidad! El amor es un sentimiento un tanto remilgado. Yo me he pasado media vida escribiendo con tinta de miel. Cuando me enamoro, me pongo muy femenino, nunca feminista, ni mucho menos machista.
A veces, amé porque una mujer me desbordó, me desnutrió, me absorbió el cerebro y arrancó un trozo de alma. No sé resistirme ante la belleza cuando, como los bombones de licor, envuelve néctar de inteligencia y polen de elegancia.
En otras ocasiones, escasas, amé por inercia, porque tocaba navegar por un mar en calma, sin borrascas, con olas sin espuma y agua sin sal. Pero la pasión necesita huracanes enamorados para darse, emborracharse de erotismo, drogarse de amor. A un amor turbulento, sensual y sexual, de carne y piel, de hedonismo y éxtasis, sucede la calma, el sosiego y la tranquilidad erótica. Después del barroco llegó el neoclasicismo…también en el amor.
En esencia no he sido más que un hombre a la búsqueda, no del tiempo perdido, como Proust, sino del amor sublime, del amor como arte, del amor para vivir, sentir y morir.
Eugenio-Jesús de Ávila


















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