NOCTURNOS
El sexo, una obra de arte del amor
Si mi persona toca tu alma, no te odiaré. Cultivé la tierra de tu espíritu con semillas de ternura, con palabras, sustentadas por hechos; escribí mil cartas, delicadas, enamoradas, perfumadas, para loar tu hermosura y tu talento. Pero solo recogí una cosecha de apatía, desinterés y olvido. Quizá, mi capacidad de seducción la perdí en el camino que me acerca a la nada.
Ahora, soy un don nadie del que no sabes, o te avergüenza, pronunciar su nombre. ¡Qué más da, amor! Solo deseo que te iguale un varón en tu estatura intelectual y hermosura física. Te ruego que, cuando te encuentres sola, desesperada, aburrida porque esos caballeros bellos y poderosos, solo buscaron en tu cuerpo satisfacciones sexuales y no penetraron en tu interior, en los recovecos de tu hermosa alma, me convoques para descargarte de penas y sinsabores. La vida nunca ha sido fácil ni para las personas que no somos normales ni por físico ni por inteligencia.
Nunca perderé el tiempo, ni haré soñar a una mujer a la que no amo con el alma. No me aprovecharé de la humedad de su gineceo para saciar mi sed de placer. Prefiero a la soledad que me aguarda en mi lecho todas las madrugadas, a la compañía femenina que me agobia con el tedio.
La cópula, a mi edad, busca el arte, que construyen un hombre y una mujer, fundidos por sus sexos; esculpir la estatua del éxtasis divino en el estudio del nirvana, pintar la pasión con la humedad que segrega la piel de los que se quieren, aman, adoran y se olvidan de su ego, para licuarse en una sola esencia.
Cuando eres joven, el sexo piensa por tu cerebro. Si pasados los años, él sigue secuestrando tu inteligencia, nunca habrás amado como aman los elegidos. Cuando maduras, aprendes que el sexo es un arte, la obra maestra del amor cuando se expone el ara del universo.
Eugenio-Jesús de Ávila
Si mi persona toca tu alma, no te odiaré. Cultivé la tierra de tu espíritu con semillas de ternura, con palabras, sustentadas por hechos; escribí mil cartas, delicadas, enamoradas, perfumadas, para loar tu hermosura y tu talento. Pero solo recogí una cosecha de apatía, desinterés y olvido. Quizá, mi capacidad de seducción la perdí en el camino que me acerca a la nada.
Ahora, soy un don nadie del que no sabes, o te avergüenza, pronunciar su nombre. ¡Qué más da, amor! Solo deseo que te iguale un varón en tu estatura intelectual y hermosura física. Te ruego que, cuando te encuentres sola, desesperada, aburrida porque esos caballeros bellos y poderosos, solo buscaron en tu cuerpo satisfacciones sexuales y no penetraron en tu interior, en los recovecos de tu hermosa alma, me convoques para descargarte de penas y sinsabores. La vida nunca ha sido fácil ni para las personas que no somos normales ni por físico ni por inteligencia.
Nunca perderé el tiempo, ni haré soñar a una mujer a la que no amo con el alma. No me aprovecharé de la humedad de su gineceo para saciar mi sed de placer. Prefiero a la soledad que me aguarda en mi lecho todas las madrugadas, a la compañía femenina que me agobia con el tedio.
La cópula, a mi edad, busca el arte, que construyen un hombre y una mujer, fundidos por sus sexos; esculpir la estatua del éxtasis divino en el estudio del nirvana, pintar la pasión con la humedad que segrega la piel de los que se quieren, aman, adoran y se olvidan de su ego, para licuarse en una sola esencia.
Cuando eres joven, el sexo piensa por tu cerebro. Si pasados los años, él sigue secuestrando tu inteligencia, nunca habrás amado como aman los elegidos. Cuando maduras, aprendes que el sexo es un arte, la obra maestra del amor cuando se expone el ara del universo.
Eugenio-Jesús de Ávila




















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