REFLEXIONES
Comunicación
En el mundo contemporáneo un grupo social es un conjunto de redes, unas grandes (por ejemplo, los socios de un club de fútbol) y otras pequeñas (los vecinos del portal), unas basadas en el interés (compañeros de trabajo) y otras en el afecto (matrimonio), unas elegidas (un partido político) y otras impuestas (la familia). Los amigos, en general, son nodos de conexión entre unas redes y otras. Por tanto, son fundamentales sociológicamente hablando; pero no hace falta ser sociólogo ni psicólogo para saber que es más fácil tener amigos cuando se es joven, por una razón muy simple: tenemos más tiempo.
Crecer significa, entre otras cosas, ver mucho más comprometidas las horas de tu día. Primero, por las responsabilidades laborales, pero por supuesto también las familiares. Todo ello sin contar con que nuestro tiempo de ocio también se ve mucho más afectado por compromisos sociales con los que “debemos” cumplir, y siempre pensamos que los amigos estarán ahí de todas formas. Pero las relaciones de amistad, como puede pasar con las relaciones sentimentales, se echan a perder si no se trabajan de una forma constante.
Quizás, pararse a reflexionar acerca de la relación con nuestras amistades es el primer paso para cambiar la misma. Por ejemplo, dejándonos de preocupar por la cantidad de “me gusta” que reciben nuestras fotos, y utilizando las redes sociales, no para encerrarnos en nosotros mismos, sino para mejorar nuestras relaciones con los demás.
Es cierto que tenemos menos tiempo para vernos, pero siempre hay un rato para enviar un mensaje preguntando “qué tal”, a esa persona que hace tiempo que no ves, bien por lo ajetreado de nuestras vidas, o a veces, por la propia distancia física. Puede que cueste verse, pero no “saberse”. No obstante, internet y las redes sociales han abierto un mundo de posibilidades para conectar con personas de cualquier parte del mundo; pero estamos creando un ecosistema con jóvenes (y no tan jóvenes) incapaces de comunicarse cara a cara, ya no hablamos de pensar sobre el contenido o empatizar con el mismo, la falta de empatía es algo que me inquieta horrores, el pensamiento egoísta e insensible se está anclando a nosotros en todas las facetas de la vida como algo ordinario. Internet, los móviles y todas las aplicaciones que existen han creado una nueva forma de relacionarnos y un nuevo concepto de amistad.
«Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase que desprecia el contenido» así definió Eduardo Galeano a la sociedad actual.
Hemos de recobrar la capacidad para relacionarnos sin la necesidad de tener una pantalla por medio. Las redes sociales pueden ayudarnos a mantener contacto con amigos que viven lejos, pero solo debe ser eso: un apoyo. Cuando interactuamos con alguien en la vida real, comprendemos sus emociones y sentimientos e intercambiamos otras informaciones más allá de lo estrictamente verbal. Aunque las redes sociales fueron pensadas para conectarnos unos con otros, puede que nos estén alejando de percibir las necesidades y pensamientos de las personas que tenemos cerca, y esto pone en peligro la calidad de la comunicación y, en último término, de las relaciones sociales y familiares.
Emilia Casas Fernández
En el mundo contemporáneo un grupo social es un conjunto de redes, unas grandes (por ejemplo, los socios de un club de fútbol) y otras pequeñas (los vecinos del portal), unas basadas en el interés (compañeros de trabajo) y otras en el afecto (matrimonio), unas elegidas (un partido político) y otras impuestas (la familia). Los amigos, en general, son nodos de conexión entre unas redes y otras. Por tanto, son fundamentales sociológicamente hablando; pero no hace falta ser sociólogo ni psicólogo para saber que es más fácil tener amigos cuando se es joven, por una razón muy simple: tenemos más tiempo.
Crecer significa, entre otras cosas, ver mucho más comprometidas las horas de tu día. Primero, por las responsabilidades laborales, pero por supuesto también las familiares. Todo ello sin contar con que nuestro tiempo de ocio también se ve mucho más afectado por compromisos sociales con los que “debemos” cumplir, y siempre pensamos que los amigos estarán ahí de todas formas. Pero las relaciones de amistad, como puede pasar con las relaciones sentimentales, se echan a perder si no se trabajan de una forma constante.
Quizás, pararse a reflexionar acerca de la relación con nuestras amistades es el primer paso para cambiar la misma. Por ejemplo, dejándonos de preocupar por la cantidad de “me gusta” que reciben nuestras fotos, y utilizando las redes sociales, no para encerrarnos en nosotros mismos, sino para mejorar nuestras relaciones con los demás.
Es cierto que tenemos menos tiempo para vernos, pero siempre hay un rato para enviar un mensaje preguntando “qué tal”, a esa persona que hace tiempo que no ves, bien por lo ajetreado de nuestras vidas, o a veces, por la propia distancia física. Puede que cueste verse, pero no “saberse”. No obstante, internet y las redes sociales han abierto un mundo de posibilidades para conectar con personas de cualquier parte del mundo; pero estamos creando un ecosistema con jóvenes (y no tan jóvenes) incapaces de comunicarse cara a cara, ya no hablamos de pensar sobre el contenido o empatizar con el mismo, la falta de empatía es algo que me inquieta horrores, el pensamiento egoísta e insensible se está anclando a nosotros en todas las facetas de la vida como algo ordinario. Internet, los móviles y todas las aplicaciones que existen han creado una nueva forma de relacionarnos y un nuevo concepto de amistad.
«Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase que desprecia el contenido» así definió Eduardo Galeano a la sociedad actual.
Hemos de recobrar la capacidad para relacionarnos sin la necesidad de tener una pantalla por medio. Las redes sociales pueden ayudarnos a mantener contacto con amigos que viven lejos, pero solo debe ser eso: un apoyo. Cuando interactuamos con alguien en la vida real, comprendemos sus emociones y sentimientos e intercambiamos otras informaciones más allá de lo estrictamente verbal. Aunque las redes sociales fueron pensadas para conectarnos unos con otros, puede que nos estén alejando de percibir las necesidades y pensamientos de las personas que tenemos cerca, y esto pone en peligro la calidad de la comunicación y, en último término, de las relaciones sociales y familiares.
Emilia Casas Fernández




















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