TEOCRACIA
¡La revolución iraní continúa!
¡Solidaridad internacional con la movilización contra el régimen dictatorial!
El alzamiento, que comenzó luego del asesinato de la joven kurda Mahsa Amini es masivo, liderado por las mujeres y tiene ahora demandas que apuntan directamente contra diversas instituciones del régimen dictatorial del ayatollah Jaimini y los mullah tales como la policía de la moral, el Ministerio de Cultura y Orientación Islámica y la Guardia Islámica Revolucionaria (Basij).
Las demandas de las masas van más allá aún y alcanzaron el punto en que ya se plantean el derrocamiento de una dictadura que lleva 43 años. Cada vez más amplios sectores de la sociedad iraní han comenzado a participar de las movilizaciones, en respuesta a la represión del régimen de la República Islámica, que se ha propuesto aplastar la movilización violentamente, con el ejército, la Guardia Revolucionaria y fuerzas paramilitares civiles.
Los reclamos se multiplican. Están las demandas de las mujeres iraníes en contra de la opresión de la sharia, la violencia patriarcal y la explotación capitalista: las demandas democráticas y económicas de la clase obrera iraní; las demandas democráticas, económicas y sociales de las minorías étnicas y religiosas del país, como los kurdos, los baluchis y los azeríes, oprimidos y superexplotados por el régimen a través de los años; la demanda de libertad de la juventud, que representan el 60 por ciento de la población.
En los últimos dos meses, todo esto se transformó en un levantamiento popular revolucionario, que se unifica con consignas como: “el pueblo quiere derribar al régimen” o “¡Muerte al tirano, sea el líder supremo o el sha!”
La movilización de las mujeres y los pueblos de Irán no se han detenido
Aunque la represión ya ha causado la muerte de alrededor de 500 personas (algunas dicen que este número se acerca a 1.000) y el arresto de más de 15 mil, los trabajadores de Irán no retroceden en su lucha contra el régimen. El gobierno de la República Islámica, que ha perdido legitimidad a los ojos de las masas, está consciente de que no será capaz de mantener su poder si abandona la violencia. Por esta razón la intensifica. Así, 227 de los 290 diputados del parlamento iraní instaron a la justicia a condenar a muerte a las 14.800 personas arrestadas durante las movilizaciones bajo cargos de “manifestaciones contra la seguridad nacional”, “conflicto con la República Islámica” y “corrupción”. Al mismo tiempo, el gobierno dictatorial está tratando de dividir la unidad lograda en la lucha usando las tensiones étnicas y religiosas presentes en la historia iraní, reprimiendo más intensamente a las movilizaciones en el Kurdistán y en Baluchistán y buscando empujar a las organizaciones de esas regiones a posiciones más radicalizadas. Así, se registraron masacres contra civiles en muchas ciudades del Kurdistán y de Baluchistán. Sin embargo, todas estas maniobras e intentos del régimen de intimidar a las masas no han logrado hacer retroceder la lucha
El alzamiento, que comenzó luego del asesinato de la joven kurda Mahsa Amini es masivo, liderado por las mujeres y tiene ahora demandas que apuntan directamente contra diversas instituciones del régimen dictatorial del ayatollah Jaimini y los mullah tales como la policía de la moral, el Ministerio de Cultura y Orientación Islámica y la Guardia Islámica Revolucionaria (Basij).
Las demandas de las masas van más allá aún y alcanzaron el punto en que ya se plantean el derrocamiento de una dictadura que lleva 43 años. Cada vez más amplios sectores de la sociedad iraní han comenzado a participar de las movilizaciones, en respuesta a la represión del régimen de la República Islámica, que se ha propuesto aplastar la movilización violentamente, con el ejército, la Guardia Revolucionaria y fuerzas paramilitares civiles.
Los reclamos se multiplican. Están las demandas de las mujeres iraníes en contra de la opresión de la sharia, la violencia patriarcal y la explotación capitalista: las demandas democráticas y económicas de la clase obrera iraní; las demandas democráticas, económicas y sociales de las minorías étnicas y religiosas del país, como los kurdos, los baluchis y los azeríes, oprimidos y superexplotados por el régimen a través de los años; la demanda de libertad de la juventud, que representan el 60 por ciento de la población.
En los últimos dos meses, todo esto se transformó en un levantamiento popular revolucionario, que se unifica con consignas como: “el pueblo quiere derribar al régimen” o “¡Muerte al tirano, sea el líder supremo o el sha!”
La movilización de las mujeres y los pueblos de Irán no se han detenido
Aunque la represión ya ha causado la muerte de alrededor de 500 personas (algunas dicen que este número se acerca a 1.000) y el arresto de más de 15 mil, los trabajadores de Irán no retroceden en su lucha contra el régimen. El gobierno de la República Islámica, que ha perdido legitimidad a los ojos de las masas, está consciente de que no será capaz de mantener su poder si abandona la violencia. Por esta razón la intensifica. Así, 227 de los 290 diputados del parlamento iraní instaron a la justicia a condenar a muerte a las 14.800 personas arrestadas durante las movilizaciones bajo cargos de “manifestaciones contra la seguridad nacional”, “conflicto con la República Islámica” y “corrupción”. Al mismo tiempo, el gobierno dictatorial está tratando de dividir la unidad lograda en la lucha usando las tensiones étnicas y religiosas presentes en la historia iraní, reprimiendo más intensamente a las movilizaciones en el Kurdistán y en Baluchistán y buscando empujar a las organizaciones de esas regiones a posiciones más radicalizadas. Así, se registraron masacres contra civiles en muchas ciudades del Kurdistán y de Baluchistán. Sin embargo, todas estas maniobras e intentos del régimen de intimidar a las masas no han logrado hacer retroceder la lucha





























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