NOCTURNOS
Ella es un enigma que enamora
Cuando habla, pronuncia palabras de miel. Mis tímpanos recogen el dulce tono de su boca. Sinfonía de palabras, poesía de sonidos, labios que escriben verbos. Todo en ella es feminidad: forma de andar, moverse, gestos, miradas y…silencios.
Una dama que desliza nombres, adjetivos, preposiciones y adverbios entre su lengua y sus labios enamora sin ni si quiera contemplarla. Te seduce con el timbre de su voz que bien podría haber sido el de las sirenas que cantaban a Odiseo en su regreso a Itaca. Ella es también es esa isla que, a lo largo de toda la vida, buscas para quedarte a vivir y amar. No necesitas continentes, ni naciones, ni tierras. Ella y el mar. La forma de su cuerpo, con sus cabos y golfos, valles y montes. Y las nubes que se detienen para lloverla, y las olas que van y vienen para hacerle el amor, y Eolo que sopla para mover sus lindos cabellos, y las brisas que susurran en sus oídos.
Y si la vieras, te enamorarías de su piel y de su carne, de su dolor y de sus placeres, porque, durante unos momentos, creerías que es Nefertiti reencarnada. Ella, que es un enigma en un sensual cuerpo de mujer, te contará el misterio de los números, el secreto del Tarot y cómo el alma se va enamorando a través de los siglos hasta que ascienda a otra esfera, inefable e indefinible.
Y yo ya me he prohibido enamorarme. Mi cerebro no le permite a mi corazón amar sin esperanza, querer lo que nunca podrá tener. Soy demasiado viejo para sufrir por amor.
Eugenio-Jesús de Ávila
Cuando habla, pronuncia palabras de miel. Mis tímpanos recogen el dulce tono de su boca. Sinfonía de palabras, poesía de sonidos, labios que escriben verbos. Todo en ella es feminidad: forma de andar, moverse, gestos, miradas y…silencios.
Una dama que desliza nombres, adjetivos, preposiciones y adverbios entre su lengua y sus labios enamora sin ni si quiera contemplarla. Te seduce con el timbre de su voz que bien podría haber sido el de las sirenas que cantaban a Odiseo en su regreso a Itaca. Ella es también es esa isla que, a lo largo de toda la vida, buscas para quedarte a vivir y amar. No necesitas continentes, ni naciones, ni tierras. Ella y el mar. La forma de su cuerpo, con sus cabos y golfos, valles y montes. Y las nubes que se detienen para lloverla, y las olas que van y vienen para hacerle el amor, y Eolo que sopla para mover sus lindos cabellos, y las brisas que susurran en sus oídos.
Y si la vieras, te enamorarías de su piel y de su carne, de su dolor y de sus placeres, porque, durante unos momentos, creerías que es Nefertiti reencarnada. Ella, que es un enigma en un sensual cuerpo de mujer, te contará el misterio de los números, el secreto del Tarot y cómo el alma se va enamorando a través de los siglos hasta que ascienda a otra esfera, inefable e indefinible.
Y yo ya me he prohibido enamorarme. Mi cerebro no le permite a mi corazón amar sin esperanza, querer lo que nunca podrá tener. Soy demasiado viejo para sufrir por amor.
Eugenio-Jesús de Ávila




















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