Ama, porque lo demás no importa nada

Cuento mi vida, desde que adquirí eso que se denomina uso de razón, por los años en que estuve enamorado. Considero axioma que vivir es amar. Silogismo: morir es no amar. ¿Excesivo? Quizá. No obstante, por mi experiencia, pienso que vivir sin amar solo es durar. La vida si no amas convoca al tedio, a la desgana, a la apatía.

Si tu vida erótica resulta aburrida, encuentras, si tienes cierta sensibilidad, en la expresión artística una manera de distraerte de la realidad, de olvidar que no eres nadie sin amor, aunque triunfes en tu profesión. Yo escribo más cuando no estoy enamorado. Porque el amor necesita todo tu tiempo para obsequiar su mejor versión a la mujer que adoras.

Amar es un verbo difícil de conjugar. Los tiempos pretéritos se te olvidan y el futuro no existe. El amor siempre es presente. Si es pasado, solo será un fue que nunca vuelve. Yo amo ahora, mientras escribo, pero no puedo estar con ella, con la mujer que desborda mi erotismo. Y, cuando me reciban el lecho y mi amante silente, la almohada, dejaré de amar, si bien la recordaré hasta que Morfeo me lleve a mundo. Y, al alba, volveré a amar, en su presencia o en su ausencia. El amor finiquita cuando duermes, porque el sueño es el hijo rebelde de la muerte.

Un vivir sin amar no se parece en nada a un vivir amando. Si no quieres, te falta alegría, ilusión, ganas. Todo se hace por inercia. Cuando estás enamorado, todo es poesía. Te emociona que una mariposa blanca te sople con sus alas, una pareja de jilgueros mimándose, una carpa que salta en el río duradero…Todo es hermoso. Hasta las lágrimas, glóbulos rojos del alma, se escapan para mojar los labios.

Ama y haz lo que quieras. El resto no importa.

Eugenio-Jesús de Ávila