NOCTURNOS
...Y la dejé de amar
No sé por qué se deja de querer. Déjame que lo piense. Dame solo un instante y me respondo. Voy. Ya. Quizá porque nunca se amó. Yo jamás he dejado de amar, porque amé sin ganas, sin necesidad, sin querer. Amé porque tocaba, por placer, porque fui un hombre más, vulgo masculino, más sexo que seso.
Nos educaban para seducir mujeres, pero no para amarlas. Tardé un tiempo en darme cuenta de ese craso error. Como me gustaba la poesía, encontré en los versos el alma femenina. Porque, si Dios existiera, sería un ser femenino. En verdad, somos un proceso químico. No sé nada. Tampoco lo qué es el amor, aunque disfruto de varios placeres distintos cuando comparto para de mi tiempo con esa mujer.
Quizá, supe amar cuando aprendí a pensar más allá de mí, cuando dejé de mirar hacia afuera, para volver mi mirada hacia mi interior. Y hubo un día en el que me perdí porque me había ido a otro cuerpo, al de la mujer de la que me enamoré.
Amar es dejar de ser uno para convertirse en otro ser humano. Uno se pierde a sí mismo cuando ama. Si tú eres la prioridad, si tu ego te dirige, si tu yo se llama narciso, no querrás nunca a nadie, nunca amarás. Yo no me quiero tanto desde que la amo a ella. Volveré a mí cuando me toque partir hacia la nada. Mientras, la amaré, aunque se haya olvidado de mí.
Eugenio-Jesús de Ávila
No sé por qué se deja de querer. Déjame que lo piense. Dame solo un instante y me respondo. Voy. Ya. Quizá porque nunca se amó. Yo jamás he dejado de amar, porque amé sin ganas, sin necesidad, sin querer. Amé porque tocaba, por placer, porque fui un hombre más, vulgo masculino, más sexo que seso.
Nos educaban para seducir mujeres, pero no para amarlas. Tardé un tiempo en darme cuenta de ese craso error. Como me gustaba la poesía, encontré en los versos el alma femenina. Porque, si Dios existiera, sería un ser femenino. En verdad, somos un proceso químico. No sé nada. Tampoco lo qué es el amor, aunque disfruto de varios placeres distintos cuando comparto para de mi tiempo con esa mujer.
Quizá, supe amar cuando aprendí a pensar más allá de mí, cuando dejé de mirar hacia afuera, para volver mi mirada hacia mi interior. Y hubo un día en el que me perdí porque me había ido a otro cuerpo, al de la mujer de la que me enamoré.
Amar es dejar de ser uno para convertirse en otro ser humano. Uno se pierde a sí mismo cuando ama. Si tú eres la prioridad, si tu ego te dirige, si tu yo se llama narciso, no querrás nunca a nadie, nunca amarás. Yo no me quiero tanto desde que la amo a ella. Volveré a mí cuando me toque partir hacia la nada. Mientras, la amaré, aunque se haya olvidado de mí.
Eugenio-Jesús de Ávila
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.120