NUESTRA HISTORIA
El Ayuntamiento recupera "sus" murallas
A través de los tiempos, las Corporaciones Municipales de turno se han venido ejercitando en el "quita y pon" de las murallas de la ciudad cuando han tenido competencia para decidir. No siempre el Ayuntamiento tuvo facultades para tomar acuerdos sobre el destino del recinto amurallado zamorano.
A la llegada del "Sexenio Revolucionario", en el siglo XIX, el Ayuntamiento tenía que pedir permiso al Comandante General, Gobernador Militar, responsable de la Plaza fortificada, para que, durante el verano, permaneciesen abiertas las puertas de la ciudad hasta las doce de la noche para que el vecindario de la población pudiera disfrutar de la frescura y recreo que ofrecían los paseos exteriores. Lamentablemente, el recinto de la ciudad se perdió, y no precisamente por el crecimiento urbano, sino porque el ESTADO se incautó de las murallas, las puertas de madera desaparecieron, varios tramos de muralla fueron vendidos a particulares y la incuria apareció en aquella época por todas partes.
En agosto del año 1862, don Ramón Álvarez pedía al Ayuntamiento que, "como dueño de un trozo de muralla a la proximidad de la Puerta de la Feria, y de dos solares interiores, que adquirió por compra al estado, habiendo resuelto edificar en estos y darles luces abriendo dos grandes huecos en dicha muralla, mirando al barrio de la Puebla de la Feria, se le concediera permiso para edificar dicha obra."
Claro que, sobre esto de la venta de las murallas, ya hacía tiempo que habían surgido las lamentaciones: La Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos encarecía al Ayuntamiento, en mayo de mil ochocientos sesenta y cuatro que se encargara de la conservación y mantenimiento de las murallas de la ciudad, "símbolo de las glorias que durante muchos siglos la hicieron grande ante propios y extraños, y recuerdo perenne de su respetado nombre en lo antiguo."
Como no podía ser menos, el Ayuntamiento contestó a la Comisión que, desgraciadamente, ya era tarde para remediar el mal. Que el Estado y en su representación la Hacienda Pública se había incautado de los muros inmediatamente después de haber perdido Zamora la consideración de Plaza fuerte, y por su disposición se declararon en venta, no solo los terrenos que constituían el glacis de las fortificaciones, sino también las murallas, cuya venta en subasta tuvo lugar poco tiempo después.
A pesar del estado de abandono en que las puertas de la ciudad habían quedado desde mil ochocientos sesenta y siete, haciendo uso de las maderas de aquellas puertas para reparación de cuarteles y del puente levadizo del Castillo, aún el señor Brigadier General ordenaba al Ayuntamiento, en octubre de mil ochocientos setenta y cuatro, "que colocaran las puertas en los mismos puntos que antes habían estado, porque se había declarado la Plaza en estado de guerra y era necesario cortar una posible sorpresa a la población por parte de los enemigos de la libertad, de cuyos resultados podrían seguirse incalculables perjuicios al vecindario."
Claro que la cosa viene de muy antiguo, pues en un libro de Acuerdos municipales, de 1555 vemos que el Alcalde hacía presente que el "Arco de Balborraz" amenazaba ruina, y que, por seguridad y comodidad de los vecinos, debía "derrocarse". Discutieron el asunto los regidores , conviniendo en que, quitando el arco, quedaría la calle llana, pero dudaban en ordenar el derribo, por la memoria que el arco en sí llevaba, hasta que, informado por los alarifes ( técnicos de obras) que la ruina era inminente, dieron la orden de "derrocarle".
También en 1883 el Ayuntamiento tomó acuerdo de derribar la Puerta de Santa Clare so pretexto de una mala ventilación de la calle, comenzando la demolición del torreón inmediato, que no llegó a completarse entonces por reclamación de la Comisión de Monumentos. Pero, ya podemos ver que, en la actualidad, nada queda a la vista de aquel tramo de muralla.
Tantos estragos hechos en el recinto amurallado, tuvieron freno a partir del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre el Programa de Protección del Patrimonio, y más tarde, en 1985, con la promulgación de la Ley sobre Patrimonio Histórico Español.
Desde que las murallas de Zamora forman parte del Conjunto histórico-artístico declarado para esta ciudad en 1973, la preocupación de los responsables municipales es constante para rescatar y poner presentables todos los monumentos histórico-artísticos de la ciudad.
Recientemente, en diciembre de 2016, la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Zamora aprobó invertir 830.000 euros en expropiaciones para liberación de tramos de muralla en la zona de la Avenida de la Feria. Por lo menos podremos lucir lo que nos queda del recinto amurallado.
Balbino Lozano
A través de los tiempos, las Corporaciones Municipales de turno se han venido ejercitando en el "quita y pon" de las murallas de la ciudad cuando han tenido competencia para decidir. No siempre el Ayuntamiento tuvo facultades para tomar acuerdos sobre el destino del recinto amurallado zamorano.
A la llegada del "Sexenio Revolucionario", en el siglo XIX, el Ayuntamiento tenía que pedir permiso al Comandante General, Gobernador Militar, responsable de la Plaza fortificada, para que, durante el verano, permaneciesen abiertas las puertas de la ciudad hasta las doce de la noche para que el vecindario de la población pudiera disfrutar de la frescura y recreo que ofrecían los paseos exteriores. Lamentablemente, el recinto de la ciudad se perdió, y no precisamente por el crecimiento urbano, sino porque el ESTADO se incautó de las murallas, las puertas de madera desaparecieron, varios tramos de muralla fueron vendidos a particulares y la incuria apareció en aquella época por todas partes.
En agosto del año 1862, don Ramón Álvarez pedía al Ayuntamiento que, "como dueño de un trozo de muralla a la proximidad de la Puerta de la Feria, y de dos solares interiores, que adquirió por compra al estado, habiendo resuelto edificar en estos y darles luces abriendo dos grandes huecos en dicha muralla, mirando al barrio de la Puebla de la Feria, se le concediera permiso para edificar dicha obra."
Claro que, sobre esto de la venta de las murallas, ya hacía tiempo que habían surgido las lamentaciones: La Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos encarecía al Ayuntamiento, en mayo de mil ochocientos sesenta y cuatro que se encargara de la conservación y mantenimiento de las murallas de la ciudad, "símbolo de las glorias que durante muchos siglos la hicieron grande ante propios y extraños, y recuerdo perenne de su respetado nombre en lo antiguo."
Como no podía ser menos, el Ayuntamiento contestó a la Comisión que, desgraciadamente, ya era tarde para remediar el mal. Que el Estado y en su representación la Hacienda Pública se había incautado de los muros inmediatamente después de haber perdido Zamora la consideración de Plaza fuerte, y por su disposición se declararon en venta, no solo los terrenos que constituían el glacis de las fortificaciones, sino también las murallas, cuya venta en subasta tuvo lugar poco tiempo después.
A pesar del estado de abandono en que las puertas de la ciudad habían quedado desde mil ochocientos sesenta y siete, haciendo uso de las maderas de aquellas puertas para reparación de cuarteles y del puente levadizo del Castillo, aún el señor Brigadier General ordenaba al Ayuntamiento, en octubre de mil ochocientos setenta y cuatro, "que colocaran las puertas en los mismos puntos que antes habían estado, porque se había declarado la Plaza en estado de guerra y era necesario cortar una posible sorpresa a la población por parte de los enemigos de la libertad, de cuyos resultados podrían seguirse incalculables perjuicios al vecindario."
Claro que la cosa viene de muy antiguo, pues en un libro de Acuerdos municipales, de 1555 vemos que el Alcalde hacía presente que el "Arco de Balborraz" amenazaba ruina, y que, por seguridad y comodidad de los vecinos, debía "derrocarse". Discutieron el asunto los regidores , conviniendo en que, quitando el arco, quedaría la calle llana, pero dudaban en ordenar el derribo, por la memoria que el arco en sí llevaba, hasta que, informado por los alarifes ( técnicos de obras) que la ruina era inminente, dieron la orden de "derrocarle".
También en 1883 el Ayuntamiento tomó acuerdo de derribar la Puerta de Santa Clare so pretexto de una mala ventilación de la calle, comenzando la demolición del torreón inmediato, que no llegó a completarse entonces por reclamación de la Comisión de Monumentos. Pero, ya podemos ver que, en la actualidad, nada queda a la vista de aquel tramo de muralla.
Tantos estragos hechos en el recinto amurallado, tuvieron freno a partir del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre el Programa de Protección del Patrimonio, y más tarde, en 1985, con la promulgación de la Ley sobre Patrimonio Histórico Español.
Desde que las murallas de Zamora forman parte del Conjunto histórico-artístico declarado para esta ciudad en 1973, la preocupación de los responsables municipales es constante para rescatar y poner presentables todos los monumentos histórico-artísticos de la ciudad.
Recientemente, en diciembre de 2016, la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Zamora aprobó invertir 830.000 euros en expropiaciones para liberación de tramos de muralla en la zona de la Avenida de la Feria. Por lo menos podremos lucir lo que nos queda del recinto amurallado.
Balbino Lozano
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