NUESTRA HISTORIA
Antecedenes del teatro en Zamora
Los teatros que hemos conocido las generaciones de la actualidad, aunque ya son veteranos, tuvieron sus antecesores desde varios siglos antes. El Teatro Principal que todos conocemos debió ser inaugurado en marzo de 1876; en cuanto al Teatro Ramos Carrión, que comenzó a funcionar con Nuevo Teatro, ha sido reinaugurado el pasado 2016, cuando ya era centenario.
Conocemos que, en 1602 ya hubo representaciones de teatro con ocasión de la visita a Zamora del rey Felipe III. En San Ildefonso , los mozos del coro representaron una comedia que fue " muy del gusto de los asistentes". En 1604, el responsable del Hospital de Sotelo, cuyo emplazamiento podemos recordar en la esquina de San Torcuato con calle Riego, se dirigía al Ayuntamiento diciendo: "Que hacía más de treinta años que se representaban allí comedias y le parecía que sería bueno buscar otro local, porque era este muy caluroso en verano y frío en invierno, y además ofrecía el grave inconveniente de que mientras duraban las representaciones padecían notablemente los pobres enfermos, porque tratándose de comedia, todos los que les servían se iban a la función, incluso el médico y cirujano, y había llegado el caso de morir alguno sin darle el Santísimo Sacramento."
El tiempo pasaba y al año siguiente volvió a notificarse lo perjudicial que era representar comedias en el hospital, agregando a las razones que ya se habían expuesto la poca comodidad que tenía la ciudad, es decir, el Justicia y los Regidores que la representaban, y los caballeros y personas principales. Aunque se hicieron gestiones para preparar un nuevo emplazamiento, una comunicación del Consejo de S.M vino a paralizarlo todo, mandando que informara el Regimiento (Ayuntamiento) lo que había tratado acerca de la casa de comedias, y que siguiera haciéndolas entre tanto en el Hospital de Sotelo.
Algún tiempo después, el edificio se hizo nuevo, contiguo y unido con la alhondiguilla del Obispo Simancas y Sala de armas de la Ciudad. Los bancos de los regidores que se llevaban a las funciones de iglesia, se aderezaron muy bien y se llevaron a la sala de comedias, haciendo otros nuevos para la iglesia. En la escritura de fundación y propiedad se estipuló que en estos bancos, situados a mano derecha, no podía sentarse nadie más que el Justicia y Regimiento (la Corporación Municipal). Para las mujeres se hicieron unas gradas, prohibiendo que ninguna bajara de allí al patio, "por no ser decente".
Todavía se insistió en que los Regidores exponían "ciertos inconvenientes que resultaban de estar juntos los hombres con las mujeres en las comedias y el medio de obviarlo". Tuvieron la ocurrencia de mandar hacer una reforma, en el año 1613, construyendo en la parte de arriba destinada a las mujeres una especie de palco con zelujías (celosías), claro que, al poco tiempo desterraron las zelujías, dejando al descubierto el palco de las mujeres.
Todavía hubo acuerdos de aquellos munícipes, en cumplimiento de normas reales, discriminatorios para las mujeres: "os ordeno que enviéis ordenes en todo aprieto, de suerte que se observen precisa e inviolablemente, que ninguna mujer pueda salir al teatro en hábito de hombre, y que si hubiese de ser preciso para la representación que hagan estos papeles, sea con traje tan ajustado y modesto que de ninguna manera se le descubran las piernas ni los pies, sino que esto esté siempre cubierto con los vestidos o trajes que ordinariamente usan, o con alguna sotana, de manera que solo se diferencie el traje de la cintura arriba." rubricado de la Real mano.- Madrid, 1 de enero de 1657 ". Mejor no comento la Real Orden y me limito a transcribirla, porque hoy el teatro es otra cosa muy diferente.
Balbino Lozano
Los teatros que hemos conocido las generaciones de la actualidad, aunque ya son veteranos, tuvieron sus antecesores desde varios siglos antes. El Teatro Principal que todos conocemos debió ser inaugurado en marzo de 1876; en cuanto al Teatro Ramos Carrión, que comenzó a funcionar con Nuevo Teatro, ha sido reinaugurado el pasado 2016, cuando ya era centenario.
Conocemos que, en 1602 ya hubo representaciones de teatro con ocasión de la visita a Zamora del rey Felipe III. En San Ildefonso , los mozos del coro representaron una comedia que fue " muy del gusto de los asistentes". En 1604, el responsable del Hospital de Sotelo, cuyo emplazamiento podemos recordar en la esquina de San Torcuato con calle Riego, se dirigía al Ayuntamiento diciendo: "Que hacía más de treinta años que se representaban allí comedias y le parecía que sería bueno buscar otro local, porque era este muy caluroso en verano y frío en invierno, y además ofrecía el grave inconveniente de que mientras duraban las representaciones padecían notablemente los pobres enfermos, porque tratándose de comedia, todos los que les servían se iban a la función, incluso el médico y cirujano, y había llegado el caso de morir alguno sin darle el Santísimo Sacramento."
El tiempo pasaba y al año siguiente volvió a notificarse lo perjudicial que era representar comedias en el hospital, agregando a las razones que ya se habían expuesto la poca comodidad que tenía la ciudad, es decir, el Justicia y los Regidores que la representaban, y los caballeros y personas principales. Aunque se hicieron gestiones para preparar un nuevo emplazamiento, una comunicación del Consejo de S.M vino a paralizarlo todo, mandando que informara el Regimiento (Ayuntamiento) lo que había tratado acerca de la casa de comedias, y que siguiera haciéndolas entre tanto en el Hospital de Sotelo.
Algún tiempo después, el edificio se hizo nuevo, contiguo y unido con la alhondiguilla del Obispo Simancas y Sala de armas de la Ciudad. Los bancos de los regidores que se llevaban a las funciones de iglesia, se aderezaron muy bien y se llevaron a la sala de comedias, haciendo otros nuevos para la iglesia. En la escritura de fundación y propiedad se estipuló que en estos bancos, situados a mano derecha, no podía sentarse nadie más que el Justicia y Regimiento (la Corporación Municipal). Para las mujeres se hicieron unas gradas, prohibiendo que ninguna bajara de allí al patio, "por no ser decente".
Todavía se insistió en que los Regidores exponían "ciertos inconvenientes que resultaban de estar juntos los hombres con las mujeres en las comedias y el medio de obviarlo". Tuvieron la ocurrencia de mandar hacer una reforma, en el año 1613, construyendo en la parte de arriba destinada a las mujeres una especie de palco con zelujías (celosías), claro que, al poco tiempo desterraron las zelujías, dejando al descubierto el palco de las mujeres.
Todavía hubo acuerdos de aquellos munícipes, en cumplimiento de normas reales, discriminatorios para las mujeres: "os ordeno que enviéis ordenes en todo aprieto, de suerte que se observen precisa e inviolablemente, que ninguna mujer pueda salir al teatro en hábito de hombre, y que si hubiese de ser preciso para la representación que hagan estos papeles, sea con traje tan ajustado y modesto que de ninguna manera se le descubran las piernas ni los pies, sino que esto esté siempre cubierto con los vestidos o trajes que ordinariamente usan, o con alguna sotana, de manera que solo se diferencie el traje de la cintura arriba." rubricado de la Real mano.- Madrid, 1 de enero de 1657 ". Mejor no comento la Real Orden y me limito a transcribirla, porque hoy el teatro es otra cosa muy diferente.
Balbino Lozano


















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