La Rúa de los Notarios, una calle que exige cambios profundos

Hay gentes que se odian a sí mismas, que se dan mucho asco, acomplejadas física e intelectualmente, que proyectan su inquina hacia los que proponen ideas, proyectos, salidas a las crisis, galopantes, demográfica y económica de Zamora. Aquí, convivimos con muchos hijos de Caín y émulos de los caciques decimonónicos. Pero nuestra ciudad, la capital de la provincia, necesita soluciones. La pérdida de habitantes de la ciudad del Romancero, el cierre de pequeños negocios, la marcha de los jóvenes y el silencio de la prensa del poder, cómplice de la deriva de Zamora hacia la nada, exigen pensar en cómo salir de este embrollo social.

Yo sé muy pocas cosas, pero asumo que el poder solo piensa en someter a las masas con sus embustes, tergiversaciones de la realidad y promesas que nunca cumplirá. El poder, a la diestra y a la siniestra, pretende, y lo consigue, que no se piense, que sus decisiones parezcan justas y únicas.

Exijo a nuestros políticos y también a los ciudadanos libérrimos, a cuatro meses de las elecciones municipales, que expongan planes, proyectos y diseños para hacer de Zamora una ciudad más hermosa, porque así vendrán más turistas a conocer nuestros atractivos culturales, monumentales e históricos.

No podemos conformarnos con lo se ha hecho hasta este 2023. La ciudad, porque entonces la filosofía urbana, perdió unas veinte iglesias, la mayor parte de su recinto defensivo medieval, palacios, casi todo enterrado por decisiones de técnicos del Estado.

 La muralla clama por una restauración global, no por coserla cual chaqueta apolillada. Ni el PP ni el PSOE afrontaron esa restauración, porque solo acudían a la llamada de desprendimientos parciales. Guarido, que siguió a Vázquez, pero con otros métodos, y Rosa Valdeón, ha ido, poco a poco, dejando exentos los lienzos de la avenida de la Feria. Todavía queda mucho, porque los propietarios de los casas y edificios quieren más de lo que se les ofrece. Lógica humana.

El gran mirador al Duero, otra idea del actual regidor, se cerró en seco, porque se hicieron las cosas mal con anterioridad y la justicia falló a favor de los intereses de las monjitas. Y poco más que decir al respecto

Los solares, abandonados en su mayoría, siguen ahí, si que se aporten ideas para solucionar esos remiendos que aparecen por doquier en el casco antiguo. De algunos edificios, solo quedan las fachadas, con peligro de venir abajo. La Rúa de los Notarios, la que abre la etapa final hacia la plaza de la Catedral, resulta un paradigma de la impotencia. Un solar, con un paredón inclinado, que ya vomitó materiales sobre la calzada, frente al que se encuentra lo que fue el convento de las concepcionistas, propiedad de la Iglesia, y no se sabe qué se intentará hacer en ese recinto sin utilizar desde que se fueron las últimas religiosas, las que en peores condiciones vivían en la ciudad.

Hay otro gran edificio, abierto en su día como espacio para la hostelería y las exposiciones pictóricas, tiene propietarios, que no lo abrirán nunca, pero podría dedicarse a museo medieval.

Desde la plaza de los Cientos hasta la de la Catedral, habría que arbitrar ideas y proyectos que terminasen con muros, fachadas sin nada detrás y demás deterioros que convierten a la Rúa de los Notarios en un espacio urbano indigno de una ciudad que pretende ser Patrimonio de la Humanidad. Así, imposible.

Hay que embellecer Zamora. Pero yo no soy político, ni tengo amigos en la res pública. Soy un ciudadano que ama a su tierra y le duele, como a Unamuno le dolía España, su deterioro, su deslustre.

En el próximo mandato municipal Zamora se juega su futuro monumental y urbano, por lo tanto, su porvenir turístico, económico y social.

Del Puente de Piedra y la restauración de sus torres, ni una palabra más, porque, al parecer, no lo contempla la Ley de Patrimonio.

Eugenio-Jesús de Ávila