Carlos Domínguez
Martes, 17 de Enero de 2023
HABLEMOS

Democracia a lo Xi Jinping

Carlos Domínguez

[Img #74030]   Bajo disfraz de teoría y, lo que es peor, filosofía, la panfletaria marxista alumbró, frente a lo que entendía modo de producción socialista y comunista… europeo, ocurrencias como aquello del modo de producción asiático y el despotismo oriental, con la vista puesta en China, en sus peculiares estructuras agrarias y en una no menos singular forma de organización social, dependiente por completo del Estado. En definitiva, la política por delante de la economía, abriendo las puertas al archisabido debate, Engels al alimón, acerca de la prevalencia de la infra o la superestructura, como elementos determinantes del desarrollo de las sociedades, mediando, y he ahí la clave del asunto, la añorada revolución.

 

   Que semejantes elucubraciones hayan sido objeto de culto por la flor y nata de una intelectualidad europea rendida desde la posguerra no ya al marxismo como ideología, sino al socialismo y el comunismo como alternativas políticas reales, lo dice todo sobre la decadencia de nuestro mundo y nuestra cultura. Aun así, en tiempos de crisis de la democracia parlamentaria ligada al Estado de derecho, con movimientos de izquierda asumiendo el rancio proyecto totalitario soñado como meta por cualquier forma de socialismo, la fraseología marxista invita a meditar sobre lo que pudo haber de cierto en la verborrea del más abyecto profeta de la modernidad. De ir a la actualidad, la dictadura comunista china representa un curioso paradigma a lo XiJinping, que se aproxima bastante a un modo de producción mutando a industrial a partir de estructuras campesinas milenarias, y asociado a un despotismo inclemente.

 

   Ese nuevo/viejo modelo asiático constituye un desgraciado referente, pues la evolución de las sociedades occidentales y sus democracias hacia las formas estatistas e intervencionistas del Bienestar, impuestas a causa de la masificación como gigantescas estructuras asistenciales de carácter clientelar, anuncia un nuevo “modo de producción”, o Socialburocracia que mina la libertad ligada a la propiedad privada y la iniciativa individual, valiéndose de ingentes aparatos administrativos. Una atenta mirada a la situación crepuscular que vivimos, más allá de la tragedia calculada y a plazos que de momento supone  la guerra de Ucrania, obliga a admitir el alarmante paralelismo entre el modo de producción occidental, o capitalismo mutado a Socialburocracia, y el modelo que, como puro comunismo y despotismo, no hace otra cosa que llevar a sus últimas consecuencias la realidad de nuestro hoy adulterado sistema político. Dictadura inflexible sin debate sobre determinación alguna, con la economía, la sociedad y las mentalidades al servicio del Estado, desde el auxilio de una tecnología sumamente útil como herramienta de control de la sociedad y la persona. Fase perversa incluso más allá del modelo soviético, que en su limbo geográfico e histórico no dejaba de ser europeo, como demostró el agónico proceso de desestalinización llevando al colapso final. ¿Cabe imaginar algo así, aun bajo presión de una pandemia que ella provocó, en la China comunista?

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