NUESTRA HISTORIA
Los caminos del bosque de Valorio
Cuando escribí mi libro “VALORIO”, dediqué un capítulo a los muchos caminos que surcan el bosque. Por entre sus árboles y sobre su arroyo discurren paseos, veredas, sendas y atajos que las personas, el ganado y los carruajes fueron marcando en el terreno al ir y venir siempre por la misma ruta.
Llegaría después la necesidad de conservar en buen estado de uso aquellos pasos que la fuerza de la costumbre hizo que fueran idóneos para los desplazamientos de las gentes.
Los modernos medios de comunicación y transporte exigen la adecuación de los caminos a las necesidades del momento. En la actualidad ya casi no se habla de aquellos caminos de herradura, atajos o veredas; los vocablos cotidianos son carreteras, autovías o autopistas como evidencias derivadas del progreso.
Y aunque haya una obligación de mejorar los servicios en beneficio de una mejor calidad de vida, el hombre está obligado a respetar la naturaleza en armonía con el medio ambiente.
La aparición de los vehículos a motor en la segunda mitad del siglo XIX, propició la llegada a Zamora de los automóviles y con ellos llegó la contaminación y el deterioro del medio ambiente. También llegó el ferrocarril que, de una manera muy especial, ambos medios de comunicación invadieron VALORIO con el asfalto y la línea del ferrocarril a Galicia.
Las máquinas de vapor sometían a continuados riesgos de incendio de la vegetación a su paso por el bosque. Aunque ya no circulan estas locomotoras, VALORIO ha visto reducida su extensión por los túneles y caminos de hierro que invaden una buena parte de su superficie.
La que fue usual carretera de La Hiniesta, aunque ya no es utilizada como tal, al atravesar VALORIO de parte a parte, ha quedado reservada para el uso exclusivo de bicicletas y los automóviles solo llegan hasta el aparcamiento.
Antiguamente, el conocido Camino de Palomares, que discurría por el Alto de VALORIO, que tenía dentro del término municipal de Zamora un cuarto de legua de longitud y treinta pies de anchura, se ha convertido actualmente en la Carretera Nacional 122 que va de Zaragoza a Portugal y que, progresivamente, se está convirtiendo en autovía.
El Ayuntamiento de Zamora siempre estuvo pendiente del estado de conservación de los caminos; particularmente, en lo que se refiere al bosque de VALORIO, sobre lo que encontramos acuerdos municipales, de abril de mil ochocientos cuarenta y nueve, de realizar inspecciones para conocer la situación y poner los remedios a su alcance a los deterioros que se detectasen. Había siempre una esmerada atención a los caminos por parte de la Comisión de Paseos y Arbolados.
Los caminos fueron una referencia constante en la poesía de Antonio Machado, autor de “Campos de Castilla”. Se refería al concepto de la vida consumida que va quedando atrás: “Caminante, no hay camino/ se hace camino al anda./ Al Andar se hace camino/ y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar.”
Balbino Lozano
Cuando escribí mi libro “VALORIO”, dediqué un capítulo a los muchos caminos que surcan el bosque. Por entre sus árboles y sobre su arroyo discurren paseos, veredas, sendas y atajos que las personas, el ganado y los carruajes fueron marcando en el terreno al ir y venir siempre por la misma ruta.
Llegaría después la necesidad de conservar en buen estado de uso aquellos pasos que la fuerza de la costumbre hizo que fueran idóneos para los desplazamientos de las gentes.
Los modernos medios de comunicación y transporte exigen la adecuación de los caminos a las necesidades del momento. En la actualidad ya casi no se habla de aquellos caminos de herradura, atajos o veredas; los vocablos cotidianos son carreteras, autovías o autopistas como evidencias derivadas del progreso.
Y aunque haya una obligación de mejorar los servicios en beneficio de una mejor calidad de vida, el hombre está obligado a respetar la naturaleza en armonía con el medio ambiente.
La aparición de los vehículos a motor en la segunda mitad del siglo XIX, propició la llegada a Zamora de los automóviles y con ellos llegó la contaminación y el deterioro del medio ambiente. También llegó el ferrocarril que, de una manera muy especial, ambos medios de comunicación invadieron VALORIO con el asfalto y la línea del ferrocarril a Galicia.
Las máquinas de vapor sometían a continuados riesgos de incendio de la vegetación a su paso por el bosque. Aunque ya no circulan estas locomotoras, VALORIO ha visto reducida su extensión por los túneles y caminos de hierro que invaden una buena parte de su superficie.
La que fue usual carretera de La Hiniesta, aunque ya no es utilizada como tal, al atravesar VALORIO de parte a parte, ha quedado reservada para el uso exclusivo de bicicletas y los automóviles solo llegan hasta el aparcamiento.
Antiguamente, el conocido Camino de Palomares, que discurría por el Alto de VALORIO, que tenía dentro del término municipal de Zamora un cuarto de legua de longitud y treinta pies de anchura, se ha convertido actualmente en la Carretera Nacional 122 que va de Zaragoza a Portugal y que, progresivamente, se está convirtiendo en autovía.
El Ayuntamiento de Zamora siempre estuvo pendiente del estado de conservación de los caminos; particularmente, en lo que se refiere al bosque de VALORIO, sobre lo que encontramos acuerdos municipales, de abril de mil ochocientos cuarenta y nueve, de realizar inspecciones para conocer la situación y poner los remedios a su alcance a los deterioros que se detectasen. Había siempre una esmerada atención a los caminos por parte de la Comisión de Paseos y Arbolados.
Los caminos fueron una referencia constante en la poesía de Antonio Machado, autor de “Campos de Castilla”. Se refería al concepto de la vida consumida que va quedando atrás: “Caminante, no hay camino/ se hace camino al anda./ Al Andar se hace camino/ y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar.”
Balbino Lozano


















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