NUESTRA HISTORIA
Historias de San Juan de Puerta Nueva
Este templo, que forma parte de la Plaza Mayor de Zamora, tiene una importante representación de la ciudad y de su historia, precisamente por su emplazamiento que lo vincula a las actividades y solemnidades del Consistorio, no solamente por la férrea planta del guerrero que cumple las funciones de veleta y que porta el estandarte a modo de enseña del Ayuntamiento, sino también porque allí estuvo la Puerta Nueva del recinto amurallado que delimitaba la antigua población.
La iglesia, que conserva muy poco de su primitiva forma, ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de los tiempos. Por los años de 1057, después de las importantes reedificaciones que mandó hacer Fernando I en toda la ciudad, en el templo fue construida la torre que cumplía funciones defensivas.
En el siglo XII se ensanchó la ciudad hacia lo que se llamó Trascastillo (hoy Ramón Álvarez) abriéndose entonces una puerta en la muralla junto a la torre, por lo que la iglesia comenzó a llamarse San Juan de Puerta Nueva.
Entrados en España los Templarios a principios del siglo XIII que colaboraron eficazmente en la campaña contra los moros, aunque se da la infortunada circunstancia de haber desaparecido de Zamora el archivo que tenía la Orden de San Juan, sucesora de aquellos caballeros, se tiene constancia de que el templo de San Juan perteneció a los Templarios, habida cuenta de ser importante y codiciada esa torre fortaleza desde la que se dominaba toda la ciudad.
Hubo un privilegio de doña Beatriz y su esposo San Fernando., concediendo en 1222, a los caballeros Teutónicos los lugares de Toro, Benafarces y Griegos, por el que se conjetura la probabilidad de que igualmente se le confiara a estos Caballeros la guarda de esta torre fortaleza que aseguraba a Zamora contra los de afuera y los de adentro.
A fines del siglo XIV debió instalarse el reloj, toda vez que en 1496 era ya muy viejo, como se desprende de la narración que hace Hernando del Pulgar de la frustrada entrevista que Fernando de Aragón había de tener con Alfonso de Portugal y que no se verificó por “andar muy errado el reloj”.
A mediados del siglo XVI se reformó el chapitel de la torre colocando el reloj entre cuatro columnas, pero de resultas de la obra, poco después se resintió la torre y se arruinó una parte destrozando un trozo de la iglesia con un magnífico ventanal ojival que allí había, reparándolo con ladrillo y argamasa para impedir su total desaparición, con lo que quedó sin aquel magnífico hueco acristalado de colores que tenía.
La obra de reedificación de torre y templo sobre la base primitiva duró veinte años y costó 421.000 maravedíes pasando entonces la torre a ser propiedad del Ayuntamiento según convenio que firmó en párroco de San Juan en 1570 y se puso puerta con llave para que el reloj no se tocase sin permiso u orden de la Autoridad. Poco después se abrieron por disposición del Concejo las cuatro ventanas de la torre tallándose las armas de la ciudad en la piedra, y un vecino piadoso costeó la pintura de una Virgen de la Anunciada en el sitio del antiguo horario.
En 1642, después de otras reconstrucciones de la torre, se colocó la figura de Pero Mato, aunque no puede asegurarse que antes no hiera ya otra con la misma simbólica representación.
Habiendo venido en 1750 el célebre arquitecto de cámara don Joaquín de Churriguera para reconocer el templo de San Pedro, que amenazaba inminente ruina, se hicieron reparaciones y portada del poniente de aquel templo, y bajo la dirección del mismo artífice se reparó la iglesia de San Juan.
Importantes reparaciones se llevaron a cabo también en la segunda mitad del siglo XX, eliminando la panera adosada por lado de Juan Nicasio Gallego y reconstruyendo el ventanal gótico que fue rellenado de alabastro traslúcido.
Balbino Lozano
Este templo, que forma parte de la Plaza Mayor de Zamora, tiene una importante representación de la ciudad y de su historia, precisamente por su emplazamiento que lo vincula a las actividades y solemnidades del Consistorio, no solamente por la férrea planta del guerrero que cumple las funciones de veleta y que porta el estandarte a modo de enseña del Ayuntamiento, sino también porque allí estuvo la Puerta Nueva del recinto amurallado que delimitaba la antigua población.
La iglesia, que conserva muy poco de su primitiva forma, ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de los tiempos. Por los años de 1057, después de las importantes reedificaciones que mandó hacer Fernando I en toda la ciudad, en el templo fue construida la torre que cumplía funciones defensivas.
En el siglo XII se ensanchó la ciudad hacia lo que se llamó Trascastillo (hoy Ramón Álvarez) abriéndose entonces una puerta en la muralla junto a la torre, por lo que la iglesia comenzó a llamarse San Juan de Puerta Nueva.
Entrados en España los Templarios a principios del siglo XIII que colaboraron eficazmente en la campaña contra los moros, aunque se da la infortunada circunstancia de haber desaparecido de Zamora el archivo que tenía la Orden de San Juan, sucesora de aquellos caballeros, se tiene constancia de que el templo de San Juan perteneció a los Templarios, habida cuenta de ser importante y codiciada esa torre fortaleza desde la que se dominaba toda la ciudad.
Hubo un privilegio de doña Beatriz y su esposo San Fernando., concediendo en 1222, a los caballeros Teutónicos los lugares de Toro, Benafarces y Griegos, por el que se conjetura la probabilidad de que igualmente se le confiara a estos Caballeros la guarda de esta torre fortaleza que aseguraba a Zamora contra los de afuera y los de adentro.
A fines del siglo XIV debió instalarse el reloj, toda vez que en 1496 era ya muy viejo, como se desprende de la narración que hace Hernando del Pulgar de la frustrada entrevista que Fernando de Aragón había de tener con Alfonso de Portugal y que no se verificó por “andar muy errado el reloj”.
A mediados del siglo XVI se reformó el chapitel de la torre colocando el reloj entre cuatro columnas, pero de resultas de la obra, poco después se resintió la torre y se arruinó una parte destrozando un trozo de la iglesia con un magnífico ventanal ojival que allí había, reparándolo con ladrillo y argamasa para impedir su total desaparición, con lo que quedó sin aquel magnífico hueco acristalado de colores que tenía.
La obra de reedificación de torre y templo sobre la base primitiva duró veinte años y costó 421.000 maravedíes pasando entonces la torre a ser propiedad del Ayuntamiento según convenio que firmó en párroco de San Juan en 1570 y se puso puerta con llave para que el reloj no se tocase sin permiso u orden de la Autoridad. Poco después se abrieron por disposición del Concejo las cuatro ventanas de la torre tallándose las armas de la ciudad en la piedra, y un vecino piadoso costeó la pintura de una Virgen de la Anunciada en el sitio del antiguo horario.
En 1642, después de otras reconstrucciones de la torre, se colocó la figura de Pero Mato, aunque no puede asegurarse que antes no hiera ya otra con la misma simbólica representación.
Habiendo venido en 1750 el célebre arquitecto de cámara don Joaquín de Churriguera para reconocer el templo de San Pedro, que amenazaba inminente ruina, se hicieron reparaciones y portada del poniente de aquel templo, y bajo la dirección del mismo artífice se reparó la iglesia de San Juan.
Importantes reparaciones se llevaron a cabo también en la segunda mitad del siglo XX, eliminando la panera adosada por lado de Juan Nicasio Gallego y reconstruyendo el ventanal gótico que fue rellenado de alabastro traslúcido.
Balbino Lozano
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