¡Venga a emprender, disfrutar y vivir a Zamora!

Quizá algún día en nuestra tierra se creen más guarderías que últimas moradas, eufemísticamente residencias para mayores; pudiera ser que en un futuro no muy lejano vengan jóvenes a Zamora a trabajar; es posible que nuestros pueblos aumenten su población en unos cuantos años; también que los jóvenes zamoranos adquieran una mentalidad empresarial y se olviden de vivir de la función pública, tan conservadora; tal vez antes de que concluya esta tercera década del siglo XXI,  los zamoranos podamos viajar a Portugal por autovía, toda vez que la N-122 ya se haya transformado en una ruta moderna de una nación del primer mundo; a lo mejor, en menos de un lustro, Monte la Reina albergará un contingente militar de gran importancia estratégica para el Ejército español; acaso, en un periquete, Zamora tenga su partido político, que solo obedezca a los deseos de los zamoranos, que cumpla con su programa electoral, firmado ante notario, y, si no se respeta, cese en el cargo de la persona que lo vulnere.

No soy un optimista antropológico como aquel zote llamado José Luis y apellidado Rodríguez Zapatero. Tampoco un pesimista, que no deja de ser un cobarde camuflado de intelectual. Pero, de vez en cuando, sueño despierto para transformar mis deseos en realidad. Yo no pido nada para mí. Estoy cerca del camino que conduce a ninguna parte, que la gente con fe define como cielo o paraíso. Mi esperanza, tan verde con la franja verde de la seña bermeja, reside en ver una Zamora, ciudad y provincia, convertida en la antítesis de lo que hoy, a 31 de enero de 2023, es: una tierra en una profunda decadencia económica, demográfica y cultural.

Convencido estoy que todo irá a peor, si la actitud colectiva zamorana consiste, como es secular, en cruzarse de brazos, ver pasar la vida como si no existiera la muerte, mirarse al espejo y  creer que todo tiempo pasado fue mejor.

Zamora necesita políticos que la agiten, líderes creíbles, hombres y mujeres inconformistas, ciudadanos diligentes y bizarros, preparados y enérgicos. En nuestra tierra sobra gente pusilánime, políticos profesionales -gente sin ideales que pretenden vivir de este chollo de la res pública-, y medios de comunicación que se venden al mejor postor.

Como no nos queda tiempo y sabemos cuáles son nuestros enemigos y las causas de esta deriva mórbida, los contestarios, los rebeldes, los librepensadores, los que amamos a Zamora impediremos que los caciques, los politicastros y la canalla periodística avancen en sus objetivos de empequeñecerla, menguarla, desdibujarla y deconstruirla. Y habrá un día en que podamos expresar un lema: “¡Venga a emprender, a vivir, a disfrutar a Zamora”! Zamora no se ganó en una hora, pero te enamorará en un suspiro.

Eugenio-Jesús de Ávila