Redacción
Martes, 07 de Febrero de 2023
HABLEMOS

Sánchez en off y España humillada

Carlos Domínguez

[Img #74729]   Poco o nada importa el ridículo de un político como Albares, titular de Exteriores, o sea, ministro mayor o canciller según dicen con la pompa acostumbrada en los países hermanos. Al hilo de un espectáculo de auténtico “alucine”, nuestro canciller se puso en off de buenas a primeras, allá por donde el moro habita y suele. Síndrome del terror-pánico, en aproximado diagnóstico profesional.

 

   Dentro de las relaciones humanas, la política será siempre la más difícil de las artes, por cuanto implica dominio y poder. Requiere especial habilidad para medir el alcance de acciones y lenguaje, pero más todavía el estado en que el gobernado percibe la fortaleza de dicho poder. El ejercicio político equivale a cálculo sutil del equilibrio entre autoridad y capacidad de convicción, cuyo primer requisito es la prudencia junto a una especie de sabiduría, o si se prefiere instinto, para mantener en el punto óptimo el delicado nexo que vincula al gobernante con sus administrados. El episodio chusco de otro incapaz, y esto habida cuenta del gobierno actual va camino no ya del puzzle sino del cúmulo galáctico, revela que quien se halla en off es un Sánchez sobrevalorado por su pródiga habilidad para aprovechar momento y oportunidad, dejando de lado no ya un mínimo de ética política, sino de racionalidad y coherencia. El sanchismo se desmorona sin remedio porque sus constantes triquiñuelas revelan finalmente la calidad de Sánchez como político de saldo y oportunidad, más allá de la pose, el ventajismo y una autosuficiencia ilusoria nacida del convencimiento de su infinita capacidad para manipular a la opinión pública.

 

   No hay más que ir a la penosa imagen del presidente en sus recientes comparecencias: Senado, viajes con teatrillo e incluso conferencias de la prensa adicta, para constatar que se halla en off y absolutamente desbordado, en sintonía con lo que se ocultaba tras lo  que nunca pasó de artificial y circense trampantojo. Inutilidad, incompetencia y mediocridad en grado galáctico. Pero lo fundamental, lo grave del  fiasco sanchista y en paralelo a la quiebra de nuestro sistema constitucional, es la humillación a que de nuevo, y llueve sobre mojado, ha sometido la monarquía alauí con sus muchos déficits democráticos a una España devaluada a la condición de Estado-país de decimocuarta o decimoquinta fila.

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