2ª RFEF
El Zamora CF agarra un punto ante el Compostela, pese a un vil arbitraje: (1-1)
El colegiado cántabro Castellano Argueso expulsó injustamente a Chendri (minuto 30) y Luismi Luengo (minuto 70), y evitó que los rojiblancos, que cuajaron media hora inicial extraordinaria, triunfasen en Santiago de Compostela, y, para colmo de males, Iricíbar se lesionó en la primera mitad
Un arbitraje canallesco, que ya no debe sorprender, después del mayor escandalazo del fútbol español, protagonizado por ese ejército desarmado del independentismo catalán que es el Barça, en genial frase de Montalbán, evitó que el Zamora ganase el jubileo de tres puntos en Santiago de Compostela.
Un desahogado cántabro, apellidado Castellano Argueso, un enemigo del fútbol, expulso, en cinco minutos, por dos faltitas, a un jugador que es todo delicadeza, Theo Chendri, cuando los rojiblancos bordaban el fútbol, a la media hora de partido.
No conforme con esa canallada, cuando el Zamora CF ganaba con un sensacional gol de Álex Ares, minuto 54, decidió expulsar por roja directa a Luismi Luengo, por considerar que hizo falta a un delantero compostelano al borde del área, cuando fue el jugador gallego el que cometió infracción sobre el central diestro rojiblanco. Dejó, pues, al cuadro de Yago Iglesias con nueve jugadores en el minuto 79. El Zamora CF, después de jugar más de una hora con un hombre menos, debería aguantar otros 25 minutos. Y, con tanta afrente, los rojiblancos fueron capaces de llevarse un punto ante el Compostela, incluso sin Iricíbar, lesionado al término de la primera entrega.
Todo empezó de la mejor forma para el Zamora CF. Yago Iglesias había preferido jugar con Theo en la posición de Juanan, que empezaría como suplente. Álex Ares sería titular. El resto del equipo el mismo que se enfrentó al Marino.
Si obvio una falta, botada desde la derecha, con cabezazo que desvió Iricíbar, el Zamora cuajó 25 minutos iniciales extraordinario. Theo y Chendri y sus compañeros ligaban acciones preciosas, al primer toque, mientras los franjicelestes se limitaban a observar la maravillosa lección de los rojiblancos. Parecía, hasta que el árbitro expulsó a francés del Zamora, que Yago Iglesias y su tropa saldría victoria de un compromiso tan exigente. La única duda consistía en saber cuándo los rojiblancos batirían al meta gallego.
Pero, como ya he contado, el árbitro cántabro sancionó el buen fútbol, expulsando al mejor jugador sobre el césped, Chendri. Siendo objetivo, ninguna de las dos faltas mereció la amarilla. Ambas ocurrieron en la medular. No hubo intención por parte del rojiblanco de dañar al rival. Dos faltas más de tantas y tantas que no se sancionan con tarjeta amarilla.
Al verse con mayoría en el césped, el Compostela pasó a dominar la situación, pero sin grandes ocasiones, se exceptúo una acción por la derecha que evitó Iricíbar, que, como consecuencia de su intervención, se lesionó en la pierna izquierda. De tal manera, Troya relevaría a su compañero, uno de los futbolistas esenciales en este Zamora CF.
Con dominio local se inició la segunda entrega, pero sin que el Compos exigiese a cancerbero rojiblanco. El Zamora se desplegaba con cuidado, porque prefería aguantar en la medular y zaga las embestidas gallegas. No obstante, en una de esas contras, iniciada por la banda izquierda, el balón llegaba a Álex Ares que, a dos metros del área grande franjiceleste, agarraba un disparo tremendo que batía al meta Borja Rey. Increíble. Ahora tocaba parapetarse para impedir que el Compostela empatase.
El tiempo pasaba y no recuerdo que Troya se viese comprometido por los delanteros locales. El entrenador local, visto que aquello no se registraba un punto de inflexión en el juego, realizó dos primeros cambios en el minuto 66.
Como el Zamora CF, merced a un trabajo solidario de todos los jugadores de campo, comprobaba que podría alcanzar la victoria en los 20 minutos que mediaban para el finiquito. Mientras, el árbitro siguió cazando al cuadro rojiblanco. Tarjetas amarillas a la menor, para meter más miedo a entrar al rival. Y, en el minuto 70, se produjo el genocidio absoluto, al expulsar a Luengo por una falta inexistente, cuando fue él quien fue objeto de una acción no conforme al reglamento.
Al quedarse con nueve hombres, Yago realizó dos cambios: Al Hadadi y Juanan sustituían a Miguélez y Álex. Quedaban unos 25 minutos para el término del partido. El triunfo se convertía en utopía. Nueve hombres contra 12, porque el parcialismo árbitro cántabro formaba parte del equipo local, cuya afición parecía no avergonzarse del arbitraje.
Como estaba previsto, empataría el Compostela en el minuto 79, al tocar Darío un centro desde la banda derecha para batir a Troya.
Yago volvió a tirar de banquillo: Pana y Ribeiro salieron al coliseo compostelano para relevar a Viana y Charly. Les tocó correr como posesos en los ocho minutos de tiempo reglamentario y los cinco de prolongación.
En ese periodo de tiempo, los numantinos, vestidos de rojiblancos, sostuvieron el empate, sin que el Compostela gozase de alguna ocasión de gol.
El Zamora salía indemne de una persecución arbitral. Cabe preguntarse si hay intereses en la Federación Española de Fútbol para que el cuadro rojiblanco no juegue la fase de ascenso. En este fútbol español corrupto, imagen fiel de la política, todo es posible. El árbitro cántabro alcanzó esta tarde la jerarquía de la infamia.
Convencido estoy que un Zamora entero, sin mancillar, con sus once hombres sobre el césped, habría ganado hoy en Santiago de Compostela. Pero eso es ucronía futbolística, lo que pudo haber sido y no fue.
Y confieso que, a priori, me sentía feliz porque hoy no arbitraba un colegiado gallego.
Un arbitraje canallesco, que ya no debe sorprender, después del mayor escandalazo del fútbol español, protagonizado por ese ejército desarmado del independentismo catalán que es el Barça, en genial frase de Montalbán, evitó que el Zamora ganase el jubileo de tres puntos en Santiago de Compostela.
Un desahogado cántabro, apellidado Castellano Argueso, un enemigo del fútbol, expulso, en cinco minutos, por dos faltitas, a un jugador que es todo delicadeza, Theo Chendri, cuando los rojiblancos bordaban el fútbol, a la media hora de partido.
No conforme con esa canallada, cuando el Zamora CF ganaba con un sensacional gol de Álex Ares, minuto 54, decidió expulsar por roja directa a Luismi Luengo, por considerar que hizo falta a un delantero compostelano al borde del área, cuando fue el jugador gallego el que cometió infracción sobre el central diestro rojiblanco. Dejó, pues, al cuadro de Yago Iglesias con nueve jugadores en el minuto 79. El Zamora CF, después de jugar más de una hora con un hombre menos, debería aguantar otros 25 minutos. Y, con tanta afrente, los rojiblancos fueron capaces de llevarse un punto ante el Compostela, incluso sin Iricíbar, lesionado al término de la primera entrega.
Todo empezó de la mejor forma para el Zamora CF. Yago Iglesias había preferido jugar con Theo en la posición de Juanan, que empezaría como suplente. Álex Ares sería titular. El resto del equipo el mismo que se enfrentó al Marino.
Si obvio una falta, botada desde la derecha, con cabezazo que desvió Iricíbar, el Zamora cuajó 25 minutos iniciales extraordinario. Theo y Chendri y sus compañeros ligaban acciones preciosas, al primer toque, mientras los franjicelestes se limitaban a observar la maravillosa lección de los rojiblancos. Parecía, hasta que el árbitro expulsó a francés del Zamora, que Yago Iglesias y su tropa saldría victoria de un compromiso tan exigente. La única duda consistía en saber cuándo los rojiblancos batirían al meta gallego.
Pero, como ya he contado, el árbitro cántabro sancionó el buen fútbol, expulsando al mejor jugador sobre el césped, Chendri. Siendo objetivo, ninguna de las dos faltas mereció la amarilla. Ambas ocurrieron en la medular. No hubo intención por parte del rojiblanco de dañar al rival. Dos faltas más de tantas y tantas que no se sancionan con tarjeta amarilla.
Al verse con mayoría en el césped, el Compostela pasó a dominar la situación, pero sin grandes ocasiones, se exceptúo una acción por la derecha que evitó Iricíbar, que, como consecuencia de su intervención, se lesionó en la pierna izquierda. De tal manera, Troya relevaría a su compañero, uno de los futbolistas esenciales en este Zamora CF.
Con dominio local se inició la segunda entrega, pero sin que el Compos exigiese a cancerbero rojiblanco. El Zamora se desplegaba con cuidado, porque prefería aguantar en la medular y zaga las embestidas gallegas. No obstante, en una de esas contras, iniciada por la banda izquierda, el balón llegaba a Álex Ares que, a dos metros del área grande franjiceleste, agarraba un disparo tremendo que batía al meta Borja Rey. Increíble. Ahora tocaba parapetarse para impedir que el Compostela empatase.
El tiempo pasaba y no recuerdo que Troya se viese comprometido por los delanteros locales. El entrenador local, visto que aquello no se registraba un punto de inflexión en el juego, realizó dos primeros cambios en el minuto 66.
Como el Zamora CF, merced a un trabajo solidario de todos los jugadores de campo, comprobaba que podría alcanzar la victoria en los 20 minutos que mediaban para el finiquito. Mientras, el árbitro siguió cazando al cuadro rojiblanco. Tarjetas amarillas a la menor, para meter más miedo a entrar al rival. Y, en el minuto 70, se produjo el genocidio absoluto, al expulsar a Luengo por una falta inexistente, cuando fue él quien fue objeto de una acción no conforme al reglamento.
Al quedarse con nueve hombres, Yago realizó dos cambios: Al Hadadi y Juanan sustituían a Miguélez y Álex. Quedaban unos 25 minutos para el término del partido. El triunfo se convertía en utopía. Nueve hombres contra 12, porque el parcialismo árbitro cántabro formaba parte del equipo local, cuya afición parecía no avergonzarse del arbitraje.
Como estaba previsto, empataría el Compostela en el minuto 79, al tocar Darío un centro desde la banda derecha para batir a Troya.
Yago volvió a tirar de banquillo: Pana y Ribeiro salieron al coliseo compostelano para relevar a Viana y Charly. Les tocó correr como posesos en los ocho minutos de tiempo reglamentario y los cinco de prolongación.
En ese periodo de tiempo, los numantinos, vestidos de rojiblancos, sostuvieron el empate, sin que el Compostela gozase de alguna ocasión de gol.
El Zamora salía indemne de una persecución arbitral. Cabe preguntarse si hay intereses en la Federación Española de Fútbol para que el cuadro rojiblanco no juegue la fase de ascenso. En este fútbol español corrupto, imagen fiel de la política, todo es posible. El árbitro cántabro alcanzó esta tarde la jerarquía de la infamia.
Convencido estoy que un Zamora entero, sin mancillar, con sus once hombres sobre el césped, habría ganado hoy en Santiago de Compostela. Pero eso es ucronía futbolística, lo que pudo haber sido y no fue.
Y confieso que, a priori, me sentía feliz porque hoy no arbitraba un colegiado gallego.




























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