Ilia Galán
Lunes, 20 de Febrero de 2023
IDEAS

Bombas muertas

[Img #75329]Sobrevolaba la ciudad el trimotor, llegó al templo y arrojó cuatro bombas. Dos acertaron. Como Santiago, el Pilar en Zaragoza es un símbolo clave para el catolicismo ibérico pues sobre esa piedra María, la madre del Mesías, se habría aparecido en vida al apóstol Santiago para confortarlo: aquellos iberos o celtas no eran fáciles. Pero su oración y predicación lograría luego numerosas conversiones que hicieron de España uno de los países más fieles al mensaje del Resucitado.

            Dos bombas entraron en esa gran iglesia de múltiples capillas y muchas artes, mas no explotaron. Quedaron algo dañados los frescos de Goya y un boquete se contempla hoy en la cúpula de la santa capilla, recordándolo, como los dos proyectiles que cuelgan junto a unas banderas de distintos países de la hispanidad. Milagro de la Virgen, dijeron; otros hablan de fallos técnicos.

            Lo admirable de nuestra época es que un senador catalán, de Compromís, ha pedido que por la Ley de Memoria se retiren, como si fomentaran el odio. Curioso acto inquisitorial como los que ahora parecen crecer en las filas anticlericales, pues cada vez menos libertad hay para expresar lo que uno cree como verdad.

            Recordar lo que pasó es fundamental para evitar que vuelva suceder un enfrentamiento civil tan horrendo como el producido en aquel 1936. Hubo barbaridades propiciadas por las tropas sublevadas y hubo quema de iglesias, miles de clérigos asesinados, checas donde se torturaba y mataba en el bando republicano. Hay que evitar mirar tuertos lo sucedido, que solo se comprende, como en los juicios, escuchando a unos y a otros, no solo a los que piensan como uno mismo.

            El senador Mulet denuncia las alusiones a la "guerra de liberación de la patria", pero ese mármol está dentro, escrito con el estilo del momento. En el caso de mostrarse en un lugar público, exterior, y no dentro de una iglesia, podrían tapar algunas palabras, como antes hacían los censores, pero el resto ha de quedar precisamente para no olvidar y evitar repetir el mal, pues vemos que el horror se engendró acentuando el odio. Lo contrario al odio, el amor, es lo que se predica en las iglesias. De hecho, más que revolver con saña, conviene aprender de la historia y buscar lo que nos reconcilia, para evitar volver a enfrentamientos que, vemos, están incrementándose con la polarización política de los últimos tiempos.

            Habría que fomentar el diálogo y, en cualquier caso, mueran mejor las bombas que las personas; toda guerra tiende a ser horrenda, da igual que sea la de Ucrania y Rusia o que fuera la nuestra, los abusos y los excesos van unidos al descontrol propio de la violencia, hija de la ira. Pero los hijos de la ira, no los de Dámaso Alonso, se cultivan con ideas, imaginadas fronteras y soberbia.

                       Ilia Galán

 

 

 

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