HABLEMOS
Un capricho delirante y costoso
Por Carlos Domínguez
De ir a lo prosaico, al interés directo de la ciudadanía europea, la mejor prueba de una arbitrariedad precursora del despotismo es la decisión de suprimir los vehículos movidos por gasolina y diésel, ahora también los híbridos, en plazos ilusorios a falta de una mínima infraestructura para el automóvil eléctrico, pura entelequia técnica y comercial, ello sin compromiso recíproco con las grandes potencias del planeta, más o menos 90 % de la población total al margen de la europea en su pastueña imbecilidad, que seguirán usando con razón combustibles fósiles sin renunciar al desarrollo racional, pautado y verdaderamente sostenible del resto de fuentes de energía. Planteamiento asumible conforme a la lógica y el sentido común, ignorado en nuestro caso por élites fanatizadas, apostolado sectario que, desde su inmenso poder burocrático: al par Bruselas y Estrasburgo, se empeña en proyectos demenciales a la rastra de ideologías abyectas, con la colaboración de una socialdemocracia traidora y servil, demostrando lo que siempre fue en relación al designio de las dictaduras comunistas.
Es imposible no preguntarse por una aberración como ésta, no muy distinta a la de mastodónticos aerogeneradores contaminando, destruyendo por doquier la flora y la fauna de nuestra naturaleza y paisajes a lo largo de generaciones, y que pasa por alto algo tan obvio como el hecho de que organizar a nivel mundial la compleja infraestructura de la producción y distribución de la única energía hoy abundante y fiable: los combustibles fósiles, ha llevado a la humanidad nada menos que un siglo, mientras una impresentable y corrupta eurocracia pretende fiar en cuatro días nuestra prosperidad e incluso elementales formas de vida al sueño, por supuesto interesado con comisión y corrupciones de por medio, de una oligarquía dispuesta a sacrificar el futuro de sus ciudadanos a fantasmagorías técnicas y científicas publicitadas por un gigantesco aparato mediático, al servicio de la manipulación de masas.
La gran mentira del cambio climático, aventada por las partitocracias corruptas de Bruselas, Davos y Agendas socialcomunistas, tiene como era fácil imaginar sus consecuencias. La primera, sin excluir otras de carácter medioambiental, obligar a la adquisición masiva de automóviles inútiles, ineficaces, desabastecidos, contaminantes en la producción y reciclaje de sus materiales, igual que infinitamente más costosos para el bolsillo del sufrido ciudadano europeo, víctima de las fructíferas engañifas ecológicas auspiciadas por la nueva casta dominante de socialistas y comunistas, practicando bajo cuerda progresista lo único que saben hacer, en forma de arbitrariedad y despotismo.
De ir a lo prosaico, al interés directo de la ciudadanía europea, la mejor prueba de una arbitrariedad precursora del despotismo es la decisión de suprimir los vehículos movidos por gasolina y diésel, ahora también los híbridos, en plazos ilusorios a falta de una mínima infraestructura para el automóvil eléctrico, pura entelequia técnica y comercial, ello sin compromiso recíproco con las grandes potencias del planeta, más o menos 90 % de la población total al margen de la europea en su pastueña imbecilidad, que seguirán usando con razón combustibles fósiles sin renunciar al desarrollo racional, pautado y verdaderamente sostenible del resto de fuentes de energía. Planteamiento asumible conforme a la lógica y el sentido común, ignorado en nuestro caso por élites fanatizadas, apostolado sectario que, desde su inmenso poder burocrático: al par Bruselas y Estrasburgo, se empeña en proyectos demenciales a la rastra de ideologías abyectas, con la colaboración de una socialdemocracia traidora y servil, demostrando lo que siempre fue en relación al designio de las dictaduras comunistas.
Es imposible no preguntarse por una aberración como ésta, no muy distinta a la de mastodónticos aerogeneradores contaminando, destruyendo por doquier la flora y la fauna de nuestra naturaleza y paisajes a lo largo de generaciones, y que pasa por alto algo tan obvio como el hecho de que organizar a nivel mundial la compleja infraestructura de la producción y distribución de la única energía hoy abundante y fiable: los combustibles fósiles, ha llevado a la humanidad nada menos que un siglo, mientras una impresentable y corrupta eurocracia pretende fiar en cuatro días nuestra prosperidad e incluso elementales formas de vida al sueño, por supuesto interesado con comisión y corrupciones de por medio, de una oligarquía dispuesta a sacrificar el futuro de sus ciudadanos a fantasmagorías técnicas y científicas publicitadas por un gigantesco aparato mediático, al servicio de la manipulación de masas.
La gran mentira del cambio climático, aventada por las partitocracias corruptas de Bruselas, Davos y Agendas socialcomunistas, tiene como era fácil imaginar sus consecuencias. La primera, sin excluir otras de carácter medioambiental, obligar a la adquisición masiva de automóviles inútiles, ineficaces, desabastecidos, contaminantes en la producción y reciclaje de sus materiales, igual que infinitamente más costosos para el bolsillo del sufrido ciudadano europeo, víctima de las fructíferas engañifas ecológicas auspiciadas por la nueva casta dominante de socialistas y comunistas, practicando bajo cuerda progresista lo único que saben hacer, en forma de arbitrariedad y despotismo.

















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