ADIÓS
La nostalgia de una despedida

“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro pasar”. Antonio Machado así lo escribió. Mañana, entro en la edad del júbilo. Me convertiré en un fue. Pasaré. Quedarán casi 13 años como editor y director de “El Día de Zamora”, un barquito de papel que navegó por las espesas aguas de nuestra ciudad, merced a una tripulación extraordinaria. Más de 400 ediciones desde aquel 6 de junio de 2010, cuando salió a las rúas, calles, avenidas de esta ciudad y provincia que han ido a menos desde entonces: menos habitantes, comercios, jóvenes y nacimientos; síntomas de una grave decadencia económica y social, que amenaza con no detenerse en los próximos años, si las administraciones, tanto la autonómica como la nacional, no la detienen con inversiones públicas.
Este medio de comunicación, el más zamorano, criticó, desde su primer número, a los políticos, que se olvidaron de nuestra tierra y eligieron servir a sus partidos antes que a los ciudadanos. Temían perder sus cargos, sus privilegios, sus prebendas.
Y escribí, cada palabra, con la tinta de mi sangre. No serví a nadie. No me incliné ante ningún poder político ni empresarial. Jamás censuré, ni tan siquiera, una coma, a los colaboradores y articulistas, los más inteligentes y cultos de Zamora, que honraron estas páginas.
Siento hoy la nostalgia del adiós a mi criatura periodística y la dicha de que continúe navegando por el océano del porvenir. Es hermoso partir sin decir adiós. Serena la mirada y firme la voz. Así cantaba Serrat en “Vagabundear”.
“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro pasar”. Antonio Machado así lo escribió. Mañana, entro en la edad del júbilo. Me convertiré en un fue. Pasaré. Quedarán casi 13 años como editor y director de “El Día de Zamora”, un barquito de papel que navegó por las espesas aguas de nuestra ciudad, merced a una tripulación extraordinaria. Más de 400 ediciones desde aquel 6 de junio de 2010, cuando salió a las rúas, calles, avenidas de esta ciudad y provincia que han ido a menos desde entonces: menos habitantes, comercios, jóvenes y nacimientos; síntomas de una grave decadencia económica y social, que amenaza con no detenerse en los próximos años, si las administraciones, tanto la autonómica como la nacional, no la detienen con inversiones públicas.
Este medio de comunicación, el más zamorano, criticó, desde su primer número, a los políticos, que se olvidaron de nuestra tierra y eligieron servir a sus partidos antes que a los ciudadanos. Temían perder sus cargos, sus privilegios, sus prebendas.
Y escribí, cada palabra, con la tinta de mi sangre. No serví a nadie. No me incliné ante ningún poder político ni empresarial. Jamás censuré, ni tan siquiera, una coma, a los colaboradores y articulistas, los más inteligentes y cultos de Zamora, que honraron estas páginas.
Siento hoy la nostalgia del adiós a mi criatura periodística y la dicha de que continúe navegando por el océano del porvenir. Es hermoso partir sin decir adiós. Serena la mirada y firme la voz. Así cantaba Serrat en “Vagabundear”.
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