MI VECINA MARISOL
El Barquito de Papel
Pues se jubila Eugenio y su maravilloso Barquito de Papel se va a puerto. Bienvenido al Club del Jubilado, querido Eugenio, te has ganado con creces este descanso aunque, me lo barrunto yo, no te vas a quedar callado.
Y los que hemos encontrado cobijo en ese barquito tenemos que estarte agradecidos por habérnoslo permitido y por no haber puesto ni una sola traba ni censura a lo que te hemos enviado, siempre ha valido tal y como lo hemos enviado, tal y como tú mismo has expresado ayer en tu, no sé si denominarlo, despedida o en tu “hasta luego”.
Bueno y estoy hablando en plural, no porque esté haciéndome eco de otros colaboradores mucho más import6antes que yo, de ninguna manera, sino porque hablo también en nombre de mi querida vecina Marisol y de su inseparable amiga, Concepción, ya sabes la eficiente funcionaria que nunca dice palabrotas. Ambas me trasmiten su enhorabuena para ti, aunque con un poco de pesar por perder este medio, tan único e independiente y, probablemente, irrepetible.
Marisol, a la que ya vas conociendo también, me pregunta si habrá otro medio de poder expresar sus inquietudes de la forma que lo hemos hecho aquí. Y le digo que las redes sociales siempre están ahí, para bien y para mal. Pero me dice, y con razón, que ya no será lo mismo porque el barquito de papel es también un cobijo, gracias a ti, Eugenio, y eso está muy caro de encontrar.
Pero tampoco podía faltar la puntilla de mi vecina la actualidad. Y me recordaba que ayer fue el 42 aniversario del desgraciado intento de golpe de estado, a la entonces recién llegada democracia a España, por un grupo de facinerosos que se creen, como todos los facinerosos, sean de derechas o de izquierdas, que la única verdad es la suya y que la opinión del resto no vale porque son ellos los que se han visto ungidos por la mano de Dios para gobernarnos.
-Bueno, para gobernarnos no, para gobernarse ellos y fastidiar y pisotear a los que no piensan como ellos- me corrige Marisol, que siempre está al quite.
Y me recuerda también que hoy es el aniversario de la invasión de Ucrania por otro facineroso, más de lo mismo, que se ha pensado que puede elegir lo que a él le dé la gana para su uso y disfrute.
-Otro ungido por la mano de Dios, me da lo mismo de qué lado sea, de la diestra de dios padre o de la siniestra, nunca mejor dicho, la cabronada es la misma-, replica mi vecina.
-¡Ya estamos con ese lenguaje!-, le recrimina Concepción.
-Es que el castellano es muy rico y hay palabras que definen muy bien ciertas situaciones o actitudes. Y llamar cabronada a lo que ha hecho Putin con Ucrania es lo más suave que se le puede decir. Él, por sus santos huevos, se metió en Ucrania y decidió que era su jardín particular. Y le dio igual la carnicería humana que preparó, de ucranianos y, aún más, de rusos. Aunque eso no lo dice. Una cabronada es poco-, continua Marisol.
Cierto. ¿Qué le ha explicado a los familiares de los propios rusos muertos o heridos durante ésta barbarie?. Seguro que les habrá hecho muchísima gracia el haber ido a incordiar a los vecinos, por el capricho de ese malnacido, y haber perdido la vida en el intento, mientras él ha estado tocándose la calva esperando como se desarrollaban los acontecimientos.
-Pues le ha salido el tiro por la culata porque se pensaba que la invasión iba a ser un paseo militar, nunca mejor dicho, que iba a durar tres cuartos de hora y está perdiendo hasta la camisa; cosa que tampoco dirá nunca. Y el problema con todos estos dictadorzuelos es que hay que darles una salida digna para que no se encebollen más y mantengan la guerra eternamente. Y ahí ya entra la diplomacia, aunque la que se merece es la del garrote, que es la que nos pide el cuerpo a más de uno-, concluye mi vecina.
Bueno, tenemos muchas cosas de las que hablar porque la actualidad, tanto local, como nacional, como internacional, no para y, para desgracia nuestra, de forma nada halagüeña por lo que estamos viendo; pero hoy estas reflexiones van dirigidas a un amigo, por lo menos así lo siento yo, al que, después de ocho años de colaborar y viajar juntos en su barquito de papel, le doy las gracias por todo, por su acogida, por su amabilidad, por su paciencia, por su magisterio y al que le deseo que disfrute mucho y muchos años. La Toscana es un buen lugar.
Y muchos recuerdos también de mi vecina Marisol y su inseparable Concepción, que acaban de irse a dar buena cuenta de unos riquísimos abisinios.
Kebedo.
Pues se jubila Eugenio y su maravilloso Barquito de Papel se va a puerto. Bienvenido al Club del Jubilado, querido Eugenio, te has ganado con creces este descanso aunque, me lo barrunto yo, no te vas a quedar callado.
Y los que hemos encontrado cobijo en ese barquito tenemos que estarte agradecidos por habérnoslo permitido y por no haber puesto ni una sola traba ni censura a lo que te hemos enviado, siempre ha valido tal y como lo hemos enviado, tal y como tú mismo has expresado ayer en tu, no sé si denominarlo, despedida o en tu “hasta luego”.
Bueno y estoy hablando en plural, no porque esté haciéndome eco de otros colaboradores mucho más import6antes que yo, de ninguna manera, sino porque hablo también en nombre de mi querida vecina Marisol y de su inseparable amiga, Concepción, ya sabes la eficiente funcionaria que nunca dice palabrotas. Ambas me trasmiten su enhorabuena para ti, aunque con un poco de pesar por perder este medio, tan único e independiente y, probablemente, irrepetible.
Marisol, a la que ya vas conociendo también, me pregunta si habrá otro medio de poder expresar sus inquietudes de la forma que lo hemos hecho aquí. Y le digo que las redes sociales siempre están ahí, para bien y para mal. Pero me dice, y con razón, que ya no será lo mismo porque el barquito de papel es también un cobijo, gracias a ti, Eugenio, y eso está muy caro de encontrar.
Pero tampoco podía faltar la puntilla de mi vecina la actualidad. Y me recordaba que ayer fue el 42 aniversario del desgraciado intento de golpe de estado, a la entonces recién llegada democracia a España, por un grupo de facinerosos que se creen, como todos los facinerosos, sean de derechas o de izquierdas, que la única verdad es la suya y que la opinión del resto no vale porque son ellos los que se han visto ungidos por la mano de Dios para gobernarnos.
-Bueno, para gobernarnos no, para gobernarse ellos y fastidiar y pisotear a los que no piensan como ellos- me corrige Marisol, que siempre está al quite.
Y me recuerda también que hoy es el aniversario de la invasión de Ucrania por otro facineroso, más de lo mismo, que se ha pensado que puede elegir lo que a él le dé la gana para su uso y disfrute.
-Otro ungido por la mano de Dios, me da lo mismo de qué lado sea, de la diestra de dios padre o de la siniestra, nunca mejor dicho, la cabronada es la misma-, replica mi vecina.
-¡Ya estamos con ese lenguaje!-, le recrimina Concepción.
-Es que el castellano es muy rico y hay palabras que definen muy bien ciertas situaciones o actitudes. Y llamar cabronada a lo que ha hecho Putin con Ucrania es lo más suave que se le puede decir. Él, por sus santos huevos, se metió en Ucrania y decidió que era su jardín particular. Y le dio igual la carnicería humana que preparó, de ucranianos y, aún más, de rusos. Aunque eso no lo dice. Una cabronada es poco-, continua Marisol.
Cierto. ¿Qué le ha explicado a los familiares de los propios rusos muertos o heridos durante ésta barbarie?. Seguro que les habrá hecho muchísima gracia el haber ido a incordiar a los vecinos, por el capricho de ese malnacido, y haber perdido la vida en el intento, mientras él ha estado tocándose la calva esperando como se desarrollaban los acontecimientos.
-Pues le ha salido el tiro por la culata porque se pensaba que la invasión iba a ser un paseo militar, nunca mejor dicho, que iba a durar tres cuartos de hora y está perdiendo hasta la camisa; cosa que tampoco dirá nunca. Y el problema con todos estos dictadorzuelos es que hay que darles una salida digna para que no se encebollen más y mantengan la guerra eternamente. Y ahí ya entra la diplomacia, aunque la que se merece es la del garrote, que es la que nos pide el cuerpo a más de uno-, concluye mi vecina.
Bueno, tenemos muchas cosas de las que hablar porque la actualidad, tanto local, como nacional, como internacional, no para y, para desgracia nuestra, de forma nada halagüeña por lo que estamos viendo; pero hoy estas reflexiones van dirigidas a un amigo, por lo menos así lo siento yo, al que, después de ocho años de colaborar y viajar juntos en su barquito de papel, le doy las gracias por todo, por su acogida, por su amabilidad, por su paciencia, por su magisterio y al que le deseo que disfrute mucho y muchos años. La Toscana es un buen lugar.
Y muchos recuerdos también de mi vecina Marisol y su inseparable Concepción, que acaban de irse a dar buena cuenta de unos riquísimos abisinios.
Kebedo.




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.110