Carlos Domínguez
Sábado, 25 de Febrero de 2023
HABLEMOS

Pensamiento único

Carlos Domínguez

[Img #75513]   Hace varias décadas, en plena fiebre del sesenta y ocho, una obra de cierto éxito dentro de los círculos intelectuales de la época puso de moda el concepto de “hombre unidimensional”, como producto indeseado de la alienación que se habría instalado en la sociedad a causa del triunfo del capitalismo, llevando no ya a una explotación material y de clase, sino a la negación del ser humano privado de razón y conciencia. No es necesario abundar en la autoría, pues H. Marcuse es, digamos fue en una coyuntura a día de hoy amortizada, uno de los santones de aquel marxismo desnortado, que buscó a la desesperada alguna salida a las trampas doctrinales, teóricas en la jerga al uso, de la ideología dominante a impulso de sus condiciones objetivas: masificación, urbanización y socialización. Como reacción tardía a la barbarie estalinista, freudomarxismo, estructuralismo, deconstrucción y demás desvaríos por el lado de lo “teórico”, fueron excelentes ejemplos de aquella baldía especulación.

 

  Entelequia ideológica, el concepto de hombre unidimensional estaba lejos de dar con la clave de la realidad del hombre contemporáneo, que no reside en la hipotética degradación de un sistema como el capitalista o el socialista soviético, sino precisamente en la perversión de un socialismo capaz de parasitar a su opuesto, mutando de forma silente en un contexto democrático a Estado y Burocracia, gracias a gigantescos aparatos de control. Al hombre unidimensional, conforme a la dogmática marxista, quizá le fuera dada alguna solución revolucionaria, eliminando las lacras de la explotación económica y una alienación correlativa. Pero el individuo, en el marco de una era global y masificada, no tiene la menor posibilidad de redimirse porque su conciencia, y no se trata de alienación de clase sino de puro y simple dominio, se encuentra sometida al imperio de lo gregario, convertido más allá de lo político en modo neutro de vida y existencia. Imperio máximo desde la excusa y valor de lo social, exigiendo conductas solidarias no menos que correctas, pero sobre todo un pensamiento único y sin iniciativa crítica. Porque lo capitalista podía, en “teoría”, hallar alguna salida liberadora, siquiera de naturaleza cultural como proponía el sesenta y ocho haciendo gala de infinita hipocresía. Lo gregario en forma de pensamiento único bajo la realidad hoy evolucionada de socialismo y comunismo, fuera de la sumisión absoluta por conciencia, excluye cualquier alternativa. Y por descontado la revolución.

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