El mal derrotó al bien y la mentira a la verdad

La gente del común iba al cine porque los buenos ganaban siempre. Ficción. En la vida real, los malos se imponen. El mal nunca descansa. El mal piensa. El mal se reproduce. El mal es peor que el coronavirus, porque no existe vacuna que consiga la inmunidad. El mal emplea todo su talento para destruir, devaluar, aniquilar al bien, que es cándido, crédulo, pazguato y lila.

El mal es tan listo que convence al vulgo de su bondad. El bien tan inocente que el mal lo engañó, contándole que Dios era el bueno y el demonio, el malo; que morder la manzana conduciría a la ignorancia, jamás a la sapiencia. El mal inventó a Dios, se lo entregó al bien y condujo al hombre a la mentira de la verdad, a la guerra como paz, al odio del amor, a la muerte en vida.

Nos hemos creído que el silencio se pronunciaba, que las palabras acobardaban a los hechos, que el sexo sin seso implicaba amor, que los medios de comunicación de Zamora comunicaban, que escribían y hablaban en libertad; que existían poetas e intelectuales por estos pagos, que la política exigía  sacrificios, manifestación sacra del hombre…

Me llegué a creer que dediqué media vida al periodismo, cuando solo he sido un pusilánime, un desertor de la guerra entre la verdad y la mentira, entre el bien y el mal.

Ahora, cerca de las postrimerías de la vida, no conozco a gente de bien, porque ignoro qué es eso; pero conozco a mucha gente de mal, situada a izquierdas y derechas, a la siniestra y a la diestra.

 Son gente de mal los que compraron a diputados socialistas para que a Diputación siguiera en poder del PP.

Son gentes de mal lo que colocaron una moción de censura a J. Antolín Martín por cumplir con la Ley, de nuevo, en la Institución Provincial.

Son gentes de mal el político que se lucro durante su carrera en la res pública, concediendo obras a sus amigos o a las empresas que pagaban un canon, la mordida, el soborno.

Son gentes del mal los que aprueban leyes que castigan a los que dicen defender y proteger.

 Son gente de mal los que abusaron del nepotismo y se aprovecharon del enchufismo.

Son gentes de mal los que prometen una cosa y su contraria, los que odian al que no piensa como ellos.

Son gentes del mal los que se consideran por encima del prójimo, sean más cultos, más hermosos o más inteligentes.

Son gentes del mal los hipócritas que condenan la prostitución y después la disfrutan; los que persiguen a los narcos y más tarde se esnifan su cocaína para beber más y más sin que se note la “mona”, la “tajada”.

Son gentes de mal los directores de medios de comunicación que persiguen a los redactores que más trabajan y despuntan.

 Son gentes de mal los periódicos, televisiones, emisoras que silencian los escándalos que perjudican a sus políticos e informan conforme a los contratos publicitarios.

Son gentes de mal los que sirven a los autócratas, a los genocidas.

Son gentes de mal los que guardan silencio por la invasión de Ucrania por Rusia, porque creen que Putin es de los suyos.

Son gentes del mal los que han querido hacer de la historia un juego al gusto del que ordena y manda.

Son gentes de mal los que ven la paja en el ojo ajeno y no perciben la viga en el suyo.

Son gentes de mal los que practican la ley del embudo.

Son gentes de mal los felones, los cobistas y los vainas de la política.

"Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás". William Faulkner

Eugenio-Jesús de Ávila