ZAMORANA
El voto no se compra
Mª Soledad Martín Turiño
El voto no se compra; no hay ciudad o pueblo en España en estos momentos que no esté de obras, arreglando calles, adecuando superficies, restaurando alumbrado… todas aquellas cosas, en fin, que deben hacerse a lo largo del año de forma obligatoria dependiendo de cada ayuntamiento y ahora se llevan a cabo de prisa y corriendo para que los ciudadanos comprueben la valía de los políticos que tienen; eso sí, de cara ser reelegidos y concederles el voto; después, cuando pasan las elecciones, la mayor parte de las promesas que a partir de ahora, en campaña electoral, se hagan, caerán en saco roto y muchas de las ilusiones de los ciudadanos en pueblos y capitales se perderá una vez más diluyéndose como el humo en esperanzas vacías.
El voto no se compra, el amor del pueblo hay que ganárselo, y la forma de hacerlo es estar con ellos, patear la calle, vivir las penurias del comerciante que está a punto de cerrar su negocio, o la ilusión de quien quiere abrir una tienda y no le facilitan los trámites, los problemas de las amas de casa que no pueden llegar a fin de mes, las inquietudes de los jóvenes que preludian un futuro inexistente, el malestar de los ancianos porque las residencias que pueden ser su futuro más inmediato no les ofrecen garantía para vivir los últimos años con una mínima dignidad.
Por eso, hay que bajar a la calle, estudiar los problemas desde cada puesto y no detrás de la mesa de los despachos; y, sobre todo, candidatos de todos los partidos en estos próximos comicios del mes de mayo, por favor, mantened vuestra dignidad, la vuestra y la de aquellos que os vamos a elegir en las urnas; no nos mintáis, no nos defraudéis una vez más; las propuestas que tengáis intención de hacer, que sean realizables una vez lleguéis a vuestros puestos de mando; si no es así, ni os molestéis en mencionarlas. Hay problemas muy graves en este país con los que no se puede jugar solo por estar en periodo electoral; hablad tan solo de aquello por lo que vais a luchar, independientemente de si estáis en primera línea o en la oposición; no queremos más demagogias, no queremos más exabruptos, no queremos que os bajéis al barro y, en lugar de explicar vuestros programas, pongáis en solfa al contrario porque nos abochornáis demostrando que no sois dignos de nuestro voto.
El mes de mayo es un periodo hermoso, asoma la primavera con nuevos brotes y eso es precisamente lo que ansía el pueblo: proyectos ilusionantes y realizables, llevar a cabo los ya previstos, gente dispuesta a renovarse con las necesidades reales que precisa cada lugar, con ideas nuevas, que son muchas las que demanda esta sociedad: frenar la despoblación, atraer empresas, encontrar un futuro para los jóvenes, evitar el desempleo, hacer lo imposible para que cada pueblo y cada ciudad mejoren su situación, y, con ella, sus ciudadanos sean más felices; éste es parte del trabajo de quienes se presentan como candidatos. ¡No decepcionéis al pueblo!
El voto no se compra; no hay ciudad o pueblo en España en estos momentos que no esté de obras, arreglando calles, adecuando superficies, restaurando alumbrado… todas aquellas cosas, en fin, que deben hacerse a lo largo del año de forma obligatoria dependiendo de cada ayuntamiento y ahora se llevan a cabo de prisa y corriendo para que los ciudadanos comprueben la valía de los políticos que tienen; eso sí, de cara ser reelegidos y concederles el voto; después, cuando pasan las elecciones, la mayor parte de las promesas que a partir de ahora, en campaña electoral, se hagan, caerán en saco roto y muchas de las ilusiones de los ciudadanos en pueblos y capitales se perderá una vez más diluyéndose como el humo en esperanzas vacías.
El voto no se compra, el amor del pueblo hay que ganárselo, y la forma de hacerlo es estar con ellos, patear la calle, vivir las penurias del comerciante que está a punto de cerrar su negocio, o la ilusión de quien quiere abrir una tienda y no le facilitan los trámites, los problemas de las amas de casa que no pueden llegar a fin de mes, las inquietudes de los jóvenes que preludian un futuro inexistente, el malestar de los ancianos porque las residencias que pueden ser su futuro más inmediato no les ofrecen garantía para vivir los últimos años con una mínima dignidad.
Por eso, hay que bajar a la calle, estudiar los problemas desde cada puesto y no detrás de la mesa de los despachos; y, sobre todo, candidatos de todos los partidos en estos próximos comicios del mes de mayo, por favor, mantened vuestra dignidad, la vuestra y la de aquellos que os vamos a elegir en las urnas; no nos mintáis, no nos defraudéis una vez más; las propuestas que tengáis intención de hacer, que sean realizables una vez lleguéis a vuestros puestos de mando; si no es así, ni os molestéis en mencionarlas. Hay problemas muy graves en este país con los que no se puede jugar solo por estar en periodo electoral; hablad tan solo de aquello por lo que vais a luchar, independientemente de si estáis en primera línea o en la oposición; no queremos más demagogias, no queremos más exabruptos, no queremos que os bajéis al barro y, en lugar de explicar vuestros programas, pongáis en solfa al contrario porque nos abochornáis demostrando que no sois dignos de nuestro voto.
El mes de mayo es un periodo hermoso, asoma la primavera con nuevos brotes y eso es precisamente lo que ansía el pueblo: proyectos ilusionantes y realizables, llevar a cabo los ya previstos, gente dispuesta a renovarse con las necesidades reales que precisa cada lugar, con ideas nuevas, que son muchas las que demanda esta sociedad: frenar la despoblación, atraer empresas, encontrar un futuro para los jóvenes, evitar el desempleo, hacer lo imposible para que cada pueblo y cada ciudad mejoren su situación, y, con ella, sus ciudadanos sean más felices; éste es parte del trabajo de quienes se presentan como candidatos. ¡No decepcionéis al pueblo!
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