HABLEMOS
Por la coherencia política
Desde Zamora
Los tropiezos de Vox son numerosos, comenzando por la incapacidad para asumir que sus votos hacen de él por ahora partido de Estado, necesitado de un sólido andamiaje territorial que está lejos de conseguir, a diferencia del PP como competidor en el espacio de la derecha. Quizá sea la falta de estructura orgánica lo que lleva a Vox a dar continuamente la sensación de improvisar, de bandear a remolque de los acontecimientos, con un liderazgo en apariencia máximo que luego no lo es, atendiendo a la realidad tanto a nivel nacional como autonómico en el terreno de la política diaria.
La posición de Vox es coherente respecto a Ayuso y la Comunidad de Madrid, sin duda estandarte legítimo de una clara, expresa y rotunda oposición a los desmanes del sanchismo. Lo cual es cierto, pero también lo es que el partido de Abascal no puede ser muleta eterna del PP de Aznar, Rajoy, Casado y Feijóo, todo en el mismo pack de aseada partitocracia, con el único fin de suplir el déficit electoral de unos populares muy centristas, muy chics de derecha complaciente con socialismo y bipartidismo, porque simplemente aspiran a heredar aprovechando la decepción de una ciudadanía dispuesta a votar con espíritu resignado al partido de toda la vida, el de la derecha competente que, gracias al bizarro y entusiasta protagonismo de Feijóo, viene a arreglar mal que bien el desaguisado derrochón del PSOE felipista-sanchista.
Sin embargo, la búsqueda de identidad no debería suponer, a raíz de un tacticismo poco claro, que Vox se alinee por pasiva con el gobierno y sus aliados en temas como la reforma de las pensiones, aduciendo para justificar su abstención que juzga positivos algunos aspectos, cuando dictámenes y criterios técnicos la han valorado como un parche de oportunidad, que lejos de resolver agravará el déficit a corto plazo, aunque desde el ventajismo de trasladar el problema a gestores futuros, no otros que el PP y probablemente Vox como aliado necesario. Coherencia, sí, para lo uno en razón de la identidad propia, respecto a ideario y programa. Pero igualmente para lo otro y más, con arreglo a posicionamientos de alcance que obligan a Vox a definir de una vez y en conjunto su relación con el PP, dentro de la inevitable convergencia y acuerdo de las dos grandes fuerzas de la derecha conservadora.
Los tropiezos de Vox son numerosos, comenzando por la incapacidad para asumir que sus votos hacen de él por ahora partido de Estado, necesitado de un sólido andamiaje territorial que está lejos de conseguir, a diferencia del PP como competidor en el espacio de la derecha. Quizá sea la falta de estructura orgánica lo que lleva a Vox a dar continuamente la sensación de improvisar, de bandear a remolque de los acontecimientos, con un liderazgo en apariencia máximo que luego no lo es, atendiendo a la realidad tanto a nivel nacional como autonómico en el terreno de la política diaria.
La posición de Vox es coherente respecto a Ayuso y la Comunidad de Madrid, sin duda estandarte legítimo de una clara, expresa y rotunda oposición a los desmanes del sanchismo. Lo cual es cierto, pero también lo es que el partido de Abascal no puede ser muleta eterna del PP de Aznar, Rajoy, Casado y Feijóo, todo en el mismo pack de aseada partitocracia, con el único fin de suplir el déficit electoral de unos populares muy centristas, muy chics de derecha complaciente con socialismo y bipartidismo, porque simplemente aspiran a heredar aprovechando la decepción de una ciudadanía dispuesta a votar con espíritu resignado al partido de toda la vida, el de la derecha competente que, gracias al bizarro y entusiasta protagonismo de Feijóo, viene a arreglar mal que bien el desaguisado derrochón del PSOE felipista-sanchista.
Sin embargo, la búsqueda de identidad no debería suponer, a raíz de un tacticismo poco claro, que Vox se alinee por pasiva con el gobierno y sus aliados en temas como la reforma de las pensiones, aduciendo para justificar su abstención que juzga positivos algunos aspectos, cuando dictámenes y criterios técnicos la han valorado como un parche de oportunidad, que lejos de resolver agravará el déficit a corto plazo, aunque desde el ventajismo de trasladar el problema a gestores futuros, no otros que el PP y probablemente Vox como aliado necesario. Coherencia, sí, para lo uno en razón de la identidad propia, respecto a ideario y programa. Pero igualmente para lo otro y más, con arreglo a posicionamientos de alcance que obligan a Vox a definir de una vez y en conjunto su relación con el PP, dentro de la inevitable convergencia y acuerdo de las dos grandes fuerzas de la derecha conservadora.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.164