HABLEMOS
Utilidad muy oportuna
Desde Zamora
Yolanda Díaz fue designada sucesora por el Iglesias que ensayó un hipócrita mutis por el foro, auténtico fiasco debido al cálculo erróneo sobre las posibilidades de su proyecto, tanto personal como de movimiento y programa. Se trataba de utilizar el comodín de una figura reducida a la absoluta nada, esperando nueva oportunidad en tiempos mejores, que ni llegaron ni llegarán jamás.
Si tal fue el papel de Yolanda Díaz como solución de recambio para Iglesias y un Podemos a día de hoy amortizados, ¿qué puede explicar el tejemaneje del sanchismo dando cancha televisiva a la estrella recién descubierta del firmamento Magariños, cierto es, con gradas, sillas y aforo muy limitados? Posiblemente otro parecido al delfinato dedocrático impuesto por Iglesias, con un Sánchez que advierte por reproducida la gran ventaja de Díaz, no otra que su inanidad, su menesterosa carencia de fuste. Y si Díaz con Sumar resultan puro espejismo, sumidos de entrada en las contradicciones de una extrema izquierda con origen asambleario y marginal, su lanzamiento con toda la fanfarria del aparato gubernamental responde a idéntico designio que el de Iglesias, pero con un propósito más sibilino.
El dirigente de Podemos nombró heredera para acabar enfrentado a ella en una riña interna, que lo desautoriza políticamente de cara al futuro, siquiera por la escasa talla de la imprevista enemiga. Mas no sería el caso de Sánchez, cuyos planes pasan no por apuntalar electoralmente a un PSOE que nada le interesa, sino por hacer de Díaz candidata de baratillo, comodín en unas elecciones que probablemente se traduzcan para los socialistas en un descalabro, a causa del propio legado. Semejante operación dejaría al actual presidente las manos libres para lo que no cesa de evidenciar. Encabezando de forma abierta o disimulada las listas de la izquierda, una Yolanda Díaz aspirante a la presidencia del gobierno justificaría por sí sola un resultado calamitoso, pero al mismo tiempo facilitaría a Sánchez su previo y particular mutis por el foro, con el salto a algún puesto de relumbrón internacional.
Maniobra que concuerda con el turisteo del inquilino monclovita pasando más tiempo fuera que dentro, con el falcon de aquí para allá entre tiovivo y tiovivo seudodiplomático, donde en el fondo nuestro avionauta nada cuenta, aunque verdaderamente se esfuerza por lucir. Algo que, al fin y al cabo, mediando ninguneo de Biden, el chino y por aquí últimamente Macron y Meloni, es lo único que importa al personaje de andar a lo suyo, amén de lo por venir. Sánchez tal cual, o gran… estadista para infortunio de esta maltratada nación, alguna vez con nombre y prestigio de España.
Yolanda Díaz fue designada sucesora por el Iglesias que ensayó un hipócrita mutis por el foro, auténtico fiasco debido al cálculo erróneo sobre las posibilidades de su proyecto, tanto personal como de movimiento y programa. Se trataba de utilizar el comodín de una figura reducida a la absoluta nada, esperando nueva oportunidad en tiempos mejores, que ni llegaron ni llegarán jamás.
Si tal fue el papel de Yolanda Díaz como solución de recambio para Iglesias y un Podemos a día de hoy amortizados, ¿qué puede explicar el tejemaneje del sanchismo dando cancha televisiva a la estrella recién descubierta del firmamento Magariños, cierto es, con gradas, sillas y aforo muy limitados? Posiblemente otro parecido al delfinato dedocrático impuesto por Iglesias, con un Sánchez que advierte por reproducida la gran ventaja de Díaz, no otra que su inanidad, su menesterosa carencia de fuste. Y si Díaz con Sumar resultan puro espejismo, sumidos de entrada en las contradicciones de una extrema izquierda con origen asambleario y marginal, su lanzamiento con toda la fanfarria del aparato gubernamental responde a idéntico designio que el de Iglesias, pero con un propósito más sibilino.
El dirigente de Podemos nombró heredera para acabar enfrentado a ella en una riña interna, que lo desautoriza políticamente de cara al futuro, siquiera por la escasa talla de la imprevista enemiga. Mas no sería el caso de Sánchez, cuyos planes pasan no por apuntalar electoralmente a un PSOE que nada le interesa, sino por hacer de Díaz candidata de baratillo, comodín en unas elecciones que probablemente se traduzcan para los socialistas en un descalabro, a causa del propio legado. Semejante operación dejaría al actual presidente las manos libres para lo que no cesa de evidenciar. Encabezando de forma abierta o disimulada las listas de la izquierda, una Yolanda Díaz aspirante a la presidencia del gobierno justificaría por sí sola un resultado calamitoso, pero al mismo tiempo facilitaría a Sánchez su previo y particular mutis por el foro, con el salto a algún puesto de relumbrón internacional.
Maniobra que concuerda con el turisteo del inquilino monclovita pasando más tiempo fuera que dentro, con el falcon de aquí para allá entre tiovivo y tiovivo seudodiplomático, donde en el fondo nuestro avionauta nada cuenta, aunque verdaderamente se esfuerza por lucir. Algo que, al fin y al cabo, mediando ninguneo de Biden, el chino y por aquí últimamente Macron y Meloni, es lo único que importa al personaje de andar a lo suyo, amén de lo por venir. Sánchez tal cual, o gran… estadista para infortunio de esta maltratada nación, alguna vez con nombre y prestigio de España.
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