No crecer es decrecer

  Para un partido en alza después de irrumpir en el panorama político, estancarse y no crecer es menguar, por rebaja de las expectativas generadas. El hecho resulta evidente de ir a lo ocurrido con Ciudadanos, antes con UPyD y alguno más de cuyo nombre ni siquiera trae cuenta acordarse. A propósito de lo cual, ¿qué le sucede a Vox? Aun desde sus primeras y algo noveles comparecencias parlamentarias, Abascal tiene madera de orador y acaso estadista dentro de la política nacional. Sin embargo, disfrutando de un éxito meteórico y a raíz del inevitable compromiso con el  poder, un Vox verdaderamente ninguneado por medios y encuestas lejos de crecer decrecería en votos y escaños, perdiendo parte de su bancada en el hemiciclo.

   Las insuficiencias de Vox se han señalado en este Hablemos, por lo que no es preciso abundar. Pero sobre tales carencias y dada la decepción general cuando detenta el poder, sin ir muy lejos en Castilla y León con un protagonismo gris e inoperante, se hace necesaria cierta reflexión. ¿Por qué Vox desmerece, algo a traducir incluso aceptando lo sesgado de encuestas y pronósticos en una disminución de votos y representación, con merma de poder real según vimos en Andalucía? Vox padece una acusada falta de organigrama y vertebración territorial, en ausencia de cuadros solventes. Lástima el rifirrafe partitocrático que condujo a la desafección de Olona. Con todo, fundamentalmente sufre una lamentable insuficiencia en ideario y programa, lo que le lleva a vacilar en cuestiones decisivas, tocantes a expectativas y presencia mediática.

   Nadie cuestionaría el cerco a que un oficialismo al servicio de la corrección política, es decir, ideología socialista comunista en cualquier versión sin desdeñar lo liberal centrista, somete a Vox. Descalificación al par de un calculado e impresentable sectarismo. Pero  la comunicación está lejos de ser el fuerte del partido de Abascal, con comparecencias, cuando las hay, deslucidas y contradictorias de líderes y portavoces. Probablemente ese déficit tenga que ver con la indefinición del ideario, impidiendo un posicionamiento claro respecto tanto a los aparatos de propaganda con su estrategia de manipulación, como a ojos de la opinión pública. La tarea pendiente de Vox es definirse como fuerza conservadora, al asumir y dar a conocer propuestas nítidas, capaces de movilizar a sus electores.

  A menudo se piensa que lo doctrinal es algo abstracto, sin valor en orden al apoyo de la ciudadanía. Nada más lejos de la realidad, como demuestra en Chile la victoria de una formación inequívocamente conservadora, barriendo desde lo rotundo de posiciones doctrinales, vale constitucionales, a la vieja partitocracia incluida la democracia cristiana, abanderada de un liberalismo claudicante ante el totalitarismo comunista indigenista, o allendismo con ambición de revancha. Debería recordarlo el Vox que aspira a liderar por aquí a las clases activas y propietarias. Ideario y programa, antes que candidaturas improvisadas que nadie o pocos conocen.