Lluvia y política en clave nacional

Llueve, cae el agua tintineando contra los cristales como una música de fondo que conmina a mirar por la ventana ese hermoso espectáculo natural tan necesario y beneficioso. El suelo, las hojas de los árboles, los jardines y plazas adquieren un aspecto tan limpio que parecen barnizados, tal es el brillo que desprenden; y la lluvia que cae apaciblemente, al cabo de unos días cuando retorne el calor, dará lugar a un crecimiento considerable de los árboles que ornan las calles.

Se necesita esta agua para que purifique la ciudad, limpie sus calles, barra la contaminación y mejore el ambiente con un brillo de necesaria limpieza. Ojalá sirviera también para purgar conductas como la mediocridad, la arrogancia o el agravio que últimamente sufrimos los ciudadanos a causa de unos políticos que nos someten a tensiones innecesarias; me refiero concretamente a que, ahora que podrían constituirse los nuevos gobiernos autonómicos y municipales con calma, y empezar a trabajar con nuevas ideas o bien materializando las que quedaron pendientes; ahora –repito- el presidente Sánchez, que no ha sabido digerir el estrepitoso fracaso que la población española en su práctica totalidad ha propinado a sus políticas chanchulleras, ególatras, autoritarias e independentistas, nos asesta un castigo general convocándonos por segunda vez a las urnas en pleno estío vacacional.

Poco importan los ciudadanos, cuando deberían ser el principal objetivo de los gobernantes, atendiendo sus quejas, alejando el fantasma del paro, proporcionando el acceso a viviendas dignas, favoreciendo a los autónomos… y, al mismo tiempo, dotando con una fuerte financiación a los principales ejes que vertebran un país: la sanidad, la educación y la justicia. Entristece que esos colectivos lleven meses manifestándose, sin ser escuchados, para lograr condiciones de trabajo dignas, luchando por la eliminación de contratos precarios que resultan indecentes cuando se hacen por semanas o por meses, para evitar engrosar las listas del paro con el eufemismo absurdo acuñado por este gobierno de trabajador “fijo discontinuo”.

Asistimos además a una burda lucha por el poder en la que se deja patente lo poco que importan las demandas ciudadanas, hasta el punto que está creciendo en la población otro sentimiento que se mueve entre la fatiga y el desinterés, contemplando unos pactos in extremis con quien sea con tal de llegar al poder. ¡Poco hemos aprendido del gobierno bicéfalo que nos ha llevado hasta donde estamos para continuar con otro a base de más retazos todavía, so pretexto de aunar la ideología de izquierdas!

Ignoro quién saldrá elegido en las próximas elecciones generales, aunque sospecho que en la campaña previa no se presentarán programas ni opciones, sino ataques al rival, descalificaciones y embestidas sin importar las necesidades de los españoles o la atenta mirada de la Unión Europea que ya nos ha afeado algunas conductas.

Como ya he manifestado numerosas veces, nos toca a todos los españoles votar con sensatez, eligiendo a aquellos que vayan a proteger mejor los intereses del país, buscando al representante más digno, en quien podamos confiar; para que logremos recuperar el respeto por las instituciones que hoy está prácticamente perdido, al tiempo que crezcan valores como la cultura del esfuerzo, el apoyo a los emprendedores, la protección de los mayores, el refuerzo de las plantillas ahora bajo mínimos en hospitales y centros sanitarios; que se promueva una ley de vivienda que ampare a los propietarios y no a los okupas como ocurre ahora; que se dedique especial atención a las personas desfavorecidas para que nadie se encuentre en situación vulnerable; que se promuevan políticas que frenen la despoblación; que haya un reparto equitativo entre las diferentes autonomías y no sigan existiendo eternas favoritas y desfavorecidas; que se potencie el patrimonio inmaterial de los pueblos y ciudades… y un largo etcétera.

Si los políticos fueran conscientes de todas estas necesidades y lucharan por llevarlas a cabo, se pondrían a trabajar y algún fruto veríamos; pero están más preocupados por salir en la foto con inquietantes triunfalismos para perpetuarse en el poder, cuando es tal el trabajo que hay por delante, que todos los esfuerzos son pocos; así que a ver si todos aquellos con representación popular, desde el alcalde del pueblo más pequeño, hasta el próximo presidente del gobierno, se ponen las pilas, acometen la tarea que les corresponde y lo dan todo por la gente que los ha elegido.

Entre tanto, los ciudadanos estaremos ojo avizor para demostrar en las urnas el premio o castigo que sus gobernantes merecen, porque afortunadamente somos un pueblo adulto que no se conforma con palabras hueras, sino con resultados; que no se obnubila con candidatos trajeados y aparentemente empáticos, sino que van más allá del aspecto o de la mera puesta en escena. Ahora solo queda por ver si ellos están a la altura y la campaña que tanto dinero va a costar a los contribuyentes, es respetuosa, seria, y con los objetivos que interesen a los ciudadanos de este país.