ZAMORANA
Estío, elecciones y hartazgo
Mº Soledad Martín Turiño
No sé cuál es el motivo por el que cada vez que se aproxima el verano con sus días tórridos, preludiando esas merecidas vacaciones para quien se las pueda permitir, la holganza de los estudiantes que ya han terminado el curso escolar, el grato relajamiento de costumbres durante el estío: se come y duerme a horas no regladas, por el simple placer de no hacer nada, de aflojar cuerpo y alma sin las ligaduras a las que los sometemos el resto del año con las obligaciones que hemos de llevar a cabo a diario. Cuando se acerca el verano, repito, añoro el otoño con sus melancólicos días, con la temperatura suave, la serenidad de las hojas de los árboles que se van cayendo al suelo para indicar que una etapa ya se ha terminado y comienza otra, renaciendo de nuevo una y otra vez.
El verano, que es sinónimo de vacaciones, llega un año más con la amenaza de temperaturas extremas y duraderas en el tiempo; los telediarios nos preparan ante esta oleada de calor, con formas de protegernos, recomendaciones y toda una sarta de consejos repetidos año tras año, que todos conocemos de sobra. En el verano se aletarga la actividad, incluso se paraliza en las ciudades grandes: organismos públicos atienden solo por la mañana, se reduce la jornada laboral evitando el turno de tarde, las tiendas abren solo media jornada… porque todos tienen derecho a descansar.
Sin embargo, este verano en concreto será diferente a los demás porque nos parte el estío la peregrina e interesada idea del presidente Sánchez de convocar elecciones el 23 J. Son muchos los españoles que, una vez más, se sienten contrariados porque este ilustre político piense únicamente en él y sus ansias de poder, y no se entere de que está al servicio del pueblo; un pueblo que, tras las elecciones autonómicas y municipales, se había ganado el derecho a descansar en verano y ahora muchos, temiendo ser llamados a formar parte de las mesas electorales, han de hacer cambalaches con sus planes vacacionales para no perder dinero y descanso.
Por otra parte, casi no les ha dado tiempo a tomar asiento en sus nuevos puestos a los políticos locales y autonómicos electos, cuando ya estamos de nuevo en campaña; otra vez el descrédito, los dardos envenenados hacia el contrario, las descalificaciones, los insultos, el cinismo y… el empacho de los españoles ante esta forma de hacer política.
Queremos que se hable de programas, de ideas, de proyectos; que se aborden los grandes problemas de este país y se les ponga el mejor remedio para enmendarlos; queremos ver una búsqueda de soluciones, decoro, empatía, respeto y modales entre los líderes… porque ya estamos más que hartos de la falta de educación que demuestran, y del “y tú más” con que constantemente apoyan sus argumentos.
El profesor Tierno Galván, que un poco sabía de política, dijo en una ocasión: “En política se está en contacto con la mugre y hay que lavarse para no oler mal”. Esta frase viene muy a propósito para los tiempos que vivimos, porque hemos llegado a un punto general de suciedad, insatisfacción y descontento que amenaza con llevarnos a la más absoluta apatía. Es urgente que tengamos referentes políticos de calidad, y en ese sentido, tenemos ejemplos de gobernantes en la España reciente que no llegaron al estado de crispación al que nos están abocando los actuales.
Además, los españoles hemos crecido, ya no nos resignamos con palabras vacías envueltas en celofán; el periodismo ataca con furia, los ciudadanos salen a los medios a expresar sin miedo la realidad que observan, y ya a nadie le tiembla el pulso si ha de manifestar el grado de decepción y malestar que vivimos. Creo que son motivos suficientes para que los líderes de las diferentes formaciones políticas que se presentan a las elecciones, pongan en marcha un cambio de rumbo y sean dignos de nuestro voto, porque bajarse al barro empieza a ser una estrategia trasnochada, se ha visto demasiadas veces. Espero que nos sorprendan para variar, con algo de sentido común, respeto para los adversarios y, de paso, respeto también para los electores, que somos todos los que les vamos a votar.
No sé cuál es el motivo por el que cada vez que se aproxima el verano con sus días tórridos, preludiando esas merecidas vacaciones para quien se las pueda permitir, la holganza de los estudiantes que ya han terminado el curso escolar, el grato relajamiento de costumbres durante el estío: se come y duerme a horas no regladas, por el simple placer de no hacer nada, de aflojar cuerpo y alma sin las ligaduras a las que los sometemos el resto del año con las obligaciones que hemos de llevar a cabo a diario. Cuando se acerca el verano, repito, añoro el otoño con sus melancólicos días, con la temperatura suave, la serenidad de las hojas de los árboles que se van cayendo al suelo para indicar que una etapa ya se ha terminado y comienza otra, renaciendo de nuevo una y otra vez.
El verano, que es sinónimo de vacaciones, llega un año más con la amenaza de temperaturas extremas y duraderas en el tiempo; los telediarios nos preparan ante esta oleada de calor, con formas de protegernos, recomendaciones y toda una sarta de consejos repetidos año tras año, que todos conocemos de sobra. En el verano se aletarga la actividad, incluso se paraliza en las ciudades grandes: organismos públicos atienden solo por la mañana, se reduce la jornada laboral evitando el turno de tarde, las tiendas abren solo media jornada… porque todos tienen derecho a descansar.
Sin embargo, este verano en concreto será diferente a los demás porque nos parte el estío la peregrina e interesada idea del presidente Sánchez de convocar elecciones el 23 J. Son muchos los españoles que, una vez más, se sienten contrariados porque este ilustre político piense únicamente en él y sus ansias de poder, y no se entere de que está al servicio del pueblo; un pueblo que, tras las elecciones autonómicas y municipales, se había ganado el derecho a descansar en verano y ahora muchos, temiendo ser llamados a formar parte de las mesas electorales, han de hacer cambalaches con sus planes vacacionales para no perder dinero y descanso.
Por otra parte, casi no les ha dado tiempo a tomar asiento en sus nuevos puestos a los políticos locales y autonómicos electos, cuando ya estamos de nuevo en campaña; otra vez el descrédito, los dardos envenenados hacia el contrario, las descalificaciones, los insultos, el cinismo y… el empacho de los españoles ante esta forma de hacer política.
Queremos que se hable de programas, de ideas, de proyectos; que se aborden los grandes problemas de este país y se les ponga el mejor remedio para enmendarlos; queremos ver una búsqueda de soluciones, decoro, empatía, respeto y modales entre los líderes… porque ya estamos más que hartos de la falta de educación que demuestran, y del “y tú más” con que constantemente apoyan sus argumentos.
El profesor Tierno Galván, que un poco sabía de política, dijo en una ocasión: “En política se está en contacto con la mugre y hay que lavarse para no oler mal”. Esta frase viene muy a propósito para los tiempos que vivimos, porque hemos llegado a un punto general de suciedad, insatisfacción y descontento que amenaza con llevarnos a la más absoluta apatía. Es urgente que tengamos referentes políticos de calidad, y en ese sentido, tenemos ejemplos de gobernantes en la España reciente que no llegaron al estado de crispación al que nos están abocando los actuales.
Además, los españoles hemos crecido, ya no nos resignamos con palabras vacías envueltas en celofán; el periodismo ataca con furia, los ciudadanos salen a los medios a expresar sin miedo la realidad que observan, y ya a nadie le tiembla el pulso si ha de manifestar el grado de decepción y malestar que vivimos. Creo que son motivos suficientes para que los líderes de las diferentes formaciones políticas que se presentan a las elecciones, pongan en marcha un cambio de rumbo y sean dignos de nuestro voto, porque bajarse al barro empieza a ser una estrategia trasnochada, se ha visto demasiadas veces. Espero que nos sorprendan para variar, con algo de sentido común, respeto para los adversarios y, de paso, respeto también para los electores, que somos todos los que les vamos a votar.




















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