La derecha: de la hipoteca al fracaso

   En la actual tesitura no se trata del PP con sus lastres, de los que la alharaca extremeña es mero oportunismo. Lo que ha de dirimirse en el espacio político de la derecha es el lugar y papel de Vox como segunda fuerza conservadora. Exabruptos, improperios, descalificaciones de la izquierda aborricada amén de asilvestrada, no van a parte ninguna. Lo esencial es que Vox no puede ejercer eternamente de muleta a lo seudópodo del PP, con miras a subsanar por la puerta de atrás las carencias de éste en votos y escaños, debido a la comprensible desconfianza de su electorado.

   El futuro del partido de Abascal, bajo amenaza de diluirse como otras formaciones de reciente memoria, pasa por un trabajo de definición en cuanto a un programa estrictamente conservador, así como por la formación de cuadros solventes en lugar de improvisados, que posibiliten la articulación de una estructura territorial con mínimas garantías. Pero quizá más importante sea apostar por una clara identidad y  autonomía, cueste lo que cueste a corto plazo en términos de votos y cuota de representación.

   Vox debiera plantearse de una vez la renuncia a hipotecas que lo condenan, por una inercia en el fondo ajena, a su propio agotamiento y consunción. ¡Hay que echar a Sánchez y al PSOE!, se vocea desde sectores mediáticos como lema de pactos orquestados para ningunear y desgastar al partido de Abascal. Dígase: ¡que los echen Feijóo, Guardiola o, de paso, López Miras. Y dado que éstos se han aferrado a la ilusión, naturalmente parcial e interesada, de gobernar en solitario o como la lista más votada, ¡que lo hagan en todo lugar solitos y en petit comité!

   De cualquier modo, pobre y desilusionante proyecto para esta sufrida nación sería volcarlo todo, el hoy y el mañana, en el escueto y anecdótico desalojar al arribista Sánchez del poder.