Carlos Domínguez
Sábado, 15 de Julio de 2023
HABLEMOS

Fabulaciones estivales

Desde Zamora

[Img #80238]   Sin duda, en tiempos de política mefítica y cloaquil sería un privilegio contar no ya con sesudas inteligencias, sino con alguien investido del don pituitario, odorífero catando a diario los efluvios del albañal en que algunos han convertido el otrora magnífico desempeño de la cosa pública. Res y pública, esto no por el hedor sino por el mascar, que ya ni siquiera juntar letras. Aun así, lástima que un verdadero genio no sabemos todavía si alumbrado o ignoto, capaz acaso de olisquear cual mascota meona y guarra tufos políticos de esquina en esquina salvo la propia, llegara a hacer gala de un olfato torcido, sutil para lo diestro y nunca lo siniestro, debido probablemente a un deambular al bies. De costumbre por la misma acera y, como es natural, de enfrente. Que lo sabido es y está.

 

   Pero la cuestión, por lo breve e imaginario, es indagar la etiología de semejante privilegio. En tales asuntos conviene ir a lo bíblico, quizás a Jeremías y el Antiguo Testamento, siempre más enjundioso que el Nuevo con algún evangelista de cuarteta, nunca Juan y a saber si Marcos, Lucas o Mateo, destilando salutíferos aromas teológicos. Pudiera ser, apócrifos al margen. Mas dado lo torcido de rollo y paleografia, con los que nunca sabe uno a que bozal o arreo quedarse, también cabría la posibilidad, nunca indigna dada la categoría que merecen todas las bestias del Arca, de que el aroma no resulte monopolio de intelectos evolucionados, sino que alcance a determinadas criaturas expertas en el arte de hozar y catar. Trufa, trufa y más trufa, hongo o setita pudorosa que se hurta al penetrante instinto del perdiguero, adiestrado para dar con el bulbo amigo de jugar al escondite.

 

    De cualquier modo, puesto que Noé y el Arca hubieron de ser correctos e inclusivos, se valorará como hipótesis, junto a la perruna, la de la gorrina especializada en rastrear el perfume de hongo de tanto precio y paladar. Especializada mediando traílla y correa, como sería de esperar de cualquier pergamino con la esquina torcida, en el secretar de incontables lustros. Sin embargo, tratándose de fantasías y meras ensoñaciones, no estaría de más acudir al Lucas sinóptico, 4, 38-9, transcrito a propósito de la curación de la suegra simona, aquejada según parece de grande y hondísima calentura. Mandada la fiebre, diría el olfativo que no porquero escatológico metido en honduras: “Al instante se levantó y les servía”. Cierto que Mateo y sobre todo Marcos abundan en el milagro, loando el oficio de la suegra como fámula bien dispuesta para el servicio doméstico. Vaya y pase, de haber buen catador. Algo que está por ver.

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