Irrefutable veredicto de las urnas
Carlos Domínguez
![[Img #80716]](https://eldiadezamora.es/upload/images/08_2023/4488_zamora.jpg)
En una democracia parlamentaria, bajo la fórmula republicana o de monarquía constitucional, y aquí habrá que decidir a no tardar entre una y otra, los resultados de elecciones con plenas garantías en la convocatoria, la votación y el recuento serán sagrados, algo extensible al juego de pactos a protagonizar por fuerzas políticas reconocidas conforme a las leyes vigentes.
Es por ello que no se entienden las descalificaciones más o menos veladas de quienes perdieron las elecciones después de “ganarlas”, habida cuenta de su práctica imposibilidad a la hora de vertebrar una mayoría suficiente. La derecha conservadora, incapaz de converger en ideario, programa y estrategia, no tiene razón cuando denuncia la alianza del PSOE, y ahí Sánchez no pasa de anécdota ejerciendo de arribista hábil para el regate en corto, con fuerzas cuya ambición es la quiebra de la unidad nacional, por medio de una independencia que liquida consenso y régimen del 78. Aun así, que el sanchismo a fin de retener el poder se avenga a negociar con formaciones separatistas como el PNV, Bildu, Juntos o Izquierda Republicana de Cataluña, es actuación legalmente irreprochable y acorde con la más elemental lógica parlamentaria.
Sánchez formará gobierno, desde la anuencia de partidos liderados en algún caso por prófugos de la justicia. Pero la cuestión, circunstancia que una derecha inane a lo largo de décadas no acaba de asumir, radica en la anomalía implícita al hecho de que el actual ordenamiento, también nuestra Carta Magna, permita y facilite la participación incluso privilegiada de quienes, dado el programa y actuaciones suficientemente conocidas, probablemente deberían hallarse imposibilitados de concurrir a las urnas e incluso gozar de la menor presencia pública. En fin, para salir de este embrollo endemoniado se impone revisar a fondo la obra de la transición, comenzando por lo que tuvo de solución de apaño más allá de un encomiable espíritu de concordia, respecto a los graves problemas subyacentes a nuestra realidad política en el momento de dejar atrás la dictadura.
Sólo mediando tal revisión se comprenderá el alcance de la inepcia y traición de una partitocracia, especialmente la de filiación “conservadora”, incapaz de afrontar con valentía los grandes retos de esta amenazada nación. Del PSOE republicano, revanchista y guerracivilista, asimismo priista y corrupto, era sabido todo, por lo que nadie debió llamarse a engaño a partir de Suresnes y el 82. Pero ¿qué decir de la derecha claudicante, reacia a un análisis crítico acerca de su papel en democracia, aceptando por lo bueno y lo malo, por lo mayor y lo menor, su propia memoria histórica, inseparable de lo que el franquismo tuvo de contención y respuesta en lo político y social a la gran amenaza totalitaria de nuestro tiempo?
![[Img #80716]](https://eldiadezamora.es/upload/images/08_2023/4488_zamora.jpg)
En una democracia parlamentaria, bajo la fórmula republicana o de monarquía constitucional, y aquí habrá que decidir a no tardar entre una y otra, los resultados de elecciones con plenas garantías en la convocatoria, la votación y el recuento serán sagrados, algo extensible al juego de pactos a protagonizar por fuerzas políticas reconocidas conforme a las leyes vigentes.
Es por ello que no se entienden las descalificaciones más o menos veladas de quienes perdieron las elecciones después de “ganarlas”, habida cuenta de su práctica imposibilidad a la hora de vertebrar una mayoría suficiente. La derecha conservadora, incapaz de converger en ideario, programa y estrategia, no tiene razón cuando denuncia la alianza del PSOE, y ahí Sánchez no pasa de anécdota ejerciendo de arribista hábil para el regate en corto, con fuerzas cuya ambición es la quiebra de la unidad nacional, por medio de una independencia que liquida consenso y régimen del 78. Aun así, que el sanchismo a fin de retener el poder se avenga a negociar con formaciones separatistas como el PNV, Bildu, Juntos o Izquierda Republicana de Cataluña, es actuación legalmente irreprochable y acorde con la más elemental lógica parlamentaria.
Sánchez formará gobierno, desde la anuencia de partidos liderados en algún caso por prófugos de la justicia. Pero la cuestión, circunstancia que una derecha inane a lo largo de décadas no acaba de asumir, radica en la anomalía implícita al hecho de que el actual ordenamiento, también nuestra Carta Magna, permita y facilite la participación incluso privilegiada de quienes, dado el programa y actuaciones suficientemente conocidas, probablemente deberían hallarse imposibilitados de concurrir a las urnas e incluso gozar de la menor presencia pública. En fin, para salir de este embrollo endemoniado se impone revisar a fondo la obra de la transición, comenzando por lo que tuvo de solución de apaño más allá de un encomiable espíritu de concordia, respecto a los graves problemas subyacentes a nuestra realidad política en el momento de dejar atrás la dictadura.
Sólo mediando tal revisión se comprenderá el alcance de la inepcia y traición de una partitocracia, especialmente la de filiación “conservadora”, incapaz de afrontar con valentía los grandes retos de esta amenazada nación. Del PSOE republicano, revanchista y guerracivilista, asimismo priista y corrupto, era sabido todo, por lo que nadie debió llamarse a engaño a partir de Suresnes y el 82. Pero ¿qué decir de la derecha claudicante, reacia a un análisis crítico acerca de su papel en democracia, aceptando por lo bueno y lo malo, por lo mayor y lo menor, su propia memoria histórica, inseparable de lo que el franquismo tuvo de contención y respuesta en lo político y social a la gran amenaza totalitaria de nuestro tiempo?

















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