EL BECARIO TARDIO
Gente de la de toda la vida
Esteban Pedrosa
![[Img #82279]](https://eldiadezamora.es/upload/images/09_2023/6568_pedrosa.jpg)
Cada día que pasa, conozco a más gente que no conozco, que tienen forma de saludos a pie de calle para rendir cortesía a lo amable que son, al menos del saludo para fuera, que de casa para adentro cada uno bendiga su propio rincón y dios el de todos, que diría el otro por muy ateo que fuera.
Conocemos a gente -de esa que llamamos de toda la vida- de la que sabemos nada o cuatro cosas mínimas y lo único que alcanzamos a atisbar es que debieron de nacer de una madre, muy pequeñitos y tardaron cierto tiempo en apañarse por si mismos y, a partir de ahí, cada uno tomó su camino o el que le dejaron, llegando, con el tiempo, a aprender a abrocharse e incluso “se sacaron” el carné de identidad, como cualquier ciudadano que se precie.
Recuerdo, de mis largas estancias fuera de Zamora, aquellos momentos en los que volvía y me parecía estar en otra ciudad hasta que no veía una cara conocida y entonces, solo entonces, me tranquilizaba pensando que aquella cara formaba parte intrínseca de mi tierra y que todo volvía a estar en su sitio. Unas veces, la cara no tenía nombre o apellidos, pero sí calle, barrio, ubicación, anécdota, escuela, hermana, olores y, otras, el nombre borraba todo lo demás y no sabías darle un espacio ni un tiempo a aquella pila bautismal.
Ahora, ya se me confunden, como decía al principio, caras con anécdotas y, cuando tengo dudas, lo achaco todo al Feisbu, que tanto nos ha cambiado la vida por mucho que no queramos saberlo, de donde viene toda esa gente que, en poco tiempo, ya se ha convertido en la de toda la vida, que te jalea con un “me gusta” y cualquier día te encuentras por la calle y no sabes dónde meter las manos ni que decir, salvo algún comentario o alguna foto por Internet y salir del paso, sabiendo de antemano que todo seguirá como antes.
Cada día que pasa, conozco a más gente que no conozco, que tienen forma de saludos a pie de calle para rendir cortesía a lo amable que son, al menos del saludo para fuera, que de casa para adentro cada uno bendiga su propio rincón y dios el de todos, que diría el otro por muy ateo que fuera.
Conocemos a gente -de esa que llamamos de toda la vida- de la que sabemos nada o cuatro cosas mínimas y lo único que alcanzamos a atisbar es que debieron de nacer de una madre, muy pequeñitos y tardaron cierto tiempo en apañarse por si mismos y, a partir de ahí, cada uno tomó su camino o el que le dejaron, llegando, con el tiempo, a aprender a abrocharse e incluso “se sacaron” el carné de identidad, como cualquier ciudadano que se precie.
Recuerdo, de mis largas estancias fuera de Zamora, aquellos momentos en los que volvía y me parecía estar en otra ciudad hasta que no veía una cara conocida y entonces, solo entonces, me tranquilizaba pensando que aquella cara formaba parte intrínseca de mi tierra y que todo volvía a estar en su sitio. Unas veces, la cara no tenía nombre o apellidos, pero sí calle, barrio, ubicación, anécdota, escuela, hermana, olores y, otras, el nombre borraba todo lo demás y no sabías darle un espacio ni un tiempo a aquella pila bautismal.
Ahora, ya se me confunden, como decía al principio, caras con anécdotas y, cuando tengo dudas, lo achaco todo al Feisbu, que tanto nos ha cambiado la vida por mucho que no queramos saberlo, de donde viene toda esa gente que, en poco tiempo, ya se ha convertido en la de toda la vida, que te jalea con un “me gusta” y cualquier día te encuentras por la calle y no sabes dónde meter las manos ni que decir, salvo algún comentario o alguna foto por Internet y salir del paso, sabiendo de antemano que todo seguirá como antes.
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