Viernes, 07 de Noviembre de 2025

Patricio Cuadra
Miércoles, 22 de Noviembre de 2023
POSTALES DESDE EL FARO

La niebla

Patricio Cuadra

[Img #84017]

 

Por fin, sí, se ha inaugurado en nuestra ciudad la época de nieblas. Bien es cierto que, cuando hablas de esto con la gente, la mayoría detesta este fenómeno meteorológico, ya sea por cuestiones físicas, como agravación de reumas y diferentes dolores óseos; anímicas, dado que hay personas a las que estar entre tinieblas les apaga el alma y las entristece; prácticas, dado que dificulta la conducción y olvídate de tender la ropa en la calle, etc. Pero hay un pequeño grupo, de elegidos diría yo, a los que nos gusta la niebla. Y añadiría, nos gusta pasear cuando hay niebla sobre las siete de la tarde, cuando ya ha anochecido y la sensación de cobijo y espectralidad es mayor. Y sí, pertenezco a este último grupo, el grupo de los que estábamos hartos de temperaturas anormalmente altas, hartos del sol de justicia o de injusticia, hartos de la luz hasta horas antinaturales. Y los detractores me dirán que con este tiempo no se puede vivir, que nos bajan los índices de melatonina y blablablá. Pero miren, ya han tenido ustedes meses y meses para tostarse al sol, lucir cuerpo, publicar miles de fotos en redes sociales y todas esas tonterías que suelen hacer, pero, en ese tiempo que a ustedes les gusta tanto, no ha lugar a tomarse un chocolate con churros, arroparse bajo el nórdico y los más afortunados, acurrucarse contra cuerpo ajeno. La niebla, y el frío, nos dan para charlas interminables un domingo por la tarde en el sofá, para confesarnos, abrirnos, leer lo que tengamos a mano, escuchar música o escribir mientras se empañan los cristales de la ventana y en la calle vemos el movimiento de figuras fantasmagóricas. Como ven, todo ventajas con la niebla, entendida como fenómeno meteorológico. Porque también existen las nieblas mentales, personas que tienen nublado su entendimiento y pretenden reinstaurar en las mentes de todos los demás, quieran o no, esa oscuridad. Gente hosca, por lo general, de la que debe uno apartarse, por lo que le pudiera pasar o, llegado el momento, pararles los pies, porque su cerrazón es infinita. Pero no me quiero apartar del origen de esta columna que es darles la bienvenida a las nieblas zamoranas. Que si lo piensan bien, Zamora se oculta en la niebla durante todo el año, durante muchos años ya. Y no parece que vaya a despejar. 

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