ZAMORANA
La belleza
Mª Soledad Martín Turiño
![[Img #84687]](https://eldiadezamora.es/upload/images/12_2023/4546_6596_soledad-1.jpg)
El sol regala su luz y calor en este noviembre frio que galopa hacia la Navidad. Las mañanas en las que no nos invade la lluvia o la niebla, el astro rey asoma de entre las nubes azules con su espectacular traje de rayos luminosos que se internan sin pudor en hogares, oficinas, templos o residencias asaltando los espacios sombríos y tiñéndolos de vida.
Cuando esto ocurre, salgo a su encuentro, me asomo a la ventana, cierro los ojos y permito esa tibia caricia sobre mi piel, noto entonces como se abren los poros para recibir con mimo el calor del sol y, poco a poco, entro en un estado plácido, grato e inexplicablemente dichoso, y es que ¡se pueden alcanzar momentos de felicidad de una forma tan simple!
Algo parecido ocurre cuando, lejos de la contaminación lumínica de las ciudades, en noches oscuras se divisan mil y una estrellas en un espectáculo hermoso del que puede gozare con tan solo elevar la vista al cielo; sin embargo, vivimos en una inercia a veces un tanto fútil, ocupados, con prisas y sin tiempo para regalarnos esos instantes al alcance de todos que no tienen precio y, tal vez por eso mismo, no se valoran lo suficiente.
La belleza es un don universal que todos sabemos apreciar; en muchas ocasiones no es preciso entrar en un museo o asistir a un espectáculo para gozarla, porque está a nuestro alrededor, formando parte de la vida cotidiana; solo es preciso descubrirla y valorarla, porque la estética nos rodea en cualquiera de sus formas.
El sol regala su luz y calor en este noviembre frio que galopa hacia la Navidad. Las mañanas en las que no nos invade la lluvia o la niebla, el astro rey asoma de entre las nubes azules con su espectacular traje de rayos luminosos que se internan sin pudor en hogares, oficinas, templos o residencias asaltando los espacios sombríos y tiñéndolos de vida.
Cuando esto ocurre, salgo a su encuentro, me asomo a la ventana, cierro los ojos y permito esa tibia caricia sobre mi piel, noto entonces como se abren los poros para recibir con mimo el calor del sol y, poco a poco, entro en un estado plácido, grato e inexplicablemente dichoso, y es que ¡se pueden alcanzar momentos de felicidad de una forma tan simple!
Algo parecido ocurre cuando, lejos de la contaminación lumínica de las ciudades, en noches oscuras se divisan mil y una estrellas en un espectáculo hermoso del que puede gozare con tan solo elevar la vista al cielo; sin embargo, vivimos en una inercia a veces un tanto fútil, ocupados, con prisas y sin tiempo para regalarnos esos instantes al alcance de todos que no tienen precio y, tal vez por eso mismo, no se valoran lo suficiente.
La belleza es un don universal que todos sabemos apreciar; en muchas ocasiones no es preciso entrar en un museo o asistir a un espectáculo para gozarla, porque está a nuestro alrededor, formando parte de la vida cotidiana; solo es preciso descubrirla y valorarla, porque la estética nos rodea en cualquiera de sus formas.
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