HABLEMOS
Cosas de aquí
Carlos Domínguez    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        
    
    
    
	
	
        
        
        			        			        			        
        
                
        
        ![[Img #84889]](https://eldiadezamora.es/upload/images/01_2024/104_zamora.jpg)
 
   En nuestro tiempo, pese a la visión optimista que injustificadamente se ha abierto camino dentro de la sociedad de masas, las amenazas, entre ellas la de una epidemia percibida como algo anacrónico e inusual respecto a los avances de la tecnología, están siempre al acecho con sus peligros, por lo grande o lo pequeño. Incluida esta Zamora provinciana, ciudad nuestra en su tranquilo discurrir, de arriba abajo o de norte a sur, pues en el fondo tanto da un paraje u otro, una rúa u otra, un rincón u otro donde lo familiar toma cuerpo para tardío solaz de un mundo agonizante, y donde quizá conviene dejar de lado miserias ajenas, por lo mayor o lo menor, yendo a las humildes cosas de aquí.
 
   Desde esa amable perspectiva, siquiera por la seguridad que ofrece lo cotidiano en su anodina normalidad, los zamoranos estamos de enhorabuena. El común va, viene, se mueve, entra y consume, cierto que a saber si lo mucho o lo poco, visto el desafuero de la maldita economía, o sea, del gasto público. Pero en algo hemos mejorado. Lo navideño, como suele, aburre por lo manido del tópico, incluido el marisco, el cava y el turrón. Aun así, hay un hecho que reconforta, dejando como hemos dejado atrás el temor a la plaga, la desconfianza, el alejamiento físico más o menos notorio por miedo al contagio. La gente entra, se sienta, charla, disfruta de tapa y aperitivo, sin las mascarillas a modo de bozal sanitario que, guste o no, pese a su infinita bondad por las vidas ahorradas, era una forma de arrebatarnos presencia e identidad. En esta Zamora donde todos nos vemos y conocemos, de alguna manera civilidad.
 
   ¡Bienhalladas!, pues, estas fiestas navideñas que van pasando, con su mínimo anuncio de libertad a costa del virus, en lo tocante a cosas de aquí que son las importantes, atendiendo al día a día de nuestra pacífica existencia. Las de allí, males y vergüenzas universales que irán por desgracia a peor, queden de momento fuera, En fin, a disfrutar lo que resta, esperando lo por venir el año próximo. Vamos, que más de lo mismo. Y que no falte.   
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                            
    
    
	
    
![[Img #84889]](https://eldiadezamora.es/upload/images/01_2024/104_zamora.jpg)
En nuestro tiempo, pese a la visión optimista que injustificadamente se ha abierto camino dentro de la sociedad de masas, las amenazas, entre ellas la de una epidemia percibida como algo anacrónico e inusual respecto a los avances de la tecnología, están siempre al acecho con sus peligros, por lo grande o lo pequeño. Incluida esta Zamora provinciana, ciudad nuestra en su tranquilo discurrir, de arriba abajo o de norte a sur, pues en el fondo tanto da un paraje u otro, una rúa u otra, un rincón u otro donde lo familiar toma cuerpo para tardío solaz de un mundo agonizante, y donde quizá conviene dejar de lado miserias ajenas, por lo mayor o lo menor, yendo a las humildes cosas de aquí.
Desde esa amable perspectiva, siquiera por la seguridad que ofrece lo cotidiano en su anodina normalidad, los zamoranos estamos de enhorabuena. El común va, viene, se mueve, entra y consume, cierto que a saber si lo mucho o lo poco, visto el desafuero de la maldita economía, o sea, del gasto público. Pero en algo hemos mejorado. Lo navideño, como suele, aburre por lo manido del tópico, incluido el marisco, el cava y el turrón. Aun así, hay un hecho que reconforta, dejando como hemos dejado atrás el temor a la plaga, la desconfianza, el alejamiento físico más o menos notorio por miedo al contagio. La gente entra, se sienta, charla, disfruta de tapa y aperitivo, sin las mascarillas a modo de bozal sanitario que, guste o no, pese a su infinita bondad por las vidas ahorradas, era una forma de arrebatarnos presencia e identidad. En esta Zamora donde todos nos vemos y conocemos, de alguna manera civilidad.
¡Bienhalladas!, pues, estas fiestas navideñas que van pasando, con su mínimo anuncio de libertad a costa del virus, en lo tocante a cosas de aquí que son las importantes, atendiendo al día a día de nuestra pacífica existencia. Las de allí, males y vergüenzas universales que irán por desgracia a peor, queden de momento fuera, En fin, a disfrutar lo que resta, esperando lo por venir el año próximo. Vamos, que más de lo mismo. Y que no falte.



















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