Lunes, 22 de Septiembre de 2025

Carlos Domínguez
Miércoles, 07 de Febrero de 2024
HABLEMOS

Desesperante falta de rumbo

Desde Zamora

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   Las causas serían múltiples de ir a la historia profunda, lo cual tampoco significa gozar del siempre esquivo marchamo de la verdad científica. Pero cierto es que, con independencia del futuro que aguarda a los Estados nación europeos, con su herencia malograda en tantos aspectos, España es hoy un proyecto fallido. De haber duda, ¡tiempo al tiempo y más de lo mismo!

 

   Mírese y dígase como se quiera. Dejando a un lado el trágico fracaso en la primera mitad del siglo XX, tiempos convulsos para todos sin excepción, la quiebra de nuestro sistema político habrá de atribuirse a la Transición con sus infinitas carencias. El régimen del setenta y ocho, ejemplificado por la vigente Constitución y la monarquía parlamentaria, carecía ya en origen de viabilidad por sus muchas contradicciones. Desde lo político a lo personal, culpas podrían buscarse a discreción entre quienes, a nivel institucional, estuvieron muy lejos de lo exigido por sus responsabilidades.

 

   En asuntos de historia y política los hechos son los hechos, igual que la realidad suele mostrarse tozuda. De ahí que la cuestión, dirimente en un contexto internacional de nuevo poco claro, es cómo dar salida en términos de paz a la ruina del Estado y su arquitectura institucional, minada por el despropósito implícito al Título VIII de la Carta Magna.

 

   El sanchismo representa una amenaza para la convivencia no por su peregrina apuesta “revolucionaria” en cuanto al mayor reto que afronta la sociedad española, como es garantizar la seguridad y la tranquilidad pública en un contexto de ruptura de la unidad nacional. El auténtico peligro reside en que, desde un oportunismo cortoplacista de vulgares y mediocres apparatchiks, un sanchismo hoy absolutamente desarbolado, algo sobre lo que basta ir a las últimas y penosísimas comparecencias de nuestro estadista particular, es incapaz de definir un verdadero proyecto de cambio, incluida de llegar el caso la república y la España federal.

 

   En ese sentido, legalidad o independencia debería ser la gran disyuntiva. Vaya y pase, aun con la izquierda pilotando tan azarosa singladura. Sin embargo, a día de hoy ¿cuál es el diseño, el plan más o menos respetuoso con la legalidad, pero ante todo firme y bien asentado como apuesta programática? O pregunta sobre pregunta, ¿acaso Sánchez y el sanchismo, con sus mascaradas a lo progre barriosésamo mano a mano con Díaz, Belarra y separatistas variopintos, pretenden llevar semejante proyecto a buen puerto, evitando reeditar un dramático conflicto civil? Que de ello y nada distinto se trata.

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