Bochorno político

Estamos asistiendo a una situación política y social que abochorna a los mayores, da un pésimo ejemplo a los jóvenes y decepciona a los viejos. Como ya he manifestado en numerosas ocasiones, la política debería ser el arte de luchar por los derechos del pueblo, de decir la verdad y de servir como ejemplo; sin embargo, estamos en un punto de confrontación que ya resulta intolerable; unos y otros se culpan sin ambages de casos de corrupción en sus respectivos partidos políticos, los diputados del gobierno y la oposición se insultan explícitamente en el Congreso, se ha perdido el respeto, las formas, la buena educación… y nadie sabe contenerse porque los estallidos de cólera bajan al barro con insultos grotescos y vulgares.

Pienso en la gente joven, en el ejemplo que reciben de los gobernantes, y justifico que muchos se alejen de la política porque nadie les representa. Se atribuye a Maquiavelo la frase: “la política no tiene relación con la moral”; no estoy de acuerdo, porque creo que moral es sinónimo de ética, honradez, honestidad, decencia, justicia, virtud, probidad, integridad (RAE), y esas son, precisamente, algunas de las cualidades que deberían exigirse a quienes representan al pueblo y por el pueblo han sido elegidos porque, además, manejan importantes relaciones de poder, distribución de recursos, posibilidad de influir sobre la conducta de otros y el derecho a dar órdenes en virtud de su posición jerárquica, factores todos de suma trascendencia como para caer en manos de quienes no sepan o no deban controlarlos.

Me pregunto a menudo por qué no cunde el ejemplo de los grandes políticos que una vez tuvimos y no quiero pensar que fuera un espejismo en comparación con la mediocridad de los actuales. Tal vez sea que ahora, en esta época que nos ha tocado vivir de mezquindad política, trapicheos, insultos barriobajeros, mofas, mafias, ladrones de guante blanco y tropelías de todos los pelajes que se descubren a diario, los ciudadanos nos vamos desafectando de los gobernantes y cada vez somos más escépticos.

El problema es que las decisiones que el gobierno adopte, sean o no justas, afectarán directamente a la vida de la gente, a su día a día, a su futuro, y esos son temas con los que no se puede jugar. Acabamos de saber que no se va a contar con los PGE de este año y se saltará a las cuentas del 2025 debido al adelanto electoral en Cataluña; porque este gobierno está escribiendo la historia al dictado de esta comunidad autónoma a la que se ha vendido, obviando a las demás. No es de recibo una actitud tan subyugada a cambio de unos votos que ni siquiera tiene asegurados, porque el chantaje es inconformista, siempre pide más y juega con la cobardía de un presidente que no sabe poner límites. Ya lo expresaba Machado: “¡Pobres españolitos de a pie!”. Yo apostillaría: “esta España desgobernada nos está helando el corazón!”