ZAMORA
IU homenajea a los republicanos víctimas del franquismo
Celebraron la fecha reivindicando derechos y libertades, leyendo un manifiesto en apoyo del modelo republicano
Manifiesto leido por el 2º teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Zamora, Miguel ängel Viñas, junto al monolito que recuerda a los republicanos caidos o represaliados durante el franquismo.
En el acto estaban el Alcalde de Zamora, Francisco Guarido y la gran mayoría del equipo de gobierno de IU en la ciudad, además de figuras históricas de la izquierda zamorana.
Este es el manifiesto leido:
REPÚBLICA
14 de abril de 2024
Un año más, estamos aquí, un año más, en recuerdo de todas aquellas mujeres y hombres que lucharon por defender la legalidad constitucional de la república y la vuelta de la democracia durante cuarenta largos años.
Y lo hacemos junto a este sencillo monolito que es símbolo de una lucha de cuerpos ausentes perdidos en cunetas y tapias, en barrancos y pozos, cuerpos de almas sin nombres.
Un monolito que cada día del año, desde el anonimato y el silencio, en sus pies, recibe las flores de quienes no tienen donde llorar a los suyos, juntos, unidos en la tierra perdida del descanso eterno que les arrebataron.
Por eso un año más estamos aquí, no por nostalgia ni por revancha, estamos aquí para reivindicar el derecho a un pedacito de la tierra por la que dieron sus vidas.
No tenemos nostalgia porque somos conscientes del contexto histórico de la II República, del mismo modo que lo somos de la revuelta comunera, de la revolución francesa, la constitución de 1812, de la I República, de la comuna de París o la revolución rusa.
La II República llegó en un momento del surgimiento de los fascismos en Europa, que nos llevó a la mayor guerra de la humanidad con más de 80 millones de muertos y muchos más de víctimas que se vieron desposeídas de cuanto tenían. Surgió en un contexto con una España en crisis arrastrada tras la perdida de las últimas colonias de ultramar y los desastres de las guerras coloniales en África. Un contexto con un país con grandes diferencias sociales y donde se mantenían estructuras de poder y privilegios ajenos al pueblo, al campesinado y a la emergente clase trabajadora.
Y es en ese mismo contexto histórico donde se produce el auténtico valor de la 11 República, que cuaja en una de las constituciones más avanzadas del planeta en ese momento, y que iguala a las personas sin diferencias de sexo, cultura, religión o clase social.
Unos valores que hoy en día, 93 años después, siguen poniéndose en entredicho. Y ya no hablo solamente de rey sí, o rey no (el modelo de Estado no garantiza la igualdad de derechos, y prueba de ello fue el bienio negro con el gobierno de la CEDA, el Partido Republicano Radical y el Partido Agrario o, más recientemente, las repúblicas bajo un modelo capitalista, que no sólo no garantizan los derechos, sino que acrecientan las diferencias dentro y fuera de sus fronteras con un colonialismo económico y militar).
Hablo del derecho al aborto, de la igualdad real de derechos entre hombres y mujeres que debería sustentarse, entre otras cosas, en la equiparación salarial. Hablo de la discriminación por sexo, raza, cultura o religión. Hablo del derecho a la vivienda y a una muerte digna. Hablo de la igualdad real sin cuna, ni cuenta bancaria.
Son otros los que tienen nostalgia. Y no tienen ningún pudor en plasmarlo, allí donde pueden, en leyes que se han atrevido a llamar de la concordia. Leyes que eliminan en el mapa de las fosas comunes, equiparan a las víctimas del franquismo con las del terrorismo, eliminan las ayudas a las asociaciones que se dedican a devolver la dignidad de los cuerpos olvidados a sus familias. Y que olvidan y, por tanto, justifican la palabra dictadura.
Pero nosotros seguiremos luchando por el reconocimiento de las víctimas de la guerra civil, poniendo en el mapa cada fosa y luchando por las exhumaciones y entrega a sus familiares. Seguiremos distinguiendo las víctimas olvidadas de la dictadura franquista de las del terrorismo.
Nosotros seguiremos diciendo que la guerra civil la provocó un Golpe de Estado, apoyado por la élite militar, la iglesia, la clase dominante de este país y por el fascismo y el nacismo europeo.
Nosotros seguiremos diciendo que Franco fue un dictador y, por lo tanto, como pone en este monolito seguiremos reivindicando la memoria de todas las personas víctimas del golpe de estado y de la dictadura franquista. Por defender la libertad, la democracia y la legalidad republicana.
Lo que el Partido Popular y VOX han aprobado no es la ley de la concordia. Es la Ley de la nostalgia. De la nostalgia de tiempos pasados. Tiempos en los que vivían mejor.
No recuerdan, o no quieren recordar, que la represión franquista fue mucho más allá de la Guerra Civil. La represión fascista se extendió durante cuarenta años a todos los ámbitos de la vida social, económica, política, cultural y religiosa manteniendo un régimen dictatorial y con una oligarquía corrupta.
Mas de 100.000 republicanos fueron confinados en campos de concentración y obligados a trabajos forzados. Obligados a trabajar en obras hidráulicas, minas, reconstrucción de infraestructuras. Incluso en el propio Valle de los Caídos. Mano de obra forzosa y esclava que en muchos casos trabajaban cedidos a empresas privadas con un salario ínfimo y del que, además, las empresas les retenían el 75% en concepto de manutención.
Los que no se destinaron a trabajos forzados fueron encarcelados en condiciones de masificación y malnutridos. 1O años después de la finalización de la guerra había en las cárceles casi 300.00 personas en condiciones infrahumanas. Miles de personas murieron en los campos de trabajo y en las cárceles de hambre y frío.
Acabada la guerra, y hasta 1975, 50.000 presos políticos fueron fusilados. Decenas de miles de funcionarios fueron depurados, con la perdida de sus trabajos o con importantes sanciones. Especialmente lo sufrieron los maestros, los profesores de enseñanzas medias y universidades. Mas del 25% de maestros y profesores fueron depurados, y en el caso de los catedráticos llegó al 30%. Todas las vacantes fueron cubiertas por excombatientes y familiares afines al régimen.
Miles y miles de profesionales y trabajadores fueron purgados o despedidos, abogados, periodistas, médicos... cualquier trabajador que fuera mínimamente combativo en la reivindicación de sus derechos era despedidos. Se llegaron a elaborar listas negras de trabajadores izquierdistas y conflictivos.
Se reprimió, persiguió y censuró la cultura y el uso del gallego el catalán y el euskera.
Se persiguió y encarcelo a personas por su tendencia sexual o sus convicciones religiosas.
Cientos de miles de personas se vieron abocadas al exilio o la emigración para labrarse un futuro ante la situación económica que vivía el país.
En los años 60, más de dos millones de españoles se vieron abocados a emigrar, fundamentalmente a Europa, para buscar unas condiciones laborales que les permitiera vivir con dignidad. Y todavía algunos se atreven hablar del milagro económico español justo e esa década.
La realidad es que España tardo décadas en alcanzar el nivel económico de la república y no fue fruto de la guerra. Por poner un ejemplo en 1950, cuatro años después de la segunda guerra mundial, Francia ya superaba el PIB per cápita la del año 39, mientras que en España equiparaba el de 1929 y seguía siendo un 40% de la francesa. pero a la muerte del dictador solo habíamos conseguido. alcanzar la muy modesta cifra del 63% de la renta francesa, es decir, el mismo punto en que nos encontrábamos en 1935.
Olvidar, obviar, pasar de puntillas o no reconocer lo que supuso la dictadura en su totalidad no es concordia, es consentimiento.
Trabajar por la concordia es poner en la palestra la política de reconciliación nacional que el PCE puso en el debate político ya en 1959.
Trabajar por la concordia es renunciar a la república, en un contexto histórico muy difícil en el que sonaban los sables en los cuarteles, en pro de una transición pacífica hacia la democracia.
Luchar por la concordia es no haber buscado nunca venganza contra quienes asesinaron, depuraron y oprimieron al pueblo.
Luchar por la concordia es reconocer, reparar y hacer justicia a quienes de verdad dieron sus vidas por una España mejor. Fusilados, exiliados, depurados, privados de los derechos más básicos, usurpados, silenciados, marginados, olvidados...
Por eso hoy, un año más estamos ante este monolito. Para decir que sus leyes no son de concordia. Para decir que nosotros no sentimos nostalgia de tiempos pasados ni buscamos revancha.
Para sumar nuestras flores a quienes todos los días del año, desde el anonimato y el silencio, se acercan a este monolito a depositar su ofrenda y recuerdo porque no tienen un pedazo de tierra donde llorar y sentirse cerca de los suyos. A las almas que están en su recuerdo. A las almas que libres, gritan desde el silencio anhelando, junto a nosotros un mundo mejor para todos. Un mundo mejor para todas.
Manifiesto leido por el 2º teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Zamora, Miguel ängel Viñas, junto al monolito que recuerda a los republicanos caidos o represaliados durante el franquismo.
En el acto estaban el Alcalde de Zamora, Francisco Guarido y la gran mayoría del equipo de gobierno de IU en la ciudad, además de figuras históricas de la izquierda zamorana.
Este es el manifiesto leido:
REPÚBLICA
14 de abril de 2024
Un año más, estamos aquí, un año más, en recuerdo de todas aquellas mujeres y hombres que lucharon por defender la legalidad constitucional de la república y la vuelta de la democracia durante cuarenta largos años.
Y lo hacemos junto a este sencillo monolito que es símbolo de una lucha de cuerpos ausentes perdidos en cunetas y tapias, en barrancos y pozos, cuerpos de almas sin nombres.
Un monolito que cada día del año, desde el anonimato y el silencio, en sus pies, recibe las flores de quienes no tienen donde llorar a los suyos, juntos, unidos en la tierra perdida del descanso eterno que les arrebataron.
Por eso un año más estamos aquí, no por nostalgia ni por revancha, estamos aquí para reivindicar el derecho a un pedacito de la tierra por la que dieron sus vidas.
No tenemos nostalgia porque somos conscientes del contexto histórico de la II República, del mismo modo que lo somos de la revuelta comunera, de la revolución francesa, la constitución de 1812, de la I República, de la comuna de París o la revolución rusa.
La II República llegó en un momento del surgimiento de los fascismos en Europa, que nos llevó a la mayor guerra de la humanidad con más de 80 millones de muertos y muchos más de víctimas que se vieron desposeídas de cuanto tenían. Surgió en un contexto con una España en crisis arrastrada tras la perdida de las últimas colonias de ultramar y los desastres de las guerras coloniales en África. Un contexto con un país con grandes diferencias sociales y donde se mantenían estructuras de poder y privilegios ajenos al pueblo, al campesinado y a la emergente clase trabajadora.
Y es en ese mismo contexto histórico donde se produce el auténtico valor de la 11 República, que cuaja en una de las constituciones más avanzadas del planeta en ese momento, y que iguala a las personas sin diferencias de sexo, cultura, religión o clase social.
Unos valores que hoy en día, 93 años después, siguen poniéndose en entredicho. Y ya no hablo solamente de rey sí, o rey no (el modelo de Estado no garantiza la igualdad de derechos, y prueba de ello fue el bienio negro con el gobierno de la CEDA, el Partido Republicano Radical y el Partido Agrario o, más recientemente, las repúblicas bajo un modelo capitalista, que no sólo no garantizan los derechos, sino que acrecientan las diferencias dentro y fuera de sus fronteras con un colonialismo económico y militar).
Hablo del derecho al aborto, de la igualdad real de derechos entre hombres y mujeres que debería sustentarse, entre otras cosas, en la equiparación salarial. Hablo de la discriminación por sexo, raza, cultura o religión. Hablo del derecho a la vivienda y a una muerte digna. Hablo de la igualdad real sin cuna, ni cuenta bancaria.
Son otros los que tienen nostalgia. Y no tienen ningún pudor en plasmarlo, allí donde pueden, en leyes que se han atrevido a llamar de la concordia. Leyes que eliminan en el mapa de las fosas comunes, equiparan a las víctimas del franquismo con las del terrorismo, eliminan las ayudas a las asociaciones que se dedican a devolver la dignidad de los cuerpos olvidados a sus familias. Y que olvidan y, por tanto, justifican la palabra dictadura.
Pero nosotros seguiremos luchando por el reconocimiento de las víctimas de la guerra civil, poniendo en el mapa cada fosa y luchando por las exhumaciones y entrega a sus familiares. Seguiremos distinguiendo las víctimas olvidadas de la dictadura franquista de las del terrorismo.
Nosotros seguiremos diciendo que la guerra civil la provocó un Golpe de Estado, apoyado por la élite militar, la iglesia, la clase dominante de este país y por el fascismo y el nacismo europeo.
Nosotros seguiremos diciendo que Franco fue un dictador y, por lo tanto, como pone en este monolito seguiremos reivindicando la memoria de todas las personas víctimas del golpe de estado y de la dictadura franquista. Por defender la libertad, la democracia y la legalidad republicana.
Lo que el Partido Popular y VOX han aprobado no es la ley de la concordia. Es la Ley de la nostalgia. De la nostalgia de tiempos pasados. Tiempos en los que vivían mejor.
No recuerdan, o no quieren recordar, que la represión franquista fue mucho más allá de la Guerra Civil. La represión fascista se extendió durante cuarenta años a todos los ámbitos de la vida social, económica, política, cultural y religiosa manteniendo un régimen dictatorial y con una oligarquía corrupta.
Mas de 100.000 republicanos fueron confinados en campos de concentración y obligados a trabajos forzados. Obligados a trabajar en obras hidráulicas, minas, reconstrucción de infraestructuras. Incluso en el propio Valle de los Caídos. Mano de obra forzosa y esclava que en muchos casos trabajaban cedidos a empresas privadas con un salario ínfimo y del que, además, las empresas les retenían el 75% en concepto de manutención.
Los que no se destinaron a trabajos forzados fueron encarcelados en condiciones de masificación y malnutridos. 1O años después de la finalización de la guerra había en las cárceles casi 300.00 personas en condiciones infrahumanas. Miles de personas murieron en los campos de trabajo y en las cárceles de hambre y frío.
Acabada la guerra, y hasta 1975, 50.000 presos políticos fueron fusilados. Decenas de miles de funcionarios fueron depurados, con la perdida de sus trabajos o con importantes sanciones. Especialmente lo sufrieron los maestros, los profesores de enseñanzas medias y universidades. Mas del 25% de maestros y profesores fueron depurados, y en el caso de los catedráticos llegó al 30%. Todas las vacantes fueron cubiertas por excombatientes y familiares afines al régimen.
Miles y miles de profesionales y trabajadores fueron purgados o despedidos, abogados, periodistas, médicos... cualquier trabajador que fuera mínimamente combativo en la reivindicación de sus derechos era despedidos. Se llegaron a elaborar listas negras de trabajadores izquierdistas y conflictivos.
Se reprimió, persiguió y censuró la cultura y el uso del gallego el catalán y el euskera.
Se persiguió y encarcelo a personas por su tendencia sexual o sus convicciones religiosas.
Cientos de miles de personas se vieron abocadas al exilio o la emigración para labrarse un futuro ante la situación económica que vivía el país.
En los años 60, más de dos millones de españoles se vieron abocados a emigrar, fundamentalmente a Europa, para buscar unas condiciones laborales que les permitiera vivir con dignidad. Y todavía algunos se atreven hablar del milagro económico español justo e esa década.
La realidad es que España tardo décadas en alcanzar el nivel económico de la república y no fue fruto de la guerra. Por poner un ejemplo en 1950, cuatro años después de la segunda guerra mundial, Francia ya superaba el PIB per cápita la del año 39, mientras que en España equiparaba el de 1929 y seguía siendo un 40% de la francesa. pero a la muerte del dictador solo habíamos conseguido. alcanzar la muy modesta cifra del 63% de la renta francesa, es decir, el mismo punto en que nos encontrábamos en 1935.
Olvidar, obviar, pasar de puntillas o no reconocer lo que supuso la dictadura en su totalidad no es concordia, es consentimiento.
Trabajar por la concordia es poner en la palestra la política de reconciliación nacional que el PCE puso en el debate político ya en 1959.
Trabajar por la concordia es renunciar a la república, en un contexto histórico muy difícil en el que sonaban los sables en los cuarteles, en pro de una transición pacífica hacia la democracia.
Luchar por la concordia es no haber buscado nunca venganza contra quienes asesinaron, depuraron y oprimieron al pueblo.
Luchar por la concordia es reconocer, reparar y hacer justicia a quienes de verdad dieron sus vidas por una España mejor. Fusilados, exiliados, depurados, privados de los derechos más básicos, usurpados, silenciados, marginados, olvidados...
Por eso hoy, un año más estamos ante este monolito. Para decir que sus leyes no son de concordia. Para decir que nosotros no sentimos nostalgia de tiempos pasados ni buscamos revancha.
Para sumar nuestras flores a quienes todos los días del año, desde el anonimato y el silencio, se acercan a este monolito a depositar su ofrenda y recuerdo porque no tienen un pedazo de tierra donde llorar y sentirse cerca de los suyos. A las almas que están en su recuerdo. A las almas que libres, gritan desde el silencio anhelando, junto a nosotros un mundo mejor para todos. Un mundo mejor para todas.





















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