Sábado, 01 de Noviembre de 2025

Alfonso J. Vázquez Vaamonde
Domingo, 21 de Abril de 2024
LEDHH

25.04.1974. Medio siglo de memoria histórica

Alfonso J. Vázquez Vaamonde

¿Cómo puede uno olvidar aquella canción? “Grándola Vila Morena /Terra da fraternidade / O povo  é (el pueblo es) quem mais ordena / Dentro de ti, ó cidade / Dentro de ti, ó cidade /O povo é quem mais ordena / Terra da fraternidade / Grândola, Vila Morena //  Em cada esquina, um amigo / Em cada rosto (rostro), igualdade / Grândola, Vila Morena / Terra da fraternidade / Terra da fraternidade / Grândola, Vila Morena / Em cada rosto, igualdade / O povo é quem mais ordena // À (A la) sombra duma azinheira (de una encina) / Que já não sabia a idade /Jurei ter por companheira / Grândola, a tua vontade / Grândola, a tua vontade / Jurei ter por companheira / À sombra duma azinheira / Que já não sabia a idade.”

 

Es una bonita confesión del amor más grande a la libertad y a la democracia. “o povo é que mais ordena” ¿Cómo iba a saber su edad la encina/la libertad si nació cuando nació el primer ser humano? “À sombra duma azinheira / Que já não sabia a idade.” Una confesión de amor que sirvió como contraseña a esa revolución portuguesa que pacífica trajo la democracia a nuestros vecinos.

 

Era yo más joven que hoy, claro está pero sigue indemne mi memoria histórica, aun inmaculada de Alhzeimer. Mi corazón entró en resonancia de alegría y felicidad, pero lo hizo de un modo especial. Quizá fue mi vieja herencia galaica. Esa raíz común que tan bien recuerda Castelao en la pregunta de un  niño a su abuelo con la ingenuidad que nace de la percepción de la realidad pura, todavía sin prejuicios ni estupideces humanas como esa de las fronteras en la que nos empeñamos. Están sentados ambos en un murete mirando desde Galicia a Portugal y  el niño le pregunta: ¿entón os do outro lado son mais extranxeiros que os de Madrid?

 

 Aquella revolución de los claveles se parecía demasiado a otra que no se atrevió a ser revolucionaria. La de aquel del 14.04.1931 una fecha en la que yo aún no había nacido. Mirando las fotos se las ve iguales. Todas están  llenas de caras risueñas en las plazas de todos los pueblos. Desbordan felicidad e ilusión inmaculadas como el recién nacido, es falso que haya heredado el pecado de Adán, entre otras cosas porque no fue pecado. Eran unas fechas, las de 1974, en las que no se podía conmemorar en España el 14. 05.1931: era hasta “delito” recordar.

 

Hoy si podemos recordarlas. Coincidió con la fecha en la que el rey “conejo”, con “hidalguía borbónica”, abandono España dejando sola a su familia. Pese a esa ruindad el pueblo le despidió con las sonrisas que florecían pacíficas y felices en un día radiante que no quiso esperar a mayo.

 

Cuarenta y tres años separaban aquellas sonrisas, pero eran iguales; las mismas, las eternas de la democracia :  “en cada rosto igualdade”. Fue genial aquel gesto de paz que nació de un sentimiento inconsciente que desborda el alma de la gente bien nacida ,“bienaventurados los limpios de corazón”, cuando una mano inocente introdujo un clavel en la boca de un fusil “em cada esquina um amigo” transfigurando aquellas armas que dejaron de estar al servicio de una dictadura como si Lisboa fuera el monte Tabor. El fusil estaba dispuesto en ser el sándalo, ese árbol que debería haber sido elegido símbolo del cristianismo; me refiero al de aquel Cristo que proponía poner la otra mejilla ante la agresión sufrida, consejo al que nadie hizo caso nunca. El sándalo es la única víctima realmente cristiana: envuelve en su aroma al hacha que lo aniquila cuando lo tala.

 

Comparando las fotos de este inolvidable 25.04.1974 con aquel otro también inolvidable 14 .04.1931 solo se diferencian por la indumentaria. Una alegría pacífica desbordaba las calles. Esa alegría que ilumina la cara del niño que despierta tras una pesadilla y se encuentra aliviado por el susto pasado en una “terra da fraternidade”. Era el fin de la dictadura, “regiamente borbónica” en nuestro caso, “falsamente republicana” en el portugués, absolutamente “no democrática” en ambos.

 

La semana siguiente fui a Lisboa asistiendo a un Congreso científico. Muchos colegas europeos habían cancelado su asistencia. El Presidente portugués del Congreso nos agradeció nuestra presencia; la calificó de muestra de “fraternidade” con la promesa recién nacida de un futuro democrático que en mi caso, y de los de más españoles estaba teñida de justa envidia.

 

Hoy, medio siglo después, la envidia sigue. Quizá nosotros hayamos tenido un mayor desarrollo económico, quizá hasta nuestro porvenir nos ofrece mejores expectativas, pero ellos tienen una democracia de la que nosotros carecemos y, recordando aquel otro consejo cristiano: “no solo de pan vive el hombre sino de la palabra de dios” que o es democracia o no es palabra divina “O povo  é quem mais ordena”, cantábamos todos en palabras de Jose “Zeca” Afonso.

 

Concluyo este recuerdo “mi personal memoria histórica” con algunos datos históricos: esa canción es la quinta de un álbum titulado “Cantigas de Maio” grabado en Heruoivlle (Francia) a finales de 1971, año en el que se editó  con  arreglos y dirección musical de José María Branco. Su primera interpretación tuvo lugar en Santiago el 10.05.1972. Fue nuestra cooperación a aquel triunfo que llegaría menos de dos años más tarde.

 

                Aquel verano del setenta y dos también estuve en Galicia. Los portuguese nos miraban por encima del hombro, nosotros los seguíamos envidiando, soportando esa mortificación con ilusión: si ellos han podido ¿por qué no nosotros? La esperanza alivia la realidad que no es amable y hace más soportable la espera del día feliz que siguen estando por venir.

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