PASIÓN POR ZAMORA
Hacia la segunda restauración del casco histórico
El cielo azul no me provoca sentimientos. Necesito la complicidad de nimbos o cirros para despertar mi sensibilidad. Las nubes son los versos de la atmósfera, que suelen rimar con el viento, cuando Eolo se halla de buen humor. Pero esta tarde, en nuestra ciudad, los cielos se cubrieron de estrofas mientras los mirlos y otras avecillas trinaban entre los árboles de los jardines de Baltasar Lobo. Con luz, pero sin que el sol hiciera daño, me cosí la tarde a mi alma para recorrer parte del casco histórico. Me encanta. Pero Guarido, antes de cerrar este mandato, debería estudiar una profunda restauración de esa zona noble de la ciudad.
Creo que, desde la primera reforma, epidérmica, de Vázquez, a finales del siglo XX, apenas se ha enfocado esa necesaria renovación en ese casco histórico de la ciudad del Romancero. Sé que un importante empresario zamorano adquirió solares esenciales en la Rúa de los Francos y Rúa de los notarios y también el convento de las Concepcionistas, propiedad de la Iglesia, pero sin monjitas. Loada sea esa reforma ejecutada por la propiedad privada. No obstante, hay que, según mi criterio, reformar los jardines del Castillo y la propia fortaleza medieval; el empedrado que martiriza el paso desde la Plaza Mayor hasta la Catedral y sustituirlo por losas de granito sayagués; cambiar la plaza de San Martín, que solo disfrutan los más pequeños en su parque infantil.
Y, además de lo escrito, por supuesto, la restauración global de toda la muralla ha de abordarse desde el Ministerio de Cultura, propietario de ese patrimonio medieval zamorano. Si el regidor logra, antes de 2027, dejar exentos todos los lienzos de la avenida de la Feria, con el correspondiente ajardinamiento de los terrenos que limitan con la fortaleza defensiva, el gobierno del que enamorado presidente, está obligado a actuar de forma inmediata, aunque no tenga Presupuesto General del Estado para este 2024.
El Puente de Piedra, cuyas obras desconozco cuando las recibirá el Ayuntamiento, lucirá como no se recuerda desde 1905 cuando fueron derribadas sus dos torres. Sigo empeñado en su restauración. Espero gozar del viejo puente con todos sus atributos antes de que un servidor cruce el río camino del camposanto.
Convencido estoy que el alcalde, antes de jubilarse también de la res pública, rubrique su gestión dejándonos un legado político inolvidable, con énfasis especial por lo que respecta a nuestro patrimonio histórico.
Eugenio-Jesús de Ávila
El cielo azul no me provoca sentimientos. Necesito la complicidad de nimbos o cirros para despertar mi sensibilidad. Las nubes son los versos de la atmósfera, que suelen rimar con el viento, cuando Eolo se halla de buen humor. Pero esta tarde, en nuestra ciudad, los cielos se cubrieron de estrofas mientras los mirlos y otras avecillas trinaban entre los árboles de los jardines de Baltasar Lobo. Con luz, pero sin que el sol hiciera daño, me cosí la tarde a mi alma para recorrer parte del casco histórico. Me encanta. Pero Guarido, antes de cerrar este mandato, debería estudiar una profunda restauración de esa zona noble de la ciudad.
Creo que, desde la primera reforma, epidérmica, de Vázquez, a finales del siglo XX, apenas se ha enfocado esa necesaria renovación en ese casco histórico de la ciudad del Romancero. Sé que un importante empresario zamorano adquirió solares esenciales en la Rúa de los Francos y Rúa de los notarios y también el convento de las Concepcionistas, propiedad de la Iglesia, pero sin monjitas. Loada sea esa reforma ejecutada por la propiedad privada. No obstante, hay que, según mi criterio, reformar los jardines del Castillo y la propia fortaleza medieval; el empedrado que martiriza el paso desde la Plaza Mayor hasta la Catedral y sustituirlo por losas de granito sayagués; cambiar la plaza de San Martín, que solo disfrutan los más pequeños en su parque infantil.
Y, además de lo escrito, por supuesto, la restauración global de toda la muralla ha de abordarse desde el Ministerio de Cultura, propietario de ese patrimonio medieval zamorano. Si el regidor logra, antes de 2027, dejar exentos todos los lienzos de la avenida de la Feria, con el correspondiente ajardinamiento de los terrenos que limitan con la fortaleza defensiva, el gobierno del que enamorado presidente, está obligado a actuar de forma inmediata, aunque no tenga Presupuesto General del Estado para este 2024.
El Puente de Piedra, cuyas obras desconozco cuando las recibirá el Ayuntamiento, lucirá como no se recuerda desde 1905 cuando fueron derribadas sus dos torres. Sigo empeñado en su restauración. Espero gozar del viejo puente con todos sus atributos antes de que un servidor cruce el río camino del camposanto.
Convencido estoy que el alcalde, antes de jubilarse también de la res pública, rubrique su gestión dejándonos un legado político inolvidable, con énfasis especial por lo que respecta a nuestro patrimonio histórico.
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