IDA Y VUELTA
Todo cambia
Laura Fernández Salvador
Haciendo balance de todo lo que ha cambiado desde que me fui de Zamora con 18 años, hasta que he regresado hace apenas dos, con casi 40, reconozco cambios no solo en la ciudad, sino en nosotros mismos y, sobre todo, en como nos comunicamos.
En los últimos 20 años, hemos sido testigos de la llegada a nuestra vida de algo que ha supuesto un cambio continuo, pero brutal: Internet. Pero todo empezó mucho antes, con los, ahora imprescindibles, teléfonos móviles. Recuerdo nítidamente cómo, al principio, casi nos reíamos del que iba hablando con el teléfono por la calle. En mi casa, el primer móvil pertenecía a toda la familia y lo usábamos en el hogar. Un año antes de irme a la Universidad (y, por lo tanto, de Zamora), tuve mi primer teléfono móvil, solo mío. Un lujo que empezaba a llegar a todo mi grupo de amigos. Nos mandábamos mensajes de texto, en los que éramos capaces de agrupar lo que queríamos decir en muy pocas palabras, muy lejos de las parrafadas con las que ahora nos explayamos en el WhatsApp. Y es que costaba 25 pesetas el mensaje, así que había que aprender a abreviar. ¿Vendrá de ahí mi gusto por los microrrelatos?, quién sabe.
El móvil servía básicamente para llamar por teléfono y mandar mensajes, y ya si tenías suerte, contabas con el adictivo juego de la serpiente… No más.
Ahora tenemos smartphones con acceso a todo, y ahí entra internet, el avance del siglo. Lo que nos permite saber de todo al momento, comprar lo que deseemos en cualquier parte del mundo, y comunicarnos con quien queramos esté donde esté en tiempo real.
Pero hace poco más de 20 años eso era ciencia ficción. Nos llamábamos al fijo y nos contábamos rápido lo que fuera, porque “eso corría”, nos picábamos al portero y, hasta nos mandábamos cartas. ¡La de cartas que pude escribir yo a mis amigos del pueblo! Y cuando lo que más te gusta en el mundo es escribir, pues lo recuerdas con cariño.
Yo tengo una percepción del tiempo algo incierta. Lo que pasaba hace 20 años, me parece que pasaba hace muy poco. Y han cambiado muchas cosas, cierto. Nosotros mismos hemos cambiado. Pero cuando lo recuerdas tan cercano igual es que no hace tanto. Tenía razón Gardel… veinte años no es nada. A ver los próximos veinte…
Haciendo balance de todo lo que ha cambiado desde que me fui de Zamora con 18 años, hasta que he regresado hace apenas dos, con casi 40, reconozco cambios no solo en la ciudad, sino en nosotros mismos y, sobre todo, en como nos comunicamos.
En los últimos 20 años, hemos sido testigos de la llegada a nuestra vida de algo que ha supuesto un cambio continuo, pero brutal: Internet. Pero todo empezó mucho antes, con los, ahora imprescindibles, teléfonos móviles. Recuerdo nítidamente cómo, al principio, casi nos reíamos del que iba hablando con el teléfono por la calle. En mi casa, el primer móvil pertenecía a toda la familia y lo usábamos en el hogar. Un año antes de irme a la Universidad (y, por lo tanto, de Zamora), tuve mi primer teléfono móvil, solo mío. Un lujo que empezaba a llegar a todo mi grupo de amigos. Nos mandábamos mensajes de texto, en los que éramos capaces de agrupar lo que queríamos decir en muy pocas palabras, muy lejos de las parrafadas con las que ahora nos explayamos en el WhatsApp. Y es que costaba 25 pesetas el mensaje, así que había que aprender a abreviar. ¿Vendrá de ahí mi gusto por los microrrelatos?, quién sabe.
El móvil servía básicamente para llamar por teléfono y mandar mensajes, y ya si tenías suerte, contabas con el adictivo juego de la serpiente… No más.
Ahora tenemos smartphones con acceso a todo, y ahí entra internet, el avance del siglo. Lo que nos permite saber de todo al momento, comprar lo que deseemos en cualquier parte del mundo, y comunicarnos con quien queramos esté donde esté en tiempo real.
Pero hace poco más de 20 años eso era ciencia ficción. Nos llamábamos al fijo y nos contábamos rápido lo que fuera, porque “eso corría”, nos picábamos al portero y, hasta nos mandábamos cartas. ¡La de cartas que pude escribir yo a mis amigos del pueblo! Y cuando lo que más te gusta en el mundo es escribir, pues lo recuerdas con cariño.
Yo tengo una percepción del tiempo algo incierta. Lo que pasaba hace 20 años, me parece que pasaba hace muy poco. Y han cambiado muchas cosas, cierto. Nosotros mismos hemos cambiado. Pero cuando lo recuerdas tan cercano igual es que no hace tanto. Tenía razón Gardel… veinte años no es nada. A ver los próximos veinte…




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.80