TRES ÁRBOLES
Los tocones repartidos por los Tres Árboles podrían convertir la zona en un zoo completo
Con todos los tocones del parque sin retirar se podía hacer un parque zoológico completo
La vida de un árbol no acaba cuando se le separa de la tierra. Una parte de su madera puede servir como elemento de construcción, puede que se transforme en mobiliario y en el peor de los casos en leña para la lumbre. Pocas veces ocurre que pueda seguir como obra de arte en su emplazamiento.
Después de amenazar varias veces con venirse abajo lo hizo, con lo que irremediablemente hubo que cortarlo, con esa práctica que ya es habitual de talar dejando el tocón. Normalmente sirve para tropiezos y como estorbo, y más cuando está situado al lado de las mesas junto a la rotonda de Los Tres Árboles. Pero en este caso un artista vio, que se podía sacar buen partido.
Pidiendo permiso al Ayuntamiento, que no puso inconveniente alguno, ya que no causaba perjuicio y siempre quedaría más vistoso algo trabajado que un trozo de madera muerta al lado de la tierra, fue dando forma a un cocodrilo. Minucioso trabajo de talla a base de paciente uso de gubia que hizo que los paseantes del lugar fueran contemplando el proceso día en día, o semana en semana, dependiendo de la frecuencia con que visitan el paseo. El resultado una vez pintado, espectacular la verdad. Parece mentira que de un simple tocón, con el ingenio y la buena mano del autor, al que hay que reconocer su mérito, pueda dar este resultado un trabajo desinteresado.
El envejecimiento de los árboles del parque ha tenido sus consecuencias a lo largo de los años. Alguno se ha venido abajo, como el que dio origen al cocodrilo, otros solo parte de sus ramas y otros ante la falta de seguridad encontrándose en un parque público, convenía que fueran cortados. Y, así uno tras otro han sido talados un buen número de ejemplares. Pero en todos los casos, dejando el tocón y sus raíces. Madera muerta que si bien alguien albergaba la esperanza de que el ejemplar volviera a brotar, cuando pasados años no lo consigue, carece de sentido mantener ahí esa parte inerte.
Para empezar, solo sirve de estorbo en medio de la zona verde, pero además al tratarse de madera seca en contacto con la tierra húmeda, iniciará un proceso de podredumbre, del que ya dan cuenta algunos de los ejemplares. Aparte de que por su naturaleza, podría infectarse de insectos de distinto tipo. Son muchos los tocones repartidos por el parque, tantos que bien se podría hacer un zoo completo.
Manuel Herrero Alonso
La vida de un árbol no acaba cuando se le separa de la tierra. Una parte de su madera puede servir como elemento de construcción, puede que se transforme en mobiliario y en el peor de los casos en leña para la lumbre. Pocas veces ocurre que pueda seguir como obra de arte en su emplazamiento.
Después de amenazar varias veces con venirse abajo lo hizo, con lo que irremediablemente hubo que cortarlo, con esa práctica que ya es habitual de talar dejando el tocón. Normalmente sirve para tropiezos y como estorbo, y más cuando está situado al lado de las mesas junto a la rotonda de Los Tres Árboles. Pero en este caso un artista vio, que se podía sacar buen partido.
Pidiendo permiso al Ayuntamiento, que no puso inconveniente alguno, ya que no causaba perjuicio y siempre quedaría más vistoso algo trabajado que un trozo de madera muerta al lado de la tierra, fue dando forma a un cocodrilo. Minucioso trabajo de talla a base de paciente uso de gubia que hizo que los paseantes del lugar fueran contemplando el proceso día en día, o semana en semana, dependiendo de la frecuencia con que visitan el paseo. El resultado una vez pintado, espectacular la verdad. Parece mentira que de un simple tocón, con el ingenio y la buena mano del autor, al que hay que reconocer su mérito, pueda dar este resultado un trabajo desinteresado.
El envejecimiento de los árboles del parque ha tenido sus consecuencias a lo largo de los años. Alguno se ha venido abajo, como el que dio origen al cocodrilo, otros solo parte de sus ramas y otros ante la falta de seguridad encontrándose en un parque público, convenía que fueran cortados. Y, así uno tras otro han sido talados un buen número de ejemplares. Pero en todos los casos, dejando el tocón y sus raíces. Madera muerta que si bien alguien albergaba la esperanza de que el ejemplar volviera a brotar, cuando pasados años no lo consigue, carece de sentido mantener ahí esa parte inerte.
Para empezar, solo sirve de estorbo en medio de la zona verde, pero además al tratarse de madera seca en contacto con la tierra húmeda, iniciará un proceso de podredumbre, del que ya dan cuenta algunos de los ejemplares. Aparte de que por su naturaleza, podría infectarse de insectos de distinto tipo. Son muchos los tocones repartidos por el parque, tantos que bien se podría hacer un zoo completo.
Manuel Herrero Alonso























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