ZAMORANA
El día de la madre
Mº Soledad Martín Turiño
Día de la Madre: de quien lo fue por opción o por obligación, de quien no pudo serlo, de aquella que sintió sus sobrinos como hijos prestados, de la que se ocupa de sus cachorros dejándose la piel, de la madre sola, de aquella que ha elegido sacar adelante su embarazo, aunque fuera un aparente error…
Hoy es el Día de la Madre, de todas, las que lo son por haber parido a sus hijos, por adoptarlos o por no tenerlos cuando tanto los ansiaban… porque todas las mujeres tenemos un sentimiento maternal dormido que aflora en las pequeñas cosas de cada día y, lo que es más importante e innegable: todos venimos de una madre que tuvo que renunciar a ser ella misma para cuidarnos, que se desvivió por dar a su hijo el trozo de pan que ella necesitaba y que nos amó por encima de todo.
En el día de hoy recuerdo a las mujeres madres, abuelas de antes, cuando vivir resultaba más difícil, había mayores carencias y todo el tiempo se dedicaba al trabajo; a esas mujeres paridoras de “los hijos que Dios quisiera darles”, a los premios nacionales de natalidad que instituyó Franco, donde se recompensaban a las familias numerosas que aparecían en las fotografías del NO-DO con una retahíla de hijos y unos padres satisfechos de su prole. Recuerdo también a las yermas lorquianas que no se les concedió el don de la maternidad; y a aquellas que, rotas de dolor, en la actualidad se aferran a los cadáveres de sus hijos muertos en combate en las guerras y conflictos televisados cada día.
Me vienen a la mente las madres-niñas, esos 640 millones de niñas y mujeres que se han visto obligadas a casarse en la infancia, (datos recogidos según un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia –UNICEF-), y que muchas de ellas mueren a causa de embarazos prematuros; niñas que se convierten abruptamente en mujeres y cambian las muñecas por hijos; mujeres que deben renunciar a estudiar convirtiéndose en dependientes de por vida de sus maridos y de una sociedad opresora en la que no tienen cabida. Pienso en todas las mujeres convertidas en arma de guerra en los conflictos bélicos, que son violadas y han de cargar con hijos indeseados fruto de funestos atropellos….
También quiero tener un recuerdo a las madres que, además de dar vida, se han recreado en el nacimiento y desarrollo de sus hijos; a las que han de conciliar trabajo, hogar y familia haciendo un esfuerzo triple que, a pesar de haber logrado algunos avances, la sociedad dista mucho de lograr esa conciliación plena que tanto se necesita.
¡Por ellas, por todas las madres en todos los lugares, por las que fueron y por las que serán, para que gocen del regalo que otorga la vida cuando se tiene un hijo!
Día de la Madre: de quien lo fue por opción o por obligación, de quien no pudo serlo, de aquella que sintió sus sobrinos como hijos prestados, de la que se ocupa de sus cachorros dejándose la piel, de la madre sola, de aquella que ha elegido sacar adelante su embarazo, aunque fuera un aparente error…
Hoy es el Día de la Madre, de todas, las que lo son por haber parido a sus hijos, por adoptarlos o por no tenerlos cuando tanto los ansiaban… porque todas las mujeres tenemos un sentimiento maternal dormido que aflora en las pequeñas cosas de cada día y, lo que es más importante e innegable: todos venimos de una madre que tuvo que renunciar a ser ella misma para cuidarnos, que se desvivió por dar a su hijo el trozo de pan que ella necesitaba y que nos amó por encima de todo.
En el día de hoy recuerdo a las mujeres madres, abuelas de antes, cuando vivir resultaba más difícil, había mayores carencias y todo el tiempo se dedicaba al trabajo; a esas mujeres paridoras de “los hijos que Dios quisiera darles”, a los premios nacionales de natalidad que instituyó Franco, donde se recompensaban a las familias numerosas que aparecían en las fotografías del NO-DO con una retahíla de hijos y unos padres satisfechos de su prole. Recuerdo también a las yermas lorquianas que no se les concedió el don de la maternidad; y a aquellas que, rotas de dolor, en la actualidad se aferran a los cadáveres de sus hijos muertos en combate en las guerras y conflictos televisados cada día.
Me vienen a la mente las madres-niñas, esos 640 millones de niñas y mujeres que se han visto obligadas a casarse en la infancia, (datos recogidos según un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia –UNICEF-), y que muchas de ellas mueren a causa de embarazos prematuros; niñas que se convierten abruptamente en mujeres y cambian las muñecas por hijos; mujeres que deben renunciar a estudiar convirtiéndose en dependientes de por vida de sus maridos y de una sociedad opresora en la que no tienen cabida. Pienso en todas las mujeres convertidas en arma de guerra en los conflictos bélicos, que son violadas y han de cargar con hijos indeseados fruto de funestos atropellos….
También quiero tener un recuerdo a las madres que, además de dar vida, se han recreado en el nacimiento y desarrollo de sus hijos; a las que han de conciliar trabajo, hogar y familia haciendo un esfuerzo triple que, a pesar de haber logrado algunos avances, la sociedad dista mucho de lograr esa conciliación plena que tanto se necesita.
¡Por ellas, por todas las madres en todos los lugares, por las que fueron y por las que serán, para que gocen del regalo que otorga la vida cuando se tiene un hijo!




















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